Jueves 27 de octubre.
Del Complejo Multiplex Lavalle (Lavalle 836) surgen olas de sangre que humillan a la de El Resplandor (The Shinning, 1980). No es para menos: hasta el 6 de noviembre será el escenario principal de la nueva edición del Buenos Aires Rojo Sangre (BARS). La edición número 17, que puede tener infinidad de significados. Por lo pronto, hay garantía de buena cantidad de películas de terror, ciencia ficción, fantasía y otros géneros, distribuidas en diferentes secciones. El público podrá disfrutar de cortos y largometrajes provenientes de distintos puntos del planeta, todos dispuestos a divertir, impresionar, desafiar. Como reza el eslogan del festival: “El cine que no vas a ver en ningún otro lado”.
A continuación, dos exponentes de la primera jornada.
Night of the Living Deb, de Kyle Rankin (Estados Unidos, 2015 – Competencia Internacional), por Ernesto Gerez
Como en su película Infestation, Kyle Rankin elige un héroe working class -en este caso, una heroína- y, como en aquella y en casi todas sus obras, se trata de un apocalipsis con ese bello hedor de la clase B. La linda colorada ya cuarentona que hace de fea rara (Maria Tasher) después de una noche de jarana, se despierta en la cama del fachero del pueblo (Michael Cassidy) y, a partir de allí, formarán pareja de aventuras para escapar de un holocausto zombie. Los muertos vivos no tienen ni el look ni el acting de los de las películas canónicas del género sino, más bien, la onda ya fue todo de las producciones clase Z del viejo y querido DIY. Para levantar el nivel de una narración que avanza a los tumbos, el viejo y prolífico Ray Wise da una mano; de nuevo haciendo de padre, como en su recordado papel de Twin Peaks, pero esta vez en medio de una comedia con algunos diálogos divertidos que no encuentran su correlación visual. Las buenas ideas no logran acomodarse y todo termina en un, por momentos, decente stand up de Tasher. Comedy horror simpática de rápida digestión.
El Eslabón Podrido, de Valentín Javier Diment (Argentina, 2016 – Reposiciones), por Matías Orta
Perturbador. Esa es la mejor manera de definir el cine de Valentín Javier Diment. Beinase: El Sentido del Miedo y El Propietario, hechas para televisión, ya daban muestras de una mente desquiciada, que no teme mostrar el costado más tenebroso de nosotros mismos, y eso se extendió a La Memoria del Muerto, su debut como director de largometrajes. Incluso sus documentales Parapolicial Negro y El Sistema Gorevisión entran en la categoría de perturbadores. Estas producciones, así como sus trabajos como coguionista junto a Fernando Spiner y Nicanor Loreti, son de muy buen nivel. Pero El Eslabón Podrido es su opus más extremo y devastador.
En una pequeña población, Raulo (Luis Ziembrowski), un hombre con retraso mental, se dedica a cortar leña para venderla entre sus vecinos. A su vez, Roberta (Paula Brasca), su joven hermana, es forzada a prostituirse. Ambos son hijos de Ercilia (Marilú Marini), una señora mayor que ve venir el final de su vida. Los tres tienen una relación cálida, auténtica, que contrasta con el nivel de desquicio de quienes tienen alrededor. Pero todo cambiará cuando Sicilio (Germán De Silva), el lugareño más despreciable, vea la oportunidad de dar rienda suelta a todo lo que siempre quiso hacer con Roberta.
Violaciones, sangre y muerte son sólo algunos de los ingredientes de esta gloriosa exhibición de atrocidades. La película tiene un comienzo impactante y las situaciones y los personajes no hacen más que empeorar, llegando a un tercer acto de puro frenesí. Bien vale destacar que cada exceso, lejos de ser gratuito, funciona en el marco de una historia bien construida y excelentemente actuada. Ziembrowski, actor fetiche de Diment, se luce en un papel que inspira ternura (de hecho, es el más humano de quienes pueblan ese microcosmos tan desagradable), aunque las circunstancias lo empujan a tomar medidas nada simpáticas. No menos impresionante es la labor de Brasca, De Silva y, sobre todo, Marilú Marini, que también logra hacer querible lo que podría haber quedado en un estereotipo.
El Eslabón Podrido permite que Diment vuelva a revelar la mugre de lo que conocemos como condición humana.