El arte de Raúl Perrone es el de la mezcla y la improvisación. Puede combinar cine mudo con música clásica y cumbia, darle vida a una pintura decimonónica o desarrollar un drama de samurais en Ituzaingó. Y esta conjugación de elementos no es irónica o posmoderna, no hay distancia. Es sincera, inevitable.
4TRO V3INT3 ejemplifica, además, otra cualidad del director: su falta de interés por las apariencias y el profesionalismo. Perrone es un eterno amateur, siempre probando y experimentando. Arrastra una trayectoria de tres décadas como cineasta, pero preserva la ingenuidad del principiante. Estrena dos o tres películas por año, y son todas bocetos o garabatos. De ahí que parte del público las rechace: no son productos acabados.
Puede que, de todas sus películas, 4TRO V3INT3 sea la que más roza el amateurismo. Porque, en este caso, los operadores de cámara son los mismos personajes, los skaters y adolescentes que vemos en pantalla, fumando porros, ensayando ollies en las calles del barrio, analizando la saga cinematográfica de Spider Man o cruzando un puente sobre la autopista. Las imágenes que ellos registran son crudas, movidas, sobre o subexpuestas, a veces incoherentes. El sonido se empasta, las voces se pierden bajo el ruido del tránsito, los rostros desaparecen bajo el humo del vapeo.
No por esto la película deja de encontrar una unidad estética. La mano de los protagonistas, que filman como si subieran el material a las redes sociales, y el montaje de Perrone generan un ritmo y un sentido en conjunto.
Es una de las magias del cine: un error técnico solo es un error cuando está aislado. Es decir, una toma fuera de foco, en soledad, probablemente quede mal. Pero si es algo constante, se convierte en una marca estilística. Las reglas del buen gusto, en el cine, son arbitrarias. O no: están hechas para el cine narrativo, para que el público le preste atención a la trama.
4TRO V3INT3 busca otra cosa. La trama, si podemos llamarla así, es una excusa: acompañamos a un grupo de adolescentes durante una noche de joda hasta el amanecer. Ahí terminó la sinopsis. Lo que nos queda, como espectadores, es un clima y un concepto. 4TRO V3INT3 es, ante todo, un elogio al amateurismo, a la promiscuidad de las imágenes en nuestra época digital, en la que todo usuario con un celular es un cineasta autobiográfico en potencia.
Perrone respeta el lenguaje de sus protagonistas, que son verdaderos políglotas. Hablan a través de sus palabras, sus tablas de skate y sus cámaras. Pero también Perrone dice presente, a través de un ralentí, una música sombría, un poema. Es una colaboración, donde la adolescencia de unos y la experiencia de otro se reconocen en el medio.
Es difícil juzgar o ponerle un puntaje a las películas de Perrone, porque salvo excepciones, como su épica P3ND3JO5, su cine no se caracteriza por obras totémicas o singulares, sino por esbozos que conforman un proyecto a largo aliento. Sería más fácil, en este sentido, opinar sobre toda su filmografía. Como espectador, o le seguís la corriente a Perrone o no. 4TRO V3INT3 no hará que sus detractores cambien de opinión, pero es otro aporte valioso para quienes ya entraron en sintonía con él.
© Guido Pellegrini, 2020 | @beaucine
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Guion, sonido y dirección: Raúl Perrone. Elenco y fotografía: Martín Ezequiel Mir, Facundo Cañete, Fede Grene, Martina Rivera, Matías Calcavecchia, Florencia Cañete. Poemas en off: Sol Zurita. Música: Andrés Nazarala y Lucas Granata. Producción: Pablo Ratto.