Del encierro entre madre e hija:
Desde el inicio ya se escucha la voz de Clota (Rita Cortese) en la cama, reclamando imperiosamente la presencia de su hija para que la asista. Y Stella (Valeria Lois) acude siempre solícita a sus molestas demandas e irritantes reclamos, o bien administra pastillas, buscando calmar lo insaciable materno.
El padre de Stella ha muerto y ambas mujeres se aprestan a viajar a Costa Bonita en Necochea para ver dos departamentos que Stella ha heredado. Tiene que decidir de qué modo va a disponer de ellos.
Ya en la estación terminal, un plano frontal las toma a ambas apoyadas contra una pared y pegadas una a la otra. De esta manera, Hernández ya deja en claro el tema de Las siamesas (2020), película inspirada en el cuento homónimo de Guillermo Saccomano. Como en sus anteriores películas, la directora retoma su tema distintivo del encierro de las mujeres en vínculos familiares, enfocándose aquí en la difícil relación madre-hija; vinculo complejo y cargado de ambivalencia.
El viaje en micro se presenta desde lo espacial como un escenario privilegiado para dar cuenta del vínculo asfixiante entre Clota y Stella, a falta de una hiancia separadora. Y Hernández se sirve también de ciertos elementos de la puesta en escena para crear la atmósfera de una tensión que va en aumento entre ambas: la inmovilidad que implica el desperfecto técnico, el uso de la luz roja para dar cuenta del climax agresivo (y también amoroso en el affaire entre el chofer y Stella) y el uso de la tormenta, presagiando la tragedia.
Clota se queja permanentemente de todo (de estar en el piso de arriba, del frío del aire acondicionado), y aunque Stella abnegadamente la colma, no se priva de decirle palabras hirientes, de sacar viejas facturas y de denostar a la figura de su padre. Se jacta de que su hija le debe la vida, pero hace lo posible para que no pueda vivirla. A cada distancia que decide tomar Stella, ahí está de nuevo Clota, acechando y manipulándola con sus ataques de angustia y su miedo a los robos, que expresan en realidad el miedo a que la hija le haga falta, es decir, a la soledad.
Clota es el tipo de la madre intrusiva y posesiva. Se cuela en el viaje de Stella bajo pretexto de ayudarla con los departamentos, pero en verdad busca seguir teniendo control sobre las decisiones de su hija. La señora sabotea astutamente las relaciones de Stella con los hombres, porque sabiéndose abandonada por su esposo, la concibió para que la cuide durante la vejez. Ahí donde la herencia paterna o el incipiente romance con el chofer son para Stella la posible cuña separadora, Clota intenta por todos los medios de suturar la hiancia, incluso la de los vidrios que eventualmente se interponen entre ambas, golpeando con los nudillos de su mano para volver a llamarla a su lado.
Clota y Stella son personajes que bien pueden ser pensados desde la figura del doble, incluso en su faceta terrorífica donde un personaje fagocita al otro. Ambas tienen en común las decepciones en el terreno amoroso, la soledad, el apego mutuo; pero el detalle de la vestimenta las diferencia. Clota encarna lo irrefrenable del deseo materno, como lo deja ver el estampado de su blusa con motivos selváticos; mientras que a Stella la caracteriza el rosa, propio de la hija muñeca, pero también el motivo floreado de la campera como signo de lo incipiente femenino.
Usurpando su lugar, Clota impide el desarrollo de la feminidad de su hija. Pero Stella tampoco puede separarse de la posición de hija para devenir mujer. ¿Cómo despegarse en vínculos donde la especularidad no admite terceridad simbólica alguna?
En la época de la declinación del padre como instancia separadora, Las siamesas se apoya en una puesta concentrada pero efectiva y un sólido dueto actoral para brindarnos un agudo retrato del estrago materno y del tortuoso camino hacia la feminidad.
© Carla Leonardi, 2020
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(Argentina, 2020)
Dirección: Paula Hernández. Elenco: Rita Cortese, Valeria Lois. Duración: 80 minutos.
