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Mountainhead

¿CUÁL ES EL LÍMITE DEL PODER?

Jesse Armstrong suele elaborar personajes con ambiciones desmedidas y egos descontrolados, y los protagonistas de Mountainhead no son la excepción. Interpretados por un elenco prometedor liderado por Steve Carell, Armstrong escribe y dirige su primer largometraje acerca de un grupo de amigos multimillonarios y su afán por tenerlo todo.

La premisa es sencilla; Souper, interpretado por Jason Schwartzman, invita a sus colegas (Steve Carell, Cory Michael Smith, Ramy Youssef) a disfrutar de una noche de poker en su nueva mansión en lo alto de la montaña, con el fin de relajarse y olvidarse de los negocios. Pero mientras pasan tiempo juntos se dan cuenta de que la IA diseñada por ellos, Traam, está generando alborotos alrededor del globo, lo cual es visto como una oportunidad única por parte de estos emprendedores para poder cambiar el esquema político, social y económico a nivel mundial.  

La puesta en escena ejecutada por Armstrong recuerda a su exitosa serie Succession, con una estética que busca parecerse a la de un ficción que por momentos roza con lo documental, dedicándose a observar a los personajes como si se tratase de una fauna salvaje en vez de un hábitat de puro lujo. El uso de la cámara en mano, o la inteligencia que mantiene sobre cómo y por dónde moverse por el espacio son algunas de las cosas a destacar de este director. Además, esta película mantiene cierta rima visual y narrativa con el cine de Adam McKay (Don’t Look Up, Vice), sobre todo con su obra The Big Short -también interpretada por Steve Carell- en la que el frenetismo del mundo de las finanzas se desenfrena ante el colapso económico mundial por la crisis del 2008. El director de Mountainhead filma sus mejores escenas cuando intenta construir un ritmo similar al de McKay, sin embargo, termina quedándose corto y redundante, en parte porque su guion no llega al mismo nivel de intensidad que el del estadounidense, y por la decisión narrativa de anclar a los personajes a un único espacio, despojándolos de toda libertad creativa que no pase por esa casa.

Steve Carell (The 40 Year Old Virgin, The Office) es un actor que no amerita presentación alguna teniendo en cuenta sus roles previos. Pero lamentablemente se siente en otra sintonía durante gran parte del relato. Pareciese que solo fue contratado porque se necesitaba a un actor de sus características únicamente para las escenas finales que requieren de un expresionismo actoral estrechamente ligado al de la comedia. Y si bien Carell ha demostrado gran rango y versatilidad a la hora de interpretar roles estrictamente dramáticos, como lo visto en Beautiful Boy y la antes mencionada The Big Short, Jesse Armstrong no logra aprovechar el rango actoral de su estrella, limitándolo a ser una caricatura de él mismo. Del resto del reparto lo único que se puede destacar es únicamente que cumplen con su cometido, no se espera mucho de ellos y tampoco decepcionan. 

Un tema que la película toca y que no puede pasar desapercibido es la cantidad de chistes que se hacen acerca de la inestabilidad política y económica de latinoamérica, sobre todo de Argentina. Es hasta cierto punto ridícula la cantidad de veces que se menciona al país gaucho para hablar de los planes que tienen los personajes para terminar controlando el mundo desde la sombras. Hay una escena en la que bromean con que el personaje de Jason Schwartzman se termine convirtiendo en presidente para traer la estabilidad, incluso llega a tener una reunión con el gobierno argentino. La analogía llevada a cabo por Armstrong es muy simple, está enseñando el imperialismo digital al que estamos expuestos hoy en día; la alusión es más que evidente, cualquiera puede reconocer que hoy existen empresas con mayor poder que países enteros. Pero volviendo al tema argentino, este termina convirtiéndose en un delirio que en un inicio puede ser gracioso pero que termina volviéndose repetitivo y falto de gracia. 

La película maneja una clave tonal que deriva en el género de la comedia del absurdo y también en humor negro que recién funciona en el clímax, cuando los personajes entienden que para alcanzar su utopía tecnológica deben eliminar a uno de los suyos. Este último punto es quizás el único momento en el que los actores pueden realmente lucirse frente a la cámara y potenciarse entre ellos mismos a la hora de crear situaciones realmente cómicas. Lamentablemente la estructura del guion