A Sala Llena

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FESTIVALES

1º Semana de Cine Chino en Buenos Aires: Segunda Parte

Esto de ver tanto cine en un mismo lugar hace que uno se vaya fijando en detalles que en circunstancias normales no tendría en cuenta. Por ejemplo, la butaca de la sala 3 del cine Gaumont en la que me senté casi todas las veces tiene un ligero rechinar que se hace más fuerte de acuerdo al movimiento que uno haga. Por ejemplo, cuando una película es aburrida yo siento la necesidad de reacomodar el cuerpo de manera tal que todo sea un poco más soportable. Ahora, si una película está mal hecha uno parece una animal enjaulado y el rechinar de tornillos, resortes y demás adminículos metálicos parecen tener hasta cierto ritmo, como una percusión a contrapunto (de la paciencia).

En cambio si la obra es interesante, esta butaca sólo hará un chirrido que va de estar reclinado contra el respaldo a una posición análoga a la del pensador, de Rodín pero con ambos codos apoyados en cada pierna y ambos brazos y manos oficiando de columnas sostenedoras de la mandíbula y en lugar de estar mirando hacia abajo al vacío, la vista se dirige a la pantalla. Visto de afuera cualquiera podría pensar: “que interesante deber ser lo que está viendo este tipo”. En el caso del festival de cine chino lo fue casi siempre.

Amor Eterno

El problema principal de Amor Eterno es que su director Zhang Yibai no termina de decidirse por el ritmo narrativo en una historia de flechazos de Cupido mostrada a lo largo de mas de diez años en lugares distintos. No es un problema de planos largos o contraste de soledad en las grandes ciudades en donde la gente se enamora. Hay silencios que son tan eternos como el título de la película. Silencios que además no están acompañados de acciones, como si el realizador pusiera una suerte de pausa que no es reflexiva sino dubitativa. De esas películas festivaleras difíciles de tragar. Si, buena fotografía (deducible a pesar del DVD). Y…?

Confucio

Ante semejante elección para una biopic uno tiene a ser escéptico de la bajada de línea que puede haber en el abordaje de un personaje tan trascendental para la filosofía oriental y tan poco conocido en la occidental mas allá de su nombre y alguna frase. Son muchos los aciertos de la película Confucio de Hu Mei. El primero es de los guionistas que si bien construyen un libreto bastante lineal en el marco del rigor histórico, a la hora de escribir el personaje tuvieron muchísimo cuidado de no apoyarse en sus preceptos y enseñanzas. Mas bien eligieron que las imágenes y las acciones tuvieran la suficiente contundencia como para justificar la enunciación de los pensamientos del maestro. La película arranca en el año 500 AC aproximadamente, con un Confucio (notable, Yun-Fat Chow) ya designado como ministro de justicia y en plena recorrida del imperio de Qi y en franca aplicación de su forma de ver la vida (esto de la armonía en convivencia) y los cambios de fondo que transformarían China para siempre, al punto de haber sobrevivido hoy al régimen comunista que implícitamente ha tratado de pasarlo al olvido. Cuidadísima fotografía y banda de sonido. Una película que da bronca que no estrene acá. ¿Distribuidores, serían tan amables de verla y traerla?

Cinco de siete no está mal, créame no fue fácil soportar el formato de proyección lo cual me dispara un poderoso llamado de atención a la organización. El nivel de selección es de bueno para arriba, el espectador sabe ser agradecido cuando se lo respeta como tal. Para la próxima sírvanse mejorar el formato porque la calidad de las obras lo merece y los que vemos cine también.

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