Durante décadas, Pixar fue sinónimo de calidad, emoción y buenas historias. Sin embargo, parece que a 30 años del estreno de su primera película, Toy Story, el estudio no está encontrando esa magia, llevándolos a repetir fórmulas y conceptos cada vez más desgastados y con menos efectividad. Basta con recordar los proyectos de los últimos cinco años la empresa de la lámpara para darse cuenta que hoy en día le es más rentable acudir a la nostalgia que producir una historia original con conceptos interesantes.
Elio es el resultado de una película que por momentos no sabe a qué audiencia quiere apuntar. Por un lado cuenta con matices existencialistas que recuerdan a los films de Pete Docter (Up, Soul); trata sobre cómo debemos de encontrar nuestro nuevo lugar en el mundo a partir de la pérdida, y cómo eso está intrínsecamente ligado a nuestro propio propósito. En el caso de Elio, su viaje por el cosmos parte con la premisa simple y concisa de responder si estamos solos en el universo, en gran parte para extrapolar los sentimientos del protagonista y así convertirlos en el conflicto que hace correr la trama. De todas maneras, el resultado termina desembocando en una experiencia alarmantemente preocupante para lo que significa Pixar.
Referirse a la animación de la película sería redundante, teniendo en cuenta que ha llegado a un desarrollo técnico envidiable y completamente funcional, que a veces roza con lo realista. Así surge el cuestionamiento de cómo va a evolucionar la animación como formato y como medio. Escenas y personajes que antaño parecían irrealizables, hoy tienen la posibilidad de ser animados. Esto puede verse con claridad en la extensa galería de criaturas que muestra el film.
Ahora bien, quien atribuya el fracaso narrativo y conceptual de Elio a tratarse de una historia de ciencia ficción estetizada para los más chicos, debería de recordar que Pixar estrenó en 2008 una de sus mejores obras, Wall-E. No obstante, en 2021 estrenaron el fallido Lightyear, que apuntaba a un público más maduro. Esto la convierte a Elio en el tercer film de ciencia ficción puro del estudio, con homenajes a clásicos como 2001: Odisea en el Espacio, Encuentros cercanos del tercer tipo y Contacto. Además, la trama es en un punto E.T. El extraterreste, pero a la inversa: en vez de que un alienígena quede extraviado en la Tierra, ahora un humano es abducido y resignifica el valor de su hogar.
El mayor problema de Elio es la tibieza de sus decisiones a la hora de hacer su camino como una película única y valorable. Un buen ejemplo es el parche en el ojo del protagonista. Si bien Disney busca integrar en sus producciones al mayor rango de audiencias posibles, es inentendible cómo a la hora de vender la película pretende instalar la idea de que el personaje tiene que usar este parche por necesidad. Termina siendo una mera excusa narrativa que solo sirve para darle un rasgo característico al personaje.
La película, aún así, contiene escenas que buscan apelar a la universalidad, apuntando a l público de todas las edades. Como todos los films de Pixar. Los espectadores, incluidos los más pequeño, pueden disfrutar de historias increíbles que jamás caen en una inocencia forzada.
(Estados Unidos, 2025)
Dirección: Adrián Molina, Domee Shi, Madeline Sharafian. Guion: Julia Cho, Mark Hammer, Mike Jones. Voces: Jonas Kibreab, Zoe Saldaña. Producción: Mary Alice Drumm. Duración: 98 minutos.