El Pozo (Argentina, 2011)
Dirección: Rodolfo Carnevale. Elenco: Eduardo Blanco, Patricia Palmer, Ana Fontán, Tupac Larriera, Norma Pons, Dora Baret, Juan Palomino. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 104 minutos.
El Pozo narra la historia de Pilar, una chica autista, y su familia. Concentrándose, principalmente, en los conflictos que acarrea la enfermedad dentro del núcleo familiar, y la responsabilidades que implica para sus allegados, especialmente sobre los padres. A su vez, vale la pena destacar que el film refleja la historia de la familia del director Marcos Carnevale, dentro del marco de una ficción.
Creo que lo más importante a la hora de evaluar la película, al menos una de estas características, es tratar de identificar las intenciones del director. Esta debería ser una tarea claramente sencilla, que salta a la vista debido a la impronta del director. Pero como mencionaba, es una tarea importante, porque es lo que va a distinguir los errores narrativos, como verdaderas fallas, o simplificaciones en las que la dirección cae, con la intención de acercarle el film a la masa. Sabiendo que es un trabajo sumamente personal, no dudo de las buenas intenciones de Carnevale y su familia. Por lo que prefiero considerar las obviedades y los trazos gruesos como eso, solo obviedades que están ahí con la intención de que el espectador no dude del sufrimiento y la lucha de la familia protagonista. Lamentablemente, las buenas intenciones en cine no remplazan el arte, no remplazan la narración. En el cine, las buenas intenciones, no se filman.
A la hora de sentarse en la sala de cine para ver El Pozo el espectador tiene que saber que va a ver un film a prueba de tontos, una película que no solo no lo va a desafiar, sino que lo va a subestimar, lo va a rebajar, intelectual y artísticamente. Lo cual es una verdadera lastima, ya que la historia abre varios abanicos de encrucijadas, donde la propia impronta e historia personal del espectador podrían haber enriquecido los grises morales de los personajes, haberle otorgado vuelo a la toma de decisiones y problemáticas que estos tienen que enfrentar. Problemáticas que no son menores. Pero, como su título bien lo indica, la película no se eleva, sino que desciende. Su simplificación, el subrayado de lo obvio, son un ancla que nunca le permiten despegar. La realidad es la siguiente, cuando la imagen plantea una situación, y la misma imagen, gracias al trabajo de los actores y las acciones que plantea el guion, la resuelven, colocar una línea de diálogo explicando lo ocurrido, no solo cumple la única función de señalar lo obvio, sino que molesta, especialmente cuando ésta no contiene ningún agregado artístico especial, es decir, no es una línea de diálogo metafórica o que es susceptible a múltiples lecturas que enriquecen lo ya visto. Ejemplifico, al comienzo de la película, el espectador es testigo de una mesa familiar. El padre charla con el hijo menor de la familia, y de un amiguito del chico. La hija, Pilar, comienza a tomar actitudes y actuar de forma característica de un autista, lo cual, es realmente incómodo para el amiguito, y aún más incómodo para el hermano. Lo cual, pese a lo grosero del planteo, está bien resuelto con el accionar de los personajes. El padre trata de calmar a la hija, de hacer que el pequeño invitado no se asuste, explicándole la condición de la hija. El hermano de Pilar se para, se va, deja solo al amigo mientras insulta a la hermana, grita, y deja bien en claro que desearía que no fuera su hermana, lo cual, créame, ya estaba claro. Como si esto fuera poco, antes de irse a dormir, toma una grabadora y solo en su cuarto, se graba diciendo lo mucho que odia a su hermana, su enfermedad, y como desearía que no fuera su hermana. Esta repetición anti cinematográfica destruye completamente el film, puesto que se hace presente en cada fotograma.
