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CRÍTICAS - STREAMING

Crítica: Mudo (Mute) (Netflix), por Enrique D. Fernández

(Estados Unidos, Alemania, 2018)

Dirección: Duncan Jones. Guión: Michael Robert Johnson, Duncan Jones. Elenco: Alexander Skarsgård, Paul Rudd, Justin Theroux, Seyneb Saleh. Producción: Stuart Fenegan. Distribuidora: Netflix. Duración: 126 minutos.

Búsquenla

A principios del 2015 las hermanas Lana y Lilly Wachowski estrenaban El destino de Júpiter (Jupiter Ascending), una ópera espacial en clave de culebrón donde las realizadoras volvían a exhibir su concepto de apertura creativa, el cual se convirtió en sinónimo de arriesgado (otros podrán calificarlo como delirante) para la industria que lidera el mercado de blockbusters. Aquel fracaso donde una empleada de limpieza devenía reina interplanetaria estaba anclado en el formato new age que alumbra la filosofía de las Wachowski. Los atributos artísticos de dicha perspectiva podrían compararse con determinadas propuestas autorales de la actualidad, como la del cada vez más interesante Duncan Jones. Mute (2018), el cuarto opus del director, es otra película a contramano de las convenciones impuestas por el mainstream y los productos que desgastan el circuito de estrenos comerciales.

Después de las críticas negativas recibidas por Warcraft (2016), adaptación de uno de sus videojuegos predilectos, el cineasta inglés se despacha con un proyecto personal, considerado por él la secuela espiritual de En la Luna (Moon, 2009), opera prima de influencia kubrickiana. Sin la posibilidad de conseguir un distribuidor para financiarla y distribuirla, la encargada de posibilitar la inciativa fue la plataforma de streaming Netflix. En esta oportunidad, Jones vuelve a indagar en el género de ciencia ficción, codificando cierto esteticismo de ciberpunk y elementos clasicistas. El entramado es un policial con ribetes del neo-noir.

En medio de una Berlín futurista encontramos a Leo (Alexander Skarsgård), un barman amish que perdió el habla durante su infancia luego de sufrir un accidente que afectó sus cuerdas vocales. Está de novio con Naadirah (Seyneb Saleh), una camarera que trabaja en el mismo club y que repentinamente desaparece sin dejar rastros, motivo por el cual Leo decide investigar lo ocurrido por cuenta propia. En paralelo conocemos a Cactus (Paul Rudd), un soldado desertor que trabaja como cirujano junto a su amigo Duck (Justin Theroux), quien lleva adelante un negocio de prótesis infantiles. Ambos realizan encargos para el mismo jefe de Leo torturando mafiosos, pero Cactus y Duck están de alguna manera conectados con Naadirah, por lo que se terminan relacionando con Leo y su búsqueda en diferentes puntos de la ciudad.

El atractivo de Mute reside en su estructura narrativa, moldeada por las decisiones que toman los personajes principales. Por un lado tenemos a Leo como un religioso puritano que va alterando la armonía ortodoxa de sus creencias a medida que el argumento se desenvuelve (es un obsesivo en términos hitchcockianos), mientras que Cactus es un occidental conflictivo de creencias degradadas. Otro punto que sobresale es el trasfondo que enmarca a Cactus y Duck, quienes prestaron servicios clandestinos para el ejército norteamericano. Jones no intensifica a sus villanos con modismos cancheros, sino que los posiciona como personas inmorales (un padre violento y un pedófilo) que contrastan con el protagonista conservador de Skarsgård.

El concepto introspectivo de Mute termina instalando un relato áspero que compacta el carácter dramático sin enredarse en una amalgama de recursos visuales. Jones ya lo había demostrado en 8 minutos antes de morir (Source Code, 2011) y especialmente en Warcraft, donde priorizaba las relaciones entre personajes y lo aparatoso pasaba a segundo plano. Una vez más el director descarta cualquier ritmo dinámico repleto de secuencias de acción para concentrarse en el contorno de los perfiles y la aventura que domina la trama (a medida que se va develando el misterio también se vislumbra un conflicto político y cultural). Mute conforma una obra radical en varios aspectos, que consigue despegarse de la monotonía de los parámetros para desafiar al espectador promedio. Sepa abstenerse el público pasatista.

calificacion_4

 

 

© Enrique Diego Fernandez, 2018 | @enriquefcine

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

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