Y – Competencia Internacional, de Maria Popistașu, Alexandru Baciu
Grabada en cámara fija casi en su totalidad, la coproducción teatraliza las relaciones familiares de Ileana, una de las personas claves para salvar, de manera clandestina, a cientos de niños desahuciados durante la dictadura de Nicolae Ceausescu. Únicamente las grabaciones de los recién nacidos incluidas aquí son cámara en mano, inquietan sus primeros planos por los cuerpos precarios y las moscas alrededor. Por ser material de archivo, la textura granulosa de las imágenes acentúa la crudeza.
Ya los rostros de quienes interpretan a la familia sugerían inquietudes, aunque fueran en contextos celebratorios, en sus hogares pudientes, y con planos impolutos. Sus miradas casi interpelan a la cámara en busca de la verdad o de solventar polémicas. El diseño de producción indica, con tal quietud y colores vivaces, que ninguna comodidad puede ser del todo confiable, mucho menos si es heredada casi sin esfuerzo. Aun si los realizadores prefieren generar empatía con sus personajes ‘principales’, sus ostentaciones también indican que por tales privilegios quienes sobreviven a la familia se sienten moscas beneficiándose de duras realidades del pasado reciente.
Utopie Chulteach/Celtic Utopia – Competencia Documental, de Dennis Harvey, Lars Lovén
A través de músicos y su música, la película muestra cómo algunos irlandeses se relacionan con su anhelo de independencia aun frente al idioma inglés, no solo de Reino Unido. Algunos hablan y cantan en gaélico, otros a veces despotrican de las hipocresías dogmáticas. Todos fluyen entre improvisaciones en escena, y armonías tristes. “Los ganadores escriben la historia, los perdedores escriben canciones”, dice una de las entrevistadas. Y este bien podría ser uno de los muchos sustentos en esta obra de cabezas tan parlantes como cantantes. Los imprevistos ocurridos en algunas escenas le ofrecen ligereza a estas historias sobre la música como formas de enfrentar arbitrariedades históricas.
3000 km en bicicleta – Competencia Documental, de Iván Vescovo
En medio de voces en off hablando sobre Iñaki Mazza, escuchamos que es único, otros expresan con admiración que es una bestia. Y toda la obra revela en qué consisten estos rasgos de quien ganara la medalla olímpica en ciclismo BMX en 2018. Porque a Iñaki, con veinticinco años recién cumplidos, le interesa conocerse desde los límites superables, no desde criterios impuestos por otros. Así las cosas, luego de meses sin tocar su bici, retoma sus andanzas impulsado a pedalear hasta Ushuaia para reencontrarse con Abyss, su novia quien le graba poemas en notas de voz.
Entre los imprevistos en un viaje y la medición en el plano de los kilómetros recorridos, la obra hace más palpable la inquietud de ver tal historia desde la comodidad de un asiento. Subanda sonora psicodélica acompaña el ritmo del montaje, por momentos de cortes brevísimos. La canción “m e t a m o r f o s i s” de doppel gangs y las composiciones de Simón Saieg Pascual y Rodrigo Martínez, contribuyen a que se sienta la energía del personaje principal. Su soltura también se manifiesta en la manera de vestirse y de explorar su sexualidad no-binaria, tanto como en la voluntad por y su alegría de seguir la ruta. A contrapeso de esto, el equipo técnico lo acompaña en auto, cuidándolo. También muestran las dificultades de la grabación, como en la escena de la policía que los detiene e interroga, o en la decisión impulsiva de la bestia por irse a pedalear hasta Tierra del Fuego sin previo aviso.
Badautojų Namelis/Hunger Strike Breakfast – Competencia Documental, de Karolis Kaupinis
A partir de una huelga de hambre hecha por el equipo de radio y televisión el 13 de enero de 1991 en Lituania, luego de que Moscú bombardeara Vilna; el realizador lituano recrea algunos de estos días con personajes ‘ficticios’. Daiva, anunciante de la programación televisiva, lidera la protesta junto al director del canal, un actor de teatro y cine, y un locutor de radio. Acá las reflexiones sobre la política están atravesadas por lo que significa el arte, el hambre y el ayuno para ellos. Oportunamente los límites entre ficción e Historia son confusos. Esta decisión está reforzada con la banda sonora de Matīss Cudars y Arnas Mikalkénas que sugieren la calma y el privilegio en las cuales el staff de la televisión vivía, en contraste con los austeros vecinos. Con sutilezas la obra evoca la autenticidad del cine y el teatro, frente a la “pantalla chica” donde el día a día era suplantado por numerosas repeticiones hasta que la misma cámara pasaba desapercibida.








