Les presentamos la segunda tanda de críticas del jueves 24 de noviembre.
Espejuelos Oscuros, de Jessica Rodríguez (Cuba, 2016 – Competencia Latinoamericana), por Alejandro Turdó
Cuba en tres actos
La directora Jessica Rodríguez es amplia conocedora del género documental, pero en esta ocasión debuta dentro del terreno de ficción con Espejuelos Oscuros (2016), una suerte de antología de cuentos cortos que tienen lugar dentro de una historia central que conforma la trama principal
Bajo una producción hecha íntegramente de forma independiente -con todo lo que ello implica en un país como Cuba- Rodríguez aprovecha estas historias breves para entablar un diálogo sobre la revolución cubana, la lucha por la independencia y el rol que tuvieron las mujeres en el mismo, cono la idiosincrasia propia de la isla presente en cada fotograma.
Laura de la Uz y Luis Alberto García interpretan diversos personajes en las distintas historias, siempre con la mujer tomando un rol clave dentro de cada desarrollo argumental. Hay un destacado trabajo de diseño de arte, que logra poner en imagen el espíritu del país en distintas épocas históricas.
Gracias a un guión inteligente que sugiere sin denotar y un buen nivel de ambos actores principales, Espejuelos Oscuros es una grata sorpresa, proveniente de un país cuya cinematografía pocas veces puede darse el lujo de exponer obras de este estilo por fuera de los canales tradicionales de producción.
Monger, de Jeff Zorrilla (Argentina, 2016 – Panorama), por Matías Orta
El turismo sexual es común en todo el mundo. La ciudad de Buenos Aires no se queda atrás: así como visitantes de distintas partes del globo llegan para recorrer lugares de renombre, visitar museos y transitar zonas como La Boca y San Telmo, otros aterrizan con el objetivo de contratar prostitutas y pasar un buen rato. Se trata de una subcultura conocida como Monger, que le da título a este documental.
El director Jeff Zorrilla hace foco en tres personas. Por un lado, Ramiro, estadounidense que se encarga de coordinar los encuentros entre los mongers y la compañía femenina que elijan. Uno de ellos está cerca de alcanzar el record de acostarse con 400 mujeres antes de su cumpleaños. Tal es su dedicación, que se dedica a puntuar cada atributo femenino. El tercero es un inglés que tuvo un hijo con una escort argentina, y aunque sabe que el chico no pasará necesidades permaneciendo sólo con él, vive en el país para que pueda estar con la madre.
Zorrilla presenta con honestidad los movimientos de estos individuos, sin hacer juicios de valor. De esta manera, la cámara registra cada confesión, cada interacción entre cliente y prostituta (a la hora de conocerse en lugares públicos, nunca en la intimidad), sin ponerse del lado de ninguna de las partes. Secuencias oníricas filmadas con cámara Super 8 (el director se especializa en este formato) funcionan a modo de separadores.
Monger permite adentrarse en una movida que no es familiar para el gran público y que, por lo arriesgado y sincero del contenido, no dejará de llamar la atención.