Imitación de la vida tuvo dos versiones fílmicas. La primera, en blanco y negro fue dirigida por Stahl en 1934, mientras que la remake, en brillante tecnicolor, fue realizada por Douglas Sirk 25 años más tarde.
Ambas participan de un mismo género, el melodrama, más acentuado en la original. Dos son los conflictos centrales en ambos films, involucrando a sendas duplas madre-hija. Los nombres de los personajes no coinciden, pese a que la novela que les da origen, de Fannie Hurst, es la misma.
En la que ahora nos ocupa, Beatrice Pullman (Claudette Colbert) es una cálida mujer que conoce por azar a Delilah (Louise Beavers), quien se encuentra sin trabajo y que al tener a Peola, su hija, no encuentra fácilmente quien la contrate. Beatrice (Bea) finalmente la acepta para alegría de su hija Jessie (Rochelle Hundson), apenas algo menor que Peola.
Bea descubre el talento de Delilah para hacer panqueques y con los años afianza un negocio que se vuelve millonario, creando la marca “Aunt Delilah Pancake Flour”.
Los conflictos afloran cuando Peola, cuya madre (“colored”) tiene la piel mucho más oscura que ella, se distancia de Delilah e incluso intenta esconder su ascendencia (escena en el colegio, en ambas versiones). El otro surge de la relación de Stephen (Warren William) con Bea, ignorando que su hija también lo pretende.
Resulta difícil elegir entre ambos films ya que por un lado, Stahl fue el primero en realizarlo, mientras que Sirk introdujo muchos cambios sobre todo en el personaje que en el original protagonizó con gran acierto Claudette Colbert. El de la remake, a cargo de Lana Turner, es muy diferente ya que se trata de una aspirante a actriz de teatro, cuyo trabajo hace descuidar su relación materna.
La mayor coincidencia se halla en la brillante y muy emotiva escena final en ambas películas, que brillan separadamente y justifican, por una vez, una remake.
Back Street, en su primera versión (el nombre local fue “Maridos imprudentes”), lanzará a Stahl a la fama en 1932, pese a ya tener 25 títulos en su haber, en su mayoría películas mudas. Es su primer cruce con Irene Dunne, cuya patética Ray Schmidt mantendrá una relación oculta, varias veces interrumpida, durante 25 años con Walter Saxel (John Boles), un adinerado dandy. El título alude a una frase que Ray le expresa a otra mujer, en similares condiciones, cuando afirma que una mujer no puede ser feliz si lo pasa en las “back streets” de la vida de un hombre. Fannie Hurst es también la autora del libro, como en el caso de “Imitación de la vida”. A destacar la también lograda primera remake con Charles Boyer y Margaret Sullavan, no así la tercera con protagónicos de Susan Hayward, John Gavin y Vera Miles. Ambas se conocieron como “La usurpadora“ en Argentina.
Letter of Introduction es una de las películas menos conocidas y difundidas y su título local “Labios callados”, en ocasión de su estreno, aparece como una muy acertada elección. Es también una obra menor y donde mejor se percibe el carácter melodramático de buena parte de su obra.
La “pareja central” interpretativa la integran la poco prolífica y conocida actriz Andrea Leeds (Kay) y el mucho más célebre Adolphe Menjou (John Mannering), quien pese a su nombre galo era oriundo de Pittsburgh. La “carta de introducción” alude a la que la aspirante teatral le envía al famoso Mannering. Habrá un secreto compartido entre ambos que generará equívocos entre varios personajes como la novia Lydia (una bella Ann Sheridan, aún poco conocida) o el actor y ventrílocuo Edgar Bergen y su “muñeco” Charlie McCarthy, cuya creación le permitió obtener un premio especial de la Academia. Film ideal para los amantes del melodrama.
The Foxes of Harrow se conoció en Argentina como “Débil es la carne”. Fue una de las últimas películas de Stahl, destacándose en su reparto Rex Harrison mucho antes de su famoso Prof. Higgins en “My Fair Lady”. Aquí es Stephen Fox, un jugador y esclavista del Sur de los Estados Unidos (Nueva Orleans), quien se casará con la bella Maureen O´Hara. Será un matrimonio donde el amor y el odio se alternarán y cuyo fruto será un hijo, con problemas físicos y un incierto destino.
El tema racial, ya presente en la muy anterior “Imitación de la vida”, acerca este film a “Lo que el viento se llevó”, que la precedió por ocho años. Se percibe que la producción fue muy costosa y aún hoy las imágenes lucen por el esplendor de los lujosos decorados. Particularmente impactantes resultan las escenas de “voodoo” (quema de muñecas, brujería, cánticos de la población negra).
Otro aspecto destacable es la presencia de grandes actores de reparto como Victor Mclaglen, Gene Lockhart, Patricia Medina y Richard Haydn.
Es acertada la selección de esta película en la retrospectiva de Stahl, ya que no es una obra tan célebre como las dos primeras incluidas en esta nota.
© Fredy Friedlander, 2019
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