Jueves 24 de noviembre.
Faltan pocos para que termine la 31º edición del festival, pero estos días son la oportunidad perfecta para que los espectadores puedan encontrarse con las propuestas más arriesgadas. Como Los Decentes y Monger, que generan opiniones encontradas entre el público. También se presentó Cuatrero, lo nuevo de Albertina Carri. En cuanto a las actividades especiales, se destacaron la presentación del libro La Cueva de Chauvet (que recopila lo mejor de la publicación web homónima, dedicada al análisis cinematográfico) y el seminario de cine de género, esta vez dedicado a los festivales especializados en la materia.
A continuación, la primera tanda de críticas.
Los Decentes, de Lukas Valenta Rinner (Argentina / Austria / Corea del Sur, 2016 – Competencia Argentina), por Matías Orta
Las películas ambientadas en barrios cerrados o countries pueden constituir un subgénero, incluyendo dentro del cine argentino. Aun cuando incursionan en géneros distintos, Cara de Queso (2006) y Las Viudas de los Jueves (2009), por nombrar dos, permiten observar la idiosincrasia de una sociedad, y también las miserias que se ocultan debajo de una superficie de belleza, prestigio y elegancia. Los Decentes (2016), pertenece a la misma categoría, pero también tiene personalidad propia.
Belén (Iride Mockert) ingresa a trabajar como empleada domestica, cama adentro, en una residencia del country Palo Verde. Su nueva vida no empieza siendo prometedora: cuando no está limpiando pisos o cargando las valijas de su jefa y de su caprichoso hijo tenista, sale (mejor dicho, aceptar salir) con el guardia de seguridad (Mariano Sayavedra), en veladas por demás aburridas. Pero pronto, en una de las residencias vecinas, descubrirá una comunidad nudista. Allí encontrará aceptación y un clima de serenidad que la hace sentir libre, donde la lectura de textos propios convive con lecciones de sexo tántrico y performance delirantes. Un modo de vida que no es bien visto por la mayoría de los lugareños. Belén será testigo y partícipe del malestar que irá en aumento.
Como en Parabellum (2015), su ópera prima, el director Lukas Valenta Rinner presenta a un grupo de personas que funciona de un modo diferente al del resto, pero está dispuesto a lo que sea si se siente amenazado. Una vez más elije un tono cuidado, pulcros, con buena cantidad de planos fijos, pero de fuerte impacto. Los toques de humor a partir de las situaciones absurdas que vive la protagonista esconden una tensión y una oscuridad crecientes. Además, el director contrapone dos mundos (uno, más conservador y represivo, y otro, más abierto y liberado), y de manera cuidada, evitando los lugares comunes y las sobreexplicaciones, presenta un fresco de cada uno. Asimismo, Valenta Rinner arriesga toda la película con el apoteótico final, pero se trata de un riesgo que del que sale victorioso.
Luego de numerosos papeles secundarios en cine y televisión, Iride Mockert debuta como protagonista absoluta de un film; le pone el cuerpo (literalmente) a Belén, en una actuación contenida, que transmite mucho con movimientos y palabras justas.
Con una pensada puesta en escena y un guión preciso, Los Decentes cautiva a los espectadores, los acaricia, los hace reír, para luego encajarle una patada en las encías.
Jesús, de Fernando Guzzoni (Chile, 2016 – Competencia Latinoamericana), por Alejandro Turdó
Los Olvidados
El chileno Fernando Guzzoni estrenó su segundo largometraje, en el cual nos expone un relato basado en un hecho que sacudió a la opinión pública de su país en 2012 y que fue caratulado de forma derivativa y reduccionista por parte de los medios locales.
Es la historia de Jésus, un chico criado en los barrios populares trasandinos; alguien a quien se puede denominar como un “nini”, ni estudia ni trabaja. Él y sus amigos interactuan con tribus urbanas particulares y -ante la falta de mejores opciones- su día a día se compone básicamente de juntarse en lugares públicos, ir a fiestas, consumir alcohol y mantener una vida sexual sumamente variada.
En Jésus (2016), Guzzoni pone en pantalla a un sector de la sociedad chilena que convive con la violencia cotidiana, la exclusión social y una falta alarmante de perspectivas de mejora. Su investigación sobre el hecho verídico potencia aquello que se expone en la estructura narrativa.
Con imágenes fuertes y un tratamiento sin destilar de una violencia que se filtra en todos los ámbitos de la vida cotidiana, se trata de una obra que definitivamente impactará a propios y ajenos por su audacia al momento de tratar una problemática muy evidente pero al mismo tiempo pocas veces tratada de forma tan directa y cruda.
Cuatreros, de Albertina Carri (Argentina, 2016 – Competencia Latinoamericana), por A.T.
Ensayo archivista y familiar
Lo nuevo de la directora Albertina Carri se llama Cuatreros (2016), y como suele ser costumbre en la mayoría de los trabajos de la autora, es una obra cuyo mayor peso reside en sus propias reflexiones, en este caso rescatando a un mítico bandido al mismo tiempo que indaga sobre la obra de su padre -desaparecido junto a su esposa durante la última dictadura militar- y su propia experiencia, acompañada por un sinfin de material de archivo.
Carente de una estrucuctura narrativa marcada, el film va enhebrando el mito del popular asaltante y secuestrador Isidro Vázquez, quien fuera un personaje notorio del norte de nuestro país en la década del ’60, junto con pasajes del libro que el padre de Carri había escrito sobre Velázquez en el mismo período.
Tal como lo define la misma autora, la película es una “no película” y la lectura performática llevada con su propia voz en off acompaña el viaje autobiográfico ficcional interior propuesto por el relato. Las más de 200 horas de cintas de archivo utilizadas dan una fuerza muy particular a aquello que se presenta, potenciado por los pensamientos y reflexiones de Carri.
Una obra que definitivamente tendrá otro sabor para aquellos más embebidos en el cine de Albertina Carri y esas temáticas tanto históricas como de su background familiar, elementos fundamentales y primordiales de su estilo cinematográfico que aquí nuevamente se ponen en evidencia.