A Sala Llena

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50 Sombras más Pedorras

50 Sombras más Pedorras

¿Qué puedo decirles de 50 sombras Más Oscuras (Fifty Shades Darker, 2017)? Lo primero que me viene a la mente es que parece en joda. Y juro que lo digo sin ningún tipo esnobismo. Aquí escribe quien se tragó toda la saga de Crepúsculo tanto en papel, como en celuloide. Pero nadie que se haya sentado frente a este material y tenga dos dedos de frente puede permanecer serio frente a la película. Es imposible. Lo absurdo, lo ridículo, lo solemne al estilo obra de colegio, lo choto, lo delirante se te viene tan encima en la pantalla que no podés más que soltar la carcajada, por lo menos, diez veces durante la película. Eso cuando no te revolvés en la butaca de vergüenza ajena y preocupación.

Y si estás en la tercera fila, mirándola de côté, ¡peor!

 Ayer jueves salí de la radio y, junto al Chuchi (medio a regañadientes), enfilamos para el Village Recoleta. Sacamos entradas para la función de las once. A las nueve y cuarto de la noche solo quedaban fila uno, dos y tres, lo que nos dio un panorama de la expectativa real que genera la saga: anticipación de acero no importa el precedente desastroso que sentó la anterior. Cuando llegamos a la caja nos dijeron que las promos “dos por uno” de Santander Río estaban suspendidas lo que de entrada amargó a mi cónyuge indeciblemente y lo entiendo; ver semejante bodrio a full price es realmente una desdicha. Eso sumado a que la semana anterior lo había obligado a ver Assassin’ss Creed en 3D (que tampoco tiene promoción) casi genera una crisis misilística y la total división de bienes. Optamos por la fila tres y nos fuimos a morfar. Para cuando terminamos de comer opíparamente ya era hora de entrar a la sala.

El erotismo elude a la película con tanta redondez, que es casi milagroso. Nadie acaba jamás en esta película. Los dos actores parecen no haber estado en una relación sexual en todo lo que llevan de adultos. Es como si no hubieran experimentado un orgasmo ni siquiera en la privacidad de sus duchas. ¡Las escenas de sexo son ridículas! Verdaderamente despojadas de carnalidad, de vida, de sentido del erotismo. Son trabajosas y dan vergüenza ajena. No podrían haber elegido dos personas menos aptas para trabajar juntos que Dakota y Jamie. Son incapaces de encontrar una chispa en Infierno en la Torre.

Todo lo que puede estar mal con la película lo está. El guión es pésimo, las actuaciones horripilantes, la química entre ellos no existe, la banalidad es absoluta. Es liviana, machista, materialista, idiota como pocas cosas que se hayan visto en la historia del cine. Jamás vi un material tratado con tanta irresponsabilidad: deseos que se revierten sin más, necesidades reemplazadas por el más asqueroso y cursi de los enunciados, traumas que se deconstruyen con la sola voluntad violando hasta la premisa más básica sobre la que descansa el relato: Grey es un perverso, por lo menos es eso lo que querían que creyéramos para tragarnos el fardo de que le gustaba castigarla. Sin embargo en esta entrega, parece que solo era cuestión de decisión. El tipo, solito con su alma, y llevado de las narices por el amor de Anastasia puede deshacerse de la enfermedad. Resulta ser el único pibe en el mundo que vence su patología con un terapeuta fantasma y en cuestión de días. Esto realmente me asustó. La noción que subyace de manera peligrosísima es la de que al violento, con amor, se lo puede cambiar. Que a un misógino recalcitrante, un hombre que posee a las mujeres, las esclaviza y las cosifica de manera consuetudinaria, a un hombre abusado que ha desarrollado patologías en consecuencia, solo le hace falta una buena mujer que lo cambie. Una mujer, por otra parte, que no tiene una sola cualidad, un solo destello, una sola condición de excepcional. Sentada adelante, con una centena de adolescentes detrás, me horroricé frente a semejante metamensaje.

¡Dios mío, cuánta basura!

Yo sabía que iba a ser mala, pero ni remotamente pensé que tanto.

Nadie asume responsabilidad alguna por lo que se narra. Ni el director, ni el guionista, ni los intérpretes. Es un verdadero y colosal desastre.

NO VAYAN A VERLA. NO CONSUMAN ESTA BASURA.

Laura Dariomerlo | @lauradariomerlo

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