(Argentina, 2019)
Dirección: Victoria Chaya Miranda. Guion: Carla Scatarelli. Elenco: Esther Goris, Guadalupe Docampo, Francisco Bass, Arturo Bonín, Alberto Ajaka, Germán de Silva. Producción: Victoria Chaya Miranda. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 83 minutos.
La vida nocturna en la gran ciudad se nos antoja como un manjar preparado a base de bares modernos, espectáculos audaces y otras ofertas para experimentar momentos únicos, incluso prohibidos, como sólo sabe ofrecer la noche. Pero dentro de ese manjar también puede haber excesos, podredumbre, locura, desesperación. Así lo demuestran una buena cantidad de películas, como la flamante A oscuras.
La historia se centra en tres personajes conectados de una u otra manera. Tenemos a Lola (Ester Goris), una actriz que supo conocer la fama y la fortuna, pero que ahora se hunde cada vez más en la decadencia, con abuso de medicamentos y todo. Tenemos a Ana (Guadalupe Docampo), una joven que sobrevive bailando en el caño y mantiene una relación cada vez más tensa con Víctor (Alberto Ajaka), un hombre de negocios turbios. Y tenemos a Lucio (Francisco Bass), el dueño de un bar palermitano que pretende evadir sus problemas personales aspirando cocaína. Tres personajes en medio de crisis que los pondrán a prueba.
Como en su ópera prima, Eso que llaman amor, la directora Victoria Chaya Miranda cuenta una historia coral basada en los personajes y sus complejidades. En aquella oportunidad el eje estaba puesto en el amor o la falta de ese sentimiento. Ahora pone énfasis en el costado más autodestructivo de la condición humana. Lola, Ana, Lucio y quienes los rodean son mostrados con honestidad, sin emitir juicios de valor; todos tratan de sobrevivir, de aferrarse de lo que queda de sus sueños y de sus anhelos, y deben cuidarse de no ser devorados por sus propios tormentos.
Otro mérito de la directora y de la guionista, Carla Scatarelli, es contar la vida y los padecimientos internos de los personajes sin caer en sobreexpliaciones ni lugares comunes. De dónde vienen y otros aspectos de cada uno es presentado mediante pinceladas, de modo que el espectador puede completar la experiencia. Un aspecto del film que también es potenciado por la música de Lula Bertoldi (con reminiscencias a la banda sonora de Crash, de David Cronenberg), el arte de Catalina Oliva y la fotografía de Pablo Parra.
Esther Goris transmite la fragilidad de Lola, pero sin perder su carácter, consiguiendo una de sus mejores actuaciones. Guadalupe Docampo confirma su versatilidad para componer personajes con riqueza de matices, incluso en un mismo film. Francisco Bass, de más presencia en televisión que en cine, resulta muy convincente en un rol tan arriesgado, y evitando la sobreactuación. Y vale destacar los trabajos de Alberto Ajaka, Germán de Silva y Arturo Bonín como Mario, el taxista que conecta a los protagonistas y funciona como cable a tierra.
A oscuras es una película urbana, adulta, incómoda. Si bien algunos climas son propios de un thriller, en el fondo se trata de un drama con criaturas de la noche tan humanas como las que caminan a la luz del día.
© Matías Orta, 2019 | @matiasorta
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