(Suecia/ Francia/ Dinamarca/ Noruega, 2014)
Dirección y Guión: Ruben Östlund. Elenco: Johannes Kuhnke, Lisa Loven Kongsli, Clara Wettergren, Vincent Wettergren, Brady Corbet, Jakob Granqvist, Kristofer Hivju. Producción: Philippe Bober, Erik Hemmendorff y Marie Kjellson. Distribuidora: Independiente. Duración: 118 minutos.
Copos de nieve frenéticos para el héroe occidental.
La identidad y los roles son paradigmas que cambian a partir de cambios sociales, culturales y económicos. Estos cambios definen los estereotipos y las imágenes con las que cada sociedad crea su ideal de sujeto social. Estas imágenes aparecen en forma de valores que crean categorías sociales que definen distintos tipos de comportamientos deseables. En este sentido, la valentía y el arrojo son para la sociedad occidental valores que constituyen y han formado las epopeyas legendarias sobre las que se basan nuestros mitos.
Force Majeure (2014) es un drama existencial sobre los desafíos de una familia moderna con padres incapaces de imponer límites y de enfrentar una situación traumática que los pone al borde del colapso en un centro de esquí europeo moderno. En medio de una serie de situaciones que se suceden tras el acontecimiento, Force Majeure crea un clima de perturbación a partir de las extraordinarias melodías furiosas de cuerdas de Ola Fløttum, combinadas con los ruidos nocturnos de explosiones que producen las avalanchas controladas, para imbuir la acción de una violencia sobrecargada pero reprimida, incapaz de ser transmitida o canalizada por los protagonistas. De esta forma, la última película del director y guionista sueco Ruben Östlund busca el máximo punto de tensión en cada situación llevando a una pareja y sus hijos a una situación límite que pone en peligro la relación y la autoestima del marido, durante las vacaciones de una familia sueca de clase media profesional de buen pasar económico.
Las excelentes actuaciones de todo el elenco logran desarrollar los sentimientos de vergüenza y miedo para expresar las expectativas que se apoderan de los protagonistas en tanto sujetos sociales incapaces de dialogar y de expresarse en un contexto exacerbado por la situación post-traumática.
Cada escena del film es una pequeña obra maestra que merece un análisis sociológico y psicológico por la mordacidad y la acrimonia de los diálogos, los cuales desatan las interpelaciones más insondables sobre la personalidad y el rol de la masculinidad en la sociedad actual. De esta manera, lo que parece una simple situación de cobardía durante una avalancha se convierte en un cuestionamiento de la falta de carácter del hombre y del ser humano en la sociedad moderna, que incita al debate sobre la dualidad humana, la cual oscila entre los valores culturales arbitrarios y el instinto.
Sin titubeos, Force Majeure interpela a la sociedad occidental en sus construcciones sociales y en sus debilidades hurgando en las heridas de una clase que disfruta de la comodidad y no puede hacer frente ni procesar una situación límite. Mientras la figura del héroe mítico individual es recuperada hasta el hartazgo por el cine norteamericano con el fin de generar apatía en un espectador indolente, obras como Force Majeure atacan puntos específicos del comportamiento social para desatar las contradicciones de toda nuestra época en un estallido silencioso que genera una pequeña avalancha que se aproxima y crece ante nuestra necia impavidez.
Por Martín Chiavarino
Es de noche en los Alpes franceses. Unos tubos cilíndricos y metálicos salen del medio de la montaña nevada y descargan sus explosiones en la oscuridad. Una familia sueca a punto de quebrarse descansa en la habitación del hotel y centro de esquí. Las explosiones los inquietan. En su segundo día allí, van a almorzar a un restaurant con vista a los Alpes nevados. Se sientan en una mesa en la terraza, los cuatro: papá, mamá, hija e hijo. Arremete una de esas explosiones y eso desencadena una avalancha, en apariencia y según el padre, controlada. La masa de nieve se acerca rápida y certera a la terraza del restaurant. El padre saca su iPhone y filma el momento. La gente alrededor se da cuenta de que algo no está bien con esa avalancha. Se acerca. Se desesperan. Los chicos gritan. Todos gritan. La nieve llega pero frena justo antes del restaurant cubriendo todo con una bruma un poco blanca, un poco gris. El peligro pasó. Los comensales, como pueden, retoman sus lugares. La familia sueca también. Intentan comer pero algo los frena. Esa avalancha rompió algo entre ellos. Esa avalancha puso a prueba a esa familia y desestabilizó, con su fuerza y su nieve, todo lo establecido.
Así arranca Force Majeure (2014), del director Ruben Östlund (Play, 2011; Involuntario, 2008), la nominación de Suecia para los Premios Oscars 2015 y la ganadora del Premio del Jurado (Un Certain Regard) en Cannes. Una película que pone en jaque a cada una de las fibras de nuestro cuerpo. Una crónica sobre la vida en pareja, la paternidad y las responsabilidades que esto conlleva.
Östlund pone a prueba a los personajes. Juega con ellos y observa cómo reaccionan en este contexto. Pone en tela de juicio los roles preestablecidos en una familia por la sociedad occidental y hace de eso un manifiesto. ¿Cuál es el lugar del padre/ esposo aquí? ¿Qué lugar espera la madre/ esposa que ese hombre ocupe? La situación límite por la que pasa la familia es un obstáculo que ellos deben sortear y del cual, hay que decirlo, ninguno de los dos sale bien parado. Ella espera que él los salve. Que sea el héroe en ese caos. Pero las cosas no salen como ella quiere. O, por lo pronto, como ella creía que tenían que salir en caso de pasar por algo así.
A partir de ahí, los personajes inician un viaje lleno de frustraciones compartidas, de reproches y de llantos desconsolados e imparables. Todo ello acompañado por una banda de sonido compuesta de sólo un tema: el Tercer Movimiento (Verano) de Las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Funciona como leitmotiv durante toda la película y añade, gracias a un montaje preciso, un dramatismo y una tensión, por momentos, insoportables (en el buen sentido).
Force Majeure nos interpela. Durante los 118 minutos que dura la película, nos ponemos primero del lado del padre, luego del lado de la madre, después del lado de los hijos y más tarde del de la pareja de amigos que llega al mismo hotel y a la que los protagonistas le confiesan su malestar por la situación que les tocó vivir. Y son ellos los que también se plantean, luego de escuchar el relato de la avalancha, qué haría uno en una situación límite.
Por Adrián Kaplan Krep