LA TARJETA ROBADA
Las películas de Un detective suelto en Hollywood son comedias policiales, no thrillers. Tampoco son buddy movies, Axel Foley (Eddie Murphy, si hiciera falta aclararlo) es un marginado que se infiltra -entrega tras entrega- en una ciudad fuera de su jurisdicción, como también en las aventuras de dos buddy cops latentes que solo operan como tales gracias a su intervención.
Aquello, a su vez, implica que la intriga argumental no sea su fuerte. Siempre estamos al tanto de quiénes son los antagonistas, sus motivos y sus formas de proceder, aunque siempre hay una maniobra novedosa, como la cafeína para desviar a los perros aduaneros de cargamentos de cocaína. Y, aun así, nunca somos invitados a participar de un juego de sospechas. Aunque quienes más cerca estuvieron ejercitar ese aspecto fueron John Landis y Steven De Souza (director y guionista, respectivamente) en la tercera parte, poniendo a Foley en el rol de falso culpable hitchockiano en la segunda mitad del largometraje.
Tras décadas de proyectos inconclusos, Murphy recupera a Jerry Bruckheimer como co-productor, a quien hubiera perdido desde después de la segunda película, y nos ofrecen Un detective suelto en Hollywood: Axel F. Título que los seguidores del productor de Piratas del caribe no pueden evitar en comparar con el de su último gran éxito mundial, Top Gun: Maverick. Secuela cuyo germen nace de una búsqueda emocional inconclusa en su antecesora -el vínculo del protagonista con el hijo de su amigo muerto en acción-, que además es entrelazada con un conflicto externo muy claro, como lo es la preparación práctica para la ejecución de una misión secreta.
La misión secreta de Axel Foley siempre es la misma, comprender los huecos legales por los que se filtran sus rivales y emplearlos en contra de ellos. Lo que diferencia a esta cuarta entrega de las anteriores es, como en Top Gun: Maverick, la necesidad interna de reconciliar a su familia, pero no solo a su familia simbólica -en el caso de Axel F-, sino también a su familia de sangre.
El falso culpable es un punto de partida para esta película y la evidencia que prueba su inocencia es el catalizador, el motor de la trama. Y, por su parte, Un detective suelto en Hollywood: Axel F es fiel a sus raíces: Comedia de frente, policial como base.
Claramente uno de sus elementos más fuertes es que Eddie Murphy es Axel Foley desde la primera escena. No solo desde el opening, que nos recibe con los brazos abiertos, con el Glenn Frey de “The heat is on” a todo volumen, sino específicamente a partir de la secuencia siguiente. Axel va a disfrutar de un partido de hockey con un amigo que trabaja para el Departamento de Detroit, cuando “sorprenden” a un equipo de asaltantes armados hurtando tras las bambalinas y aprovechando los estruendos del espectáculo deportivo. El método Axel está en pleno funcionamiento antes de que nosotros nos enteremos.
La película cumple con el mismo estilo del protagonista. El primer plano de la secuencia inicial nos muestra el estéreo del auto de Axel, pero también la ventilación, que es justamente de donde será obtenida la tarjeta de memoria -el McGuffin del film- en el auto del policía corrupto, de cuyo homicidio es acusado el cliente de Jane (Taylour Paige), la hija de Axel.
De la misma forma, hay modos de entender el cine puestos en escena que inicialmente son descartados por el protagonista, con el lema de “ves demasiadas películas”. Un buen disparador para facilitarnos muy buenos gags y, por otro lado, para entender que la mera cinefilia puede ser pertinentemente aplicada como el mejor de los disfraces. Ni hablar de que esos mismos gags, desde el punto medio de Axel F, comienzan a abrumarlo, justamente a partir de un intento de replicar el chiste de la primera película, sobre los costos de pasar una noche en el mejor hotel de Beverly Hills, solo que esta vez con un presupuesto cuatro veces más inflado, y con intereses.
Los insultos habituales -esos que, quienes descubrimos esta saga por cable, no pudimos apreciar debido al doblaje- están a la orden del día y hasta mejorados, particularmente cuando vienen de la mano de Taggart (John Ashton). En esta línea, Judge Reinhold, como Rosewood, escala una etapa superadora sobre sus obsesiones con las armas y la seguridad, que siempre son distintas en cada entrega. Joseph Gordon-Levitt es un colega a la altura. Kevin Bacon encarna a un gran adversario. El balance es muy bueno, realmente.
Si hay un aspecto técnico a discutir sobre Un detective suelto en Hollywood: Axel F, es el resultado audiovisual absoluto. Los talentos están, desde Lorne Balfe en la banda sonora (las últimas Misión: Imposible y Top Gun), hasta Eduard Grau en la fotografía (Enterrado, de Rodrigo Cortés). Y no es que esta cuarta parte abuse de planos y contraplanos o de la escasez de planos generales como ninguna de sus antecesoras. Aunque parezca mentira, es una constante y la que más los pone en progresión no es la que dirige Tony Scott, sino la siguiente, la que históricamente es menos apreciada por el público y la crítica. Sin embargo, hay una estandarización de las técnicas, sobre todo de las visuales, que son propias de la pertenencia a y de una plataforma, algo que -un poco de esta manera- justifica la decisión de no haber pasado este estreno por la pantalla grande.
Más allá de eso, Axel Foley y la música de Harold Faltermeyer (filtrada nuevamente por Balfe) están de regreso, con el espíritu del guion a su servicio total y más firmes que nunca. De concretarse la próxima secuela anunciada hace unas semanas, esperamos que se tenga en consideración un estreno en cines y la mejora de los elementos visuales mencionados. Pedimos mucho, pero lo merecemos. Larga vida a Axel.
(Estados Unidos, 2024)
Dirección: Mark Molloy. Guion: Will Beall, Tom Gormican, Kevin Etten. Elenco: Eddie Murphy, Joseph Gordon-Levitt, Judge Reinhold, Kevin Bacon, John Ashton, Bronson Pinchot, Paul Reiser. Producción: Jerry Bruckheimer, Eddie Murphy, Chad Oman. Duración: 115 minutos.