Si William Shakespeare viviera, iría a la cancha.
El cisne de Avon lo hizo todo, ya lo sabemos. Lo revisitamos una y otra vez. Lo damos vuelta. Lo mutilamos para armarlo como se nos antoje. Lo servimos y lo consumimos en cualquier formato. En muchas oportunidades sus textos se transforman en un Frankestein teatral y se llega a una formula inexacta de su representación. Consciente o inconscientemente, nos sometemos a una experiencia nueva. Tanto los espectadores como los elencos de teatro, directores, dramaturgos, investigadores, etc.
Mientras muero imagino huevos que se pudren se monta en una idea shakespereana de tragedia contemporánea. Un híbrido de varias ideas, donde las obsesiones de sus obsesivos protagonistas que podrían parecerse a las brujas de Macbeth (por remarcar solo a los dos personajes con los que empieza la obra), en una puesta en escena que de a poco va develando sus secretos.
Aprovechando el espacio que brinda la sala cancha, el Centro Cultural Ricardo Rojas se transforma en un semi piso o mansión de algún barrio de clase alta. En el mismo se encuentra el objeto de afecto de tres mujeres: Fermín. Tanta es la necesidad de recuperar a su trofeo masculino que Rubí y Margarita realizan un pacto para que si o si vuelva con ellas o darle muerte.
En el medio de esta disputa, se prepara una boda entre Fermín y la acomodada económicamente: Amanda, que viene de enterrar o al menos eso cree ella, a su antiguo prometido, Alegro. Este último dará el giro necesario a la trama, para que todo se vuelva un elemento violento en sí mismo.
¿Por qué Shakespeare llega a la cancha? O mejor ¿que tanto tienen para decir aún, sus textos o personajes clásicos en el teatro del nuevo siglo? Bien, para el contexto dentro del ciclo de operas primas del Rojas, la nueva obra del prolífico Leandro Arrellano, es un punto de partida para este desafío teatral que lejos de ser tan solo una re interpretación, mete un cuchillo filoso en temas tan actuales como los amores descartables, parejas disfuncionales, diferencias de clases, oportunismos, engaños, mentiras. Todas estas mismas causas que siglos atrás se jugaban sobre otros escenarios, pero esta vez en la piel de un elenco joven que brinda una performance atractiva y homogénea en todos los sentidos.
Con respecto a la interpretación, la misma presenta grandes aciertos en la actuación coral que es donde funciona la puesta. En ningún momento deja lugar a un respiro desde el puntapié inicial, la música en vivo y la puesta de luces al servicio de la trama que nos introducen aun más en un universo de personajes llenos de miedo, dolor, angustia y rencor.
A veces no hay mejor vehículo que la venganza para satisfacer las necesidades más despiadadas de un ser humano. Mientras muero imagino huevos que se pudren es la invitación ideal para saber si la tragedia de un hombre o una mujer, es la muerte o no saber cuándo termina una historia.
Teatro: Centro Cultural Rector Ricardo Rojas – Av.Corrientes 2038.
Funciones: Jueves 21hs
Entradas: 80 $
Flavio Hidalgo Del Castillo | @corazondecomic
Dramaturgia y dirección: Leandro Orellano. Actúan: Barbará Culotta, Martina López González. Manuel Guirao, Poppy Murray, Natalia Urbano, Manuel Iglesia. Diseño sonoro: Kchi Homeless. Diseño de luces: Matías Sendon. Diseño de vestuario: Daniela Chihuailaf. Diseño gráfico: Mumy. Producción: Poppy Murray.