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CRÍTICAS - CINE

Daybreakers: Vampiros del Día

Daybreakers: Vampiros del Día (Daybreakers, EE. UU., 2010)

Guión y dirección: Peter y Michael Spierig. Producción: Sean Furst, Bryan Furst y Chris Brown. Elenco: Ethan Hawke, Willem Dafoe, Claudia Karvan, Michael Dorman, Vince Colosimo, Isabel Lucas, Sam Neill. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 98 minutos.

Gattaca con vampiros. Eso es lo que venía a la mente luego de ver el trailer de la película que ahora nos ocupa. Algunos elementos remitían a aquella película de ciencia-ficción: una sociedad en un mundo futurista, personas diferentes al resto de los mortales, Ethan Hawke como el “distinto”… Eso sí: el cover de “Running up that hill”, de Kate Bush, a cargo de Placebo, que sonaba al final del avance pegaba perfectamente con las imágenes. Fíjense aquí, si no.

Pero al ver la película, la historia vendría a ser más como el tercer acto de la novela de Richard Matheson Soy Leyenda (no puedo contar mucho, pero quienes la leyeron saben a qué me refiero).

En un futuro totalitario donde los vampiros son mayoría, los humanos son usados como ganado proveedor de sangre. Pero la hemoglobina comienza a escasear, y como efecto de esta carencia alimenticia, los colmilludos ciudadanos se transforman en criaturas como murciélagos gigantes, superagresivos. El científico Edward Dalton (Ethan Hawke) se dedica a preparar un a sustancia que permita reemplazar a la sangre como comida, con resultados poco alentadores. Su poca alegría de pertenecer a la raza dominante lo lleva a unirse a un grupo de personas que buscan el antídoto que convierta a los vampiros en gente normal. Claro que el poderoso empresario Charles Bromley (Sam Neill) tratará lo imposible para que continúe el reinado de la oscuridad.

En 2003, los gemelos australianos Peter y Michael Spierig sorprendieron al mundo con Undead, una ultraindependiente película de zombies que adquirió el status de culto. Ahora se les dio una gran producción con actores prestigiosos. Y no lo hicieron nada mal. Primero que todo, Daybreakers es un entretenimiento que no para nunca, en el que no faltan las escenas gore ni algún cuerpo desnudo, pero siempre en función de un cuentito muy bien contado. Los Spierig llevan cada secuencia a un nivel más alto de emoción gracias al trabajo actoral (imperdible también Willem Dafoe como un ex chupasangre mercenario) y a algunos dramas familiares  —el personaje de Sam Neill está en conflicto con su hija, que no quiso seguir sus pasos—, y al evitar algunos clichés como historias de amor… aunque puede haber alguna, pero implícita. El clímax, para coleccionar.

Junto con la excelente 30 Días de Noche, Daybreakers es uno de los pocos y recientes ejemplos de películas con vampiros salvajes, muy alejados de los de la saga de Crepúsculo, por suerte. Ah, y es muchísimo más entretenida que Gattaca.

 

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¡Al fin una de vampiros con sangre de verdad! Nada de esos vampiros modernos y metrosexuales que venimos viendo últimamente, que parecería que si ven una gota de sangre se desmayan.

Daybreakers: Vampiros del Día le da una novedosa vuelta de tuerca al género de los hematófagos – no puedo contar demasiado porque sino estaría incurriendo en el spoiler, pero en líneas generales la historia transcurre en un mundo (el nuestro, dentro de 10 años) donde sólo el 5 por ciento de la población es humana, por lo tanto el suministro de “alimento” para los vampiros comienza a escasear.

El Dr. Edward Dalton (Ethan Hawke) es un hematólogo que trabaja para el laboratorio encargado de regular el suministro de sangre en el mercado, que se obtiene de una suerte de “sembradío de humanos”. Pero el doctor en cuestión es, en realidad, un buenazo que no quería ser vampiro y que es previsible que en algún momento va a cambiar de bando (y después no me vengan con que Avatar es una copia de Danza con Lobos, porque este argumento del “malo” que se vuelve en contra de los suyos lo vimos mil veces y lo vamos a seguir viendo, ¡porque nunca deja de ser efectivo! He dicho.)

 

El personaje de Willem Dafoe (con porte vampiresco de pies a cabeza – chequeá esos rasgos, Pattinson) constituye la base de esta novedad de la que hablé al principio, y funciona muy bien. Todo es lógico dentro del universo que se plantea en la peli, quizás al principio cuesta un poco entrar en el código, ya que incorpora algunos elementos tal vez un poco forzados o exagerados, pero rápidamente uno se familiariza con ellos y comienza a disfrutarlos.

