Jueves 30 de octubre.
“¿Para qué sirve la sangre, si no para ser derramada”, decía Clive Barker en su cuento “Lo prohibido”, que sirvió de base para Candyman.
El Buenos Aires Rojo Sangre está aquí, y no es una edición más: cumple sus primeros 15 años. Y lo festeja con más días, nuevas secciones, propuestas jugosas, y altas dosis de horror y diversión.
Además de películas (proyectadas en las dos sedes del Complejo Multiplex Lavalle), se realizarán actividades especiales y otras propuestas que empaparán al público en la esencia de un evento como pocos, y que recién empieza.
Nymph (Serbia. 2014)
El verdadero comienzo de la experiencia Rojo Sangre de este año fue con Nymph; tiene los elementos que una película de un festival de horror tiene que tener: asesinatos, minas en bolas, monstruos, héroes. Claro que con los elementos solos no hacemos nada pero el director serbio Milan Todorovic (quien ya había pasado por el BARS con su ópera prima zombiesca Zone of the Dead) se las ingenia para armar una película chiquita pero digna; con pequeños diálogos que parecen medio nabos logra darle identidad a su grupo de personajes (fundamental en una slasher) y con dos mangos logra filmar decentemente esa terrible isla Mamula en la que -tanto en el relato como en la realidad- funcionó un campo de concentración fascista. Además lo tiene a Franco Nero. No es novedad que el viejo labure a sus más de setenta pirulos -en los últimos años el Django posta metió más de 5 películas por año- y, más allá de ser un actorazo, este tipo de cine de explotación es perfecto para él por lo que representó y por lo que representa.
La trama es simple, un grupo de chicas muy lindas que se la pasan en malla y minishorts bailando música electro -ideal para el bolsillo del caballero (hetero) y para la cartera de la dama (homo)- junto con un pelado probablemente de un signo de agua y un canchero de seguramente leo, planean visitar la temible isla Mamula. El resto se lo imaginan. O no, porque además de ser una slasher con referencias explícitas a Sé lo que Hicieron el Verano Pasado, también es una lo-fi / sci-fi con un componente mitológico tan viejo como original.
Asmodexia (Estados Unidos, 2014)
Mi decepción con Asmodexia tal vez tenga que ver con las altas expectativas con las que fui a verla. Una semana en la que se estrenó la gloriosa Rec 4 y me la pasé alabando al horror español me hizo ir a la sala con la vara altísima. Esperaba que me rompan el cráneo de un palazo y simplemente me dieron unas palmaditas en el lomo como si fuera un bulldog francés. El primer largo de Marc Carreté es técnicamente magistral; el horror español está de buenas desde los 60, no es novedad, aunque también es verdad que tuvo una interesante renovación en los últimos años de la mano de, por ejemplo, Películas para no dormir. Y Asmodexia, aunque en su parte técnica no le deba nada a nadie y tenga una historia ingeniosa, narrativamente no logra atrapar al espectador por culpa de su tono monocorde y soporífero, y no alcanza el buen nivel de una gran cantidad de producciones ibéricas contemporáneas.
Se nos presenta con unas grandes letras rojas geniales aunque ya un poco gastadas de revival y se para entre el subgénero de exorcismos y la road movie. Acompañamos a un pastor con su nieta en un sórdido viaje ayudando almas infectadas; pasamos sin escalas de un psiquiátrico a una cueva de yonkis y nos van preparando para un final aterrador. Claro que nos podrían haber ahorrado el pianito denso con efecto de clonazepam que se repite durante un largo lapso del paseo y haberle dado más entidad a algunas escenas que se lo merecían. Un final diez puntos en una trama que podía haber dado más, el síndrome Sexto Sentido.