Para Alejandro Gil P.
Más de noventa litografías de Honoré-Victorin Daumier se suceden en Caricaturana. Este cortometraje de Radu Jude se basa en una idea del director y teórico Sergei Eisenstein (1898-1948) donde él componía posturas de Robert Macaire, un estafador ficticio que apareció en numerosas películas y obras teatrales.
Gran parte de los nueve minutos de la película transcurren en silencio. Como si se tratara de una vuelta al cine mudo, Jude pone a prueba los dispares sentidos del cuerpo de Macaire y sus estafados.
Las manos, los pies y los rostros de los personajes ilustran múltiples formas de engaño en cada imagen. Por ello nuestra mirada atiende a las extremidades de las representaciones corporales una vez que la narración de Serban Pavlu nos sugestiona.
Sin embargo la mirada no recibe la ayuda de planos detalle. Esta decisión y los pocos segundos de cada imagen afilan nuestra mayor atención. Así ellas comprueban que cada puño cerrado, saludo prolongado, piernas estiradas y calzados escondidos dicen casi tanto como cuando el narrador interviene.
Tales intervenciones recuperan el humor de Daumier. También contradicen el remoto anhelo en la idea original de Eisenstein hasta reducirlo a un fetiche. Y sorprenden jocosamente cuando aparece un interciso de una noticia actual en torno a Gwyneth Paltrow y un incendio provocado por su línea de productos.
Por su parte, Plastic Semiotic presenta un collage de imágenes donde unos juguetes ponen en escena momentos cotidianos de la modernidad. Como la primera, esta obra abre con una cita de Charles Baudelaire que le brinda a ambas una impresión de díptico audiovisual y literario.
Y las dos muestran seres antropomórficos mas no hay humanos en escena, solo su representación. La puesta en escena de estos juguetes aparentan y dimensionan vidas más allá de lo plano gracias a ágiles y escasos movimientos de juguetes a cuerda.
Cuando el capítulo de la infancia se convierte en el de la adolescencia, lo plástico se hace más palpable a través de la persistente quietud y los tonos brillantes de rojos, blancos, rosas, verdes y azules; matices típicos del consumismo.
Atender el transcurso de estas imágenes fijas implica hacerse varias preguntas. ¿Podemos hablar de primeros planos o planos generales cuando todos estos son juguetes y no hay personas? Si la referencia teórica en el arte es la figura humana, ¿no se trata acá de planos detalle en su totalidad?
De buscar tales respuestas en estas dos obras, el tecnicismo vuelve risible e irrelevante la figura humana. En ambas el contexto sonoro permite que lo humano intervenga sea como voz o como sonidos producidos por la técnica.
Frente a su entorno el realizador rumano creó un mundo de plástica banalidad. Y para colmo refleja costumbres perturbadoras para los ojos y las manos de sus hijos.
Lo complejo de este acercamiento recae en una paradoja. También el cine fue creado y es reproducido a criterio de las personas y Jude no alcanza a resignificar este hecho al menos en el segundo corto.
Con el mayor preciosismo técnico representa a través de los juguetes todos los vicios, las costumbres, las construcciones, las destrucciones, las historias y la prehistoria de la Tierra. A diferencia, Caricaturana plantea los alcances y limitaciones del cine más remoto con mayor sencillez, gracia y brevedad en el uso de sus elementos.
Caricaturana
© Eduardo Alfonso Elechiguerra, 2021 | @EElechiguerra
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