 

Se completa el cast con un brillante malvado encarnado por Sam Neill, a quien los colmillos y la palidez le sientan muy bien.

 

La película es, a simple vista, un entretenimiento digno de la cartelera veraniega. Sin embargo, se permite darse el gusto de constituir una crítica al sistema médico y el imperio de los laboratorios. Lo que importa es la enfermedad, el negocio que se puede montar entorno a ella, no la cura, y ahí está la clave del mal en esta historia.

 

Tal vez nunca se convierta en un clásico del cine de vampiros, pero celebro su originalidad, el retorno de la sangre sin restricciones y la apuesta por el gore, en un Hollywood cada vez más políticamente correcto y escaso de ideas.

 

Los fanáticos de siempre de los vampiros la van a disfrutar mucho. Y los que no lo son, igual pueden verla con amigos y un buen balde de pochoclo… o con tu chica, para apretarle la manito cuando la cosa se pone violenta.

 

Advertencia: No apta para teens generación Crepúsculo.  

 

Por Florencia Gasparini Rey

Una nueva de vampiros.

Corre el año 2019, la Tierra no es lo que muchos esperábamos. Poblada con sólo un 5% de humanos, especie en extinción. Los vampiros se apoderaron de ella pero tienen un vital y enorme problema, su propia extinción, tambien se acaba el alimento: la sangre.

Varios intentos científicos buscan reemplazar dicho alimento por sangre sintética o algún otro derivado, los resultados no son satisfactorios (reminiscencias a True Blood, la serie de HBO).

Una multinacional plagada de científicos lucran a partir de humanos que crían con el único propósito de extraerles el preciado líquido que corre por sus venas, los recursos se acaban.

Charles Bromley (Sam Neill) director de la firma, era un humano padeciendo una enfermedad terminal, el convertirse en vampiro, lo salvó de la muerte inmediata, ahora tiene vida eterna, no le importa su raza sino las ganancias que su empresa genera.

Edward Dalton (Ethan Hawke) es otro vampiro, científico, que gasta todos sus esfuerzos en encontrar la cura, encima, el no alimentarse en pocos días, produce mutaciones en los vampiros, los vuelve agresivos, y fisicamente los deforma hasta convertirlos en mostruosos vampiros reminiscentes a murciélagos gigantes.

El caos reina.

Esta nueva propuesta a las ya tan variadas historias sobre vampiros, no ofrece nada original. Nada que ya no hayamos visto. Algunos la comparan a films como Gattaca, un film neofuturista sobre la evolución humana, los genes y clones, nunca más distante a mi parecer, salvo por compartir al mismo protagonista.

Otros sugieren compararla con Vampiros, del maestro John Carpenter, tampoco creo que sea el caso, sólo comparten un elementos de gore, mucha sangre por todos lados y un maquillaje grosero de los no vivos.

Ya que estamos de comparaciones, ¿por qué no hacerlo con Inframundo? Para mi opinión, la más cercana. Reminiscencias estéticas a Constantine –sin vampiros, por supuesto-, sumémosle algo de 28 Días Después, 28 Semanas Después, Tierra de los Muertos (zombies)y la que en Argentina fue directo a video, 30 Días de Noche.

Como en todo estallido social, los rebeldes, en éste caso, los pocos humanos que quedan, organizados, cuentan con un líder: Lionel “Elvis” Cormac (Willen Dafoe), un duro, con diálogos “cancheros”, oneliners que escupen a punta de arma, con gatillo preparado antes de disparar, su personaje, sólo se remite a ello.

El film logra mantener al espectador atento en sus 98 minutos de duración. Muchas escenas de acción, persecuciones con vehiculos, corridas varias, remiten a producciones de bajo presupuesto dignas de los años 80. Los hermanos Spierig convierten éste relato en una nueva e imaginable posible realidad, los vampiros son mayoría. Connotaciones y lecturas si deseamos, pueden realizarse varias, la discriminación sectorial a los “distintos”, vampiros que comienzan el proceso de mutación, la multinacional vista como emblema del brutal capitalismo, la conversión tanto ideológica como bien podría serlo religiosa. Muchos puntos a abarcar, sin terminar de conciliar una u otra óptica.

No hace mucho, pocas semanas atrás hemos podido ver en carteleras porteñas una continuación de saga y la grandiosa Criatura de la Noche (Let The Right One In), ésta última con sólo un vampiro de importancia en su trama y con un planteo tan distante como original.

La próxima semana, entre vampiros y zombies,dentro del género de terror/horror llega una más, Tierra de Zombies (Zombieland).

Amantes del género, nunca más contentos.

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