Yo Capitán (Io Capitano) de Matteo Garrone se estrenó en la Competencia Oficial de Venecia en agosto de 2023 y a fines de enero de este año, el mismo día en el que se anunciaba que estaba nominada al Oscar como mejor película extranjera, era el film de apertura del único festival del mundo cuyo director artístico ostenta dos Palmas de Oro de Cannes, entre muchos otros premios. El festival, Kustendorf; el director artístico, Emir Kusturica. Garrone, recién llegado de Italia, el país más ganador en cuanto a Oscars a mejor película extranjera, presentaba Yo Capitán a sala llena en la sala más grande de Drvengrad, el pueblo de Kusturica (ver acá). La sala, conectada con el restaurante Visconti (por Luchino), se llama Damned Yard por El lugar maldito de Ivo Andrić, homenajeado además de muchas otras maneras por Kusturica en sus pueblos. En ese contexto se proyectó, antes de Yo Capitán y luego de un número musical en vivo basado en Underground, un compilado de unos siete minutos, eficazmente editado y con una selección que privilegió la potencia emocional, de fragmentos de películas de Garrone.
Garrone, conocido por el público argentino en primera instancia por el Bafici, que exhibió en 2001 su largometraje Estate Romana y luego en 2003 L’imbalsamatore, es desde hace tiempo uno de los cineastas contemporáneos de las grandes ligas europeas, sobre todo a partir de Gomorra (2008). Cineasta italiano, probablemente italianísimo -es decir, más cerca de la intensidad de Sorrentino que de las propuestas de otro orden de alguien como Frammartino-, Garrone consiguió con Yo Capitán una de sus mejores películas, sobre todo por haber confiado en el poderío de la narrativa -basada en una combinación de sucesos reales, seguramente como en Gomorra, aunque en ese caso el que se basaba en la realidad era el libro de Roberto Saviano que se adaptaba- para uno de esos temas fundamentales para el cine y el mundo actuales: la migración desde África hacia Europa, presente con despareja frecuencia y desparejos logros en cortometrajes y en largometrajes tanto de ficción como documentales.
En Yo Capitán, una película en la que no aparece ni un solo personaje europeo, propone una película-viaje que parte desde Dakar, lugar en el que también comenzaba la pionera película de Ousmane Sembène de 1966 La noire de… Garrone cree en contar, y no cree en ningún “estilo internacional seguro de película para festivales”. Su películas, incluso cuando fallan o giran en falso -como su estrafalaria Pinocho– revelan un deseo, una forma de encarar el hacer cine sin trazos tímidos. Garrone no juega a no equivocarse: Garrone cree en las emociones, en el impacto, en la virulencia, en el dolor, la alegría y el llanto. Cree en la intensidad, y ahí está también El cuento de los cuentos de 2015. No por nada, según contó Kusturica, Garrone se le acercó en Venecia en el año de Gato blanco, gato negro -es decir, a fines del siglo pasado- a decirle que era su admirador. Y no por nada, entonces, veremos en Yo Capitán una mujer volando, en una imagen que puede verse como cita directa a una de las tantas famosas imágenes de Underground. Claro, también puede verse como la reafirmación de las posibilidades del cine de no atarse a los mandatos del ascetismo y la medianía, demasiado presentes en demasiadas películas de demasiadas competencias de demasiados festivales. Garrone no cree en tibiezas, quizás por eso cuando la muy buena y singular Dogman -la película de su filmografía que más conectó con L’imbalsamatore– se estrenó en Cannes hubo tantos comentarios en contra por parte de quienes valoran un cine con menos efusividad, un cine que sacuda menos. Aquí estamos con Garrone, y Garrone está con Seydou (Seydou Sarr, aparición sin dudas fulgurante para el cine) y su primo Moussa (Moustapha Fall) que han ahorrado dinero trabajando a escondidas para iniciar su periplo, su odisea hacia Europa.
La travesía será penosa, tremenda, ardua, injusta, violenta. Pero Garrone, un cineasta que cree en las lágrimas pero no como único menú, siempre tiene a mano la progresión incluso soterrada hacia alguna clase de esperanza, o al menos permite que los personajes busquen, intenten, se muevan, reaccionen, estén vivos. Así, con un trazo cargado de empatía y con la decisión de narrar -sin prisas prefabricadas pero sobre todo sin pausas pantanosas-, en este viaje nos muestra el difícil camino del héroe y también que en medio de muy probables horrores algunas noblezas, algunos sueños y hasta algunas fantasías cinematográficas todavía son posibles.
(Italia, Bélgica, Francia, 2023)
Dirección: Matteo Garrone. Guion: Matteo Garrone, Massimo Ceccherini, Massimo Gaudioso, Andrea Tagliaferri. Elenco: Seydou Sarr, Moustapha Fall, Issaka Sawadago. Producción: Paolo Del Brocco, Matteo Garrone. Duración: 121 minutos.