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CRÍTICAS - CINE

Longlegs: Coleccionista de almas

NICOLAS CAGE ME LO ORDENÓ

En 1976 Larry Cohen realizaba God Told Me To (Dios me lo ordenó, acá jamás estrenada, teniendo en cuenta el panorama político argentino de la época), película de terror que mezclaba procedimientos policiales de investigación con la ciencia ficción y la fantasía. En ella un oficial de policía de New York investiga extraños asesinatos en apariencia aleatorios, perpetrados por diferentes sujetos, que juran estar bajo una influencia omnipresente y de la cual sólo tenemos acceso a dicha información mediante la frase que repiten cada uno de ellos al ser detenidos: “Dios me lo ordenó”

Esta siniestra, oscura y extraña película de los 70, utiliza a un ser de otro mundo, similar a un Jesús macabro e impostor (en este caso un ser andrógino, de rostro grotesco, afeminado, pálido y de cabello platinado) como representación del mal, que se hace pasar por Dios para poder llevar a cabo dichas fechorías, manipulando emocionalmente las mentes de los sujetos para que cometan los terribles actos que el protagonista intenta detener. En el transcurso del relato nos enteramos que el oficial de policía también tiene una especie de poder psíquico, poder que tal vez pueda utilizar para destruir ese mal que se esconde bajo las calles de la tumultuosa ciudad. 

Con esa resumida descripción tenemos, entonces, no sólo un pantallazo sobre la maravillosa película de Cohen, además nos sirve para yuxtaponer el film de Oz Perkins, que nos compete analizar en estos párrafos y con el que tiene, sospechosamente, varios puntos en común. Veamos. 

En Longlegs existe un mal, un asesino serial grotesco y siniestro (interpretado por un Nicolas Cage, como siempre, desatado) que influye, inexplicablemente, en distintos sujetos para que lleven a cabo masacres familiares. Lee Harker, una oficial novata del FBI (Maika Monroe, siempre eficiente), poco comunicativa tanto con su familia como con todo aquel que se le aproxime, se obsesiona con el caso y emprenderá una intensa cacería para poder atraparlo.

La joven, que arrastra un pasado clausurado por su inconsciente, comienza a sospechar que Longlegs, apodo con el que se refieren al extraño criminal, tiene algún tipo de conexión con ella. 

Ella, por su parte, más allá de su entrenamiento en el buró de investigación criminal, parece tener un sentido desarrollado que la lleva a guiarse más por su intuición que por cualquier dato fehaciente. El mal y el bien son, de ésta manera, especulares. Se corresponden y hermanan: es así que lo sobrenatural comienza a apoderarse de la obra. 

Como en el mencionado film de Cohen, Longlegs utiliza todos los tópicos de aquel para organizar su construcción: la investigación policial, el mal omnipresente que influencia a distintos sujetos para que perpetren masacres y que siempre estuvo escondido bajo las narices de los protagonistas, el look andrógino, grotesco, pálido y afeminado del enemigo; el oficial obsesionado con el caso y que termina siendo un ser dotado y extraordinario y con ello el acercamiento a lo fantástico y sobrenatural.  

Lo interesante del film de Perkins (hijo de Anthony Perkins, el mítico asesino de Psycho) es que el procedimiento policial es, en parte, lo menos importante, ya que su acercamiento a lo siniestro, lo desconocido, lo otro, es pieza medular para que el relato funcione. El clima funesto de la obra, que se mantiene de principio a fin, es uno de los factores más logrados, principalmente por el acertado proceder estético, que entiende todo aquello que perdura en el fuera de campo y que, a su vez, se torna cada vez más misterioso e inclasificable con el correr del relato. Que dicha información sea mezquina, no hacen del film una obra incompleta, incoherente o deforme, más bien se transforma en aquello que emula: en lo que yace oculto, lo indescriptible e inenarrable, lo bizarro. De esta manera extrema todo lo que la comprende como película. 

Es entonces que lo extraordinario, todo lo misterioso de este mundo, sale a la luz en medio de la investigación: lo racional, no tiene cabida en el orden de lo fantástico y sobrenatural, por ende, para derrotar ese mismo mal, superior, poderoso, ominoso, hay que ser más que humano, o al menos, contar con un don que la mente cientificista no pueda explicar. Esa cualidad, llamemosla esotérica (más allá de que el cine lo sea siempre por naturaleza), sobre el poder o el saber de lo oculto, gana terreno a la par que la protagonista se acerca cada vez más a la verdadera cara del mal. 

Si la oficial Harker utiliza tal don para acercarse al monstruoso criminal, es porque entiende que es el único método o acceso a ese otro mundo, de horrores desconocidos, de verdades abominables, ya que de otra manera sería imposible (acá representado por el Gótico americano). Perkins para eso mezquina el saber del investigador moderno, en pos del conocimiento esotérico y el don sobrenatural. 

Esa es, tal vez, la clave del relato y una forma inteligente de representación sobre la lucha entre el bien y el mal, porque se sabe que para poder derrotar a éste último, primero hay que comprenderlo y asimilarlo. El film entonces deja en claro que lo terreno y material (la muerte del cuerpo, es decir, los asesinatos per sé) y lo espiritual o lo que trasciende, (en este caso lo sobrenatural en un mundo completamente racionalista) luchan en un contexto (el film se sitúa en los 90) en donde la sociedad parecía cada vez más afectada por la llegada del nuevo milenio. De esta manera, Longlegs acierta en mostrar ese mundo oscuro, sin esperanzas, que carece de valores espirituales, por ende trascendentes, como fueron los 90 y la pronta llegada del siglo XX. No es poco. 

Tal vez, en su tono, peque de solemnidad, de algunas torpes decisiones narrativas, falta de originalidad y de un ritmo que a veces pueda parecer pesado, pero más allá de dichas cuestiones lo que queda es una obra oscura, intrigante, siniestra, efectiva y tenebrosa, sin caer en muchos chascos a los que nos suele acostumbrar el cine de género hoy en día. 

(Estados Unidos, Canadá, 2024)

Guion, dirección: Ossgood Perkins. Elenco: Nicolas Cage, Maika Monroe, Blair Underwood, Alicia Witt, Michelli Choi-Lee. Producción: Nicolas Cage, Dave Caplan, Chris Ferguson, Don Kagan, Brian Kavanaugh-Jones. Duración: 101 minutos.

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