María y El Araña provoca en el público un mecanismo inverso al de cualquier tipo de prejuicio: en lugar de partir de lo general, parte de lo particular, de cada uno de los personajes, y después recién sobre el final de la película, nos damos cuenta de que nos hemos cruzado a montones de Marías. ¿La cuestión social siempre estuvo presente en vos cuando escribiste el guión o se desprende de la historia de los personajes?
Quería contar una historia de una chica adolescente embarazada. Así trabajamos con Ale Murray, mi coguionista. Una chica que tuviera muchas condiciones y unas ganas enormes de aprender, de estudiar y que el embarazo le cortara estas posibilidades. Comenzamos a construir la vida de María particularizando paso a paso sus circunstancias y emociones. O sea que la cuestión social estaba en mi cabeza, pero siempre particularizando, profundizando en los personajes hasta tratar de convertirlos en personas. El final podía ser un embarazo… ¿pero como se llegó a esto?
Uno podría pensar que estos personajes son bien porteños, urbanos. Cuando la película viaja a distintos festivales, ¿qué diferencias notás en las respuestas de los distintos tipos de público?
La película cuenta una historia que viaja muy bien por los festivales. Quizás las condiciones sociales sean diferentes en los distintos países, ¿pero qué ocurre cuando vemos una película china sobre una pareja de campesinos de hace cien años? Si la película trabaja pasiones humanas bien expuestas vamos a emocionarnos, hay un código emocional que diría que es casi un ADN en el ser humano.
En la película se nota una dirección de actores muy precisa, donde cada gesto es importante, ya que los personajes están mucho más definidos por sus acciones que por su discurso (algo valiosísimo y que pone al espectador en un lugar mucho más activo). ¿Trabajaste mucho con los actores las particularidades de los personajes? ¿Ellos te trajeron propuestas o vos ya los tenías definidos en tu cabeza?
Yo siempre tengo ideas pero ensayamos durante dos meses y ahí estuvo la riqueza. No las escenas del guión, sino acercamientos a los personajes. Fuimos inclusive a ensayar en el subte. Fuimos al barrio Rodrigo Bueno donde vive María. Buscar y buscar a los personajes dentro de cada actor. Cada uno de ellos aportó particularidades. Me siento muy contenta con que el trabajo de los dos adolescentes protagonistas haya sido reconocido con la postulación al Premio Condor y si bien ganó Diego Vegezzi, Florencia Salas me parece que está muy bien, y con el mérito de que nunca había trabajado de actriz.
¿A Diego y a Florencia cómo los conociste? ¿Ellos se conocieron antes del rodaje? ¿Cómo trabajaron ese vínculo que se ve tan potente?
Los conocí por un casting que hicimos. Un casting profundo con muchas exigencias. Se conocieron inclusive haciendo casting, varias veces juntos actuaron escenas parecidas a las del guión. Cada uno era importante individualmente pero también yo buscaba conformar una pareja que “cerrara” entre ellos. Tuvieron durante el rodaje un compañerismo muy cálido, que me emocionaba a mí misma por momentos.
Es muy interesante ver cómo los escenarios (los afiches de la calle, del subte, etc), así como también el vestuario (sobre todo en El Araña) cuentan y participan del relato. ¿Sos muy metódica con estos elementos? ¿Estuvieron pensados previamente o hubo lugar para la improvisación?
Me alegra tu pregunta, porque me permite mencionar la importancia q tiene para mí el arte (escenografía, vestuario, etc) en las pelis. Todo fue muy pensado en busca de narrar con estos elementos. Son para mí dos compañeras indispensables y geniales Marcela Bazano (escenógrafa) y Monica Toschi (vestuarista). Por supuesto q Daniel Andrade, el director de fotografía, no se queda atrás. Es una película de muy pocos diálogos…todo es imagen y sonidos y hay q narrar con ellos.