Si bien uno puede asumir que el factor personal de la historia, puede llegar a otorgarle un tinte autobiográfico, y de esta forma ganar un par de puntos por su carácter documental, la idea no se termina de generar en el espectador. Claro está, es oficialmente ficción, pero la cercanía con el tema de la gente involucrada en el film, le concede un carácter de veracidad a lo que se narra, esto se ha visto varias veces, pienso en casos como Mi Pie Izquierdo o más recientemente El Solista, donde lo ficcional de la película está ahí para hacer más accesible y llevadera la historia, pero uno nunca duda de que se esta frente a una fragmentación de algo que es real, no duda de su veracidad. Pero para alcanzar eso, las películas aprovecharon lo ficiconalizado para tomar una postura que, de otra forma, con el documental no podrían haber alcanzado. El Pozo, sin embargo, busca en la ficción didactismo, pero no se detiene cuando lo consigue. Pasa de ser didáctica a ser aleccionadora, y ahí sale perdiendo, quedando a años luz de films del mismo estilo y género. Rain Man, pese a sus licencias artísticas termina siendo mucho más interesante, porque logra una mejor empatía con el espectador. El virtuosismo de Mary and Max, y el paralelismo con entre ambas historias, termina acercando mucho más al espectador a una enfermedad, que si bien es distinta, guarda similitudes con la que tiene Pilar.
Tal vez el deseo de Carnevale de dar a conocer a su historia le jugó en contra, tal vez fue el exceso de simplificación para llegar a una mayor audiencia, tal vez haya sido el uso y abuso de ligares comunes y cliches, o puede que sea la sumatoria de todos estos elementos. Pueden haber sido muchas las causas, pero la conclusión final es que El Pozo falla, lo hace desde el guion, desde la puesta cinematográfica, desde las actuaciones. Falla todo lo que debería sostener la película, y es una lastima, porque no dudo de que en el fondo, haya una historia que merecía ser contada.
luzzani@asalallenaonline.com.ar
Basándose en una historia real y tomando sus propias vivencias, Carnevale cuenta la difícil historia de Pilar, una chica autista de 26 años, y su entorno familiar. El tema principal pareciera ser la cuestión de un autismo jamás superado por la madre, pero el foco se va corriendo hacia la familia, ya desgastada por la dolencia, que se niega a bajar los brazos con sus altibajos y el dolor a cuestas.
Patricia Palmer y Eduardo Blanco conforman un matrimonio con dos hijos: uno que cursa la primaria con inconvenientes, y la joven Pilar que padece de este síndrome desde pequeña. Carnevale decide comenzar el relato con una serie de situaciones que pondrán al espectador al tanto de cómo es la convivencia con un familiar autista, las diferentes reacciones de los padres, la falta de atención hacia el otro hijo y la esperanza al comenzar una nueva terapia.
Eduardo Blanco encara un nuevo papel y sortea el encasillamiento; como siempre, el resultado es óptimo. Su relación con el joven actor Túpac Larriera emite frescura y naturalidad. No se lo ve muy relacionado con Pilar -un admirable trabajo de Ana Fontán- pero ello se debe a que cada miembro de la familia cursa una etapa diferente en lo que hace a afrontar la difícil discapacidad. Es así como el eje del film se corre hacia lo que sería una falta de comunicación total: el pequeño ya no sabe cómo pedir la atención de su madre, que a su vez no sabe cómo afrontar del todo la idea de que Pilar no va a cambiar; el padre, por su parte, acepta la situación pero no da el soporte necesario a la pareja, mientras que intenta recomponer su relación con su hijo. Entre tanto, con una alegre cuota de realismo mágico, Pilar se sumerge en un mundo de fantasías en el cual se relaciona afectivamente con los nuevos personajes que van llegando a su vida.
A pesar de que el film abarca un tema tan difícil como intimo, el relato se entiende y llega a buen puerto; sin embargo, algunas situaciones quedan algo “descolgadas” y el ritmo comienza a decaer, pero todo esto se ve suavizado gracias a la comprometida actuación de Ana Fóntan, que trabaja este complejo rol de manera profesional y logra crear un enlace entre el mundo real y el universo personal de Pilar, con todo lo que ello implica. Otra destacable actuación es la de Ezequiel Rodríguez, que compone a un chico discapacitado compañero de Pilar.
El elenco se completa con figuras como Norma Pons, el infaltable Juan Palomino, Dora Baret y Gustavo Garzón, entre otros. El film fue premiado por el público con el Audience Award y recibió varios premios durante su paso por el “New York Independent Film and Video Festival” de los Estados Unidos.
Por Julia Panigazzi