Thelma, de Joachim Trier (Noruega, 2017 – Competencia Internacional), por Alejandro Turdó
Ese fuego que quema por adentro
El paso de la adolescencia a la adultez y el despertar sexual son temáticas capaces de atravesar todos los géneros imaginables. El director danés Joachim Trier toma ambas cuestiones y las direcciona en el sentido de lo fantástico y lo sobrenatural en Thelma (2017), su más reciente opus.
La protagonista que da título al film, interpretada por Eili Arboe, es una joven noruega que deja el hogar familiar para estudiar biología en una universidad Oslo. Apenas iniciado el ciclo lectivo, comienza a sufrir ataques de epilepsia y conforme los episodios continúan, Thelma tiene la sensación de que algo extraño sucede con ella, al mismo tiempo que comienza una relación de amistad muy cercana con Anja, una compañera de clase.
Trier y su co-guionista Eskil Vogt hacen un minucioso trabajo desde lo argumental, entregando la información de manera segmentada a través de la narración, dando forma a ese rompecabezas que representa la protagonista y su devenir agorero. La carga sexual del relato se combina con cierta lectura religiosa puesta sobre algunos personajes, generando un contrapunto interesante.
Con un eje temático que guarda similitudes ineludibles con la Carrie de Stephen King, Thelma es una película cuyo interés radica en aprovechar el costado más solapado pero efectivo del género, narrando una historia con múltiples capas de lectura.
Barrefondo, de Jorge Leandro Colás (Argentina, 2017 – Competencia Oficial), por María Paula Putrueli
El título de este estreno nacional no suena desconocido, ya que el libro homónimo en el cual se basa, ha tenido muy buenas repercusiones tanto el público en general como en las críticas literarias.
Félix Bruzzone es el autor de la novela en cuestión, y Jorge Leandro Colás, el director que le da vida en pantalla a la historia de Tavo, un piletero adicto a la quiniela, quien trabaja a sol y sombra (en realidad, a sol puro y con temperaturas agobiantes) en las piletas de casas de barrios privados de gente de clase media acomodada. Allí lidia no solo con el calor sino con clientes de todo tipo: los que lo tratan mal, los que lo tratan demasiado bien y con uno en especial que cambiará el curso de su vida.
Al limpiar una de sus piletas regulares, Tavo siente ruidos extraños en la casa contigua y decide abandonar el lugar. Esa misma noche, una camioneta lo persigue. Intenta hacer la denuncia, pero no lo toman en serio. Con la sensación que algo extraño pasa, decide seguir con su rutina diaria, que incluye soportar a un suegro algo intenso e invasivo, con el que no se lleva nada bien, y poder cuidar a su mujer embarazada, quien le tiene prohibido seguir apostando a la quiniela.
Pero el juego que lo espera a Tavo no es nada azaroso. El Pejerrey, líder de una banda de ladrones de peso pesado en el barrio, lo convoca para que sea el topo; es decir, el chico que conoce todos los movimientos de esas casas de ingresos pudientes, que se transforma en un entregador ideal. Tavo, al principio se niega, pero tras un apriete y una necesidad de cambiar su diaria, accede.
Aquí la película entra en un clima de policial y suspenso que mantiene siempre al espectador preso de lo que va a suceder, con un excelente manejo del clima y grandes actuaciones, en especial de Nahuel Viale en el protagónico. La propuesta resulta efectiva, adentrándonos de lleno en un mundo donde las diferentes realidades sociales chocan, y donde las opciones de una mejora de vida parecen ir siempre por el camino equivocado.
Barrefondo es la primera película de ficción de Colás, responsable de los documentales Parador Retiro (2009) y Los Pibes (2015) demostrando una habilidad elocuente del director para moverse cómodo en los distintos géneros.
Réquiem para un Film Olvidado, de Ernesto Baca (Argentina, 2017 – Competencia Oficial), por Ana Manson
En una época en que la nostalgia está a la orden del día y vuelve oro todo lo que toca, el consagrado cineasta Ernesto Baca se despacha con esta oda al fílmico que lejos está de responder a la lógica del mercado. Por el contrario, pone en tela de juicio todo lo que hoy creemos que sabemos sobre el cine y sus producciones, experimentando con el celuloide objeto de su afecto y citando a Guy Debord.
Con una mezcla entre documental en primera persona y (ciencia) ficción, esta película experimental rompe con los parámetros del género, mientras propone imágenes y pensamientos que nos hagan reflexionar sobre lo que él llama “reflejos falsos” de un cine para masas, repetitivo y falto de pasión. En el medio, entran en escena elementos autobiográficos y una parábola que compara religión con cine, con toques de humor y autocrítica.
El “Club del Super 8” y el “Proyecto Argenta” cobran una dimensión protagónica, como últimos refugios de este apasionado por el celuloide que, junto a otros aficionados, buscan rescatar lo que puedan de una época dorada. Mediante experimentos y otras propuestas, Baca y compañía se postulan como los salvadores del film, y a través del retrato de este proceso el cineasta va construyendo una especie de despedida a su gran amor, con la esperanza de que algún día reviva.
The Disaster Artist, de James Franco (Estados Unidos, 2017 – Hora Cero), por A.T.
Desastre de culto
En el año 2003 un señor llamado Tommy Wiseau dirigió, produjo, escribió y protagonizó The Room, una película que no tuvo mucha repercusión hasta el momento en que se volvió un placer culposo de los espectadores marginales, de esos que disfrutan el absurdo, los especiales bizarros de medianoche, etc; razón por la cual se ganó la atención de los críticos, quienes la bautizaron “El Ciudadano Kane de las malas películas”.
Quien que haya visto The Room sabe que se trata de una experiencia particular que va más allá de sus 99 minutos de duración, gozando de un universo propio y el bien ganado mote de película de culto. Por motivos como este, el actor y director James Franco decidió llevar a la pantalla grande la historia sobre cómo The Room llegó a ser lo que es, y por sobre todo descifrar quién es realmente el enigmático señor Wiseau.
The Disaster Artist (2017) está basada en la novela homónima de Greg Sestero -amigo de Tommy Wisseau y co-protagonista en The Room– cuenta la razón fortuita mediante la cual Sestero conoció a Tommy y cómo se gestó la realización de la que para muchos es la peor película de todos los tiempos.
Franco interpreta a Wiseau en la película y por supuesto los momentos humorísticos están asegurados en cantidades exhuberantes, pero posiblemente el mayor logro del director/actor sea la búsqueda del costado humano de Wiseau, un hombre enigmático de cual se especula mucho y sabe muy poco, incluso al día de hoy.
A Franco lo acompañan algunos de sus secuaces habituales como su hermano Dave, Seth Rogen y hasta Zac Efron, es una película que –al igual que su fuente original- comienza como el relato de un desastre pero se transforma hasta convertirse en una obra sobre la persecución de los sueños, el anhelo de fama y qué hacer cuando todo lo demás falla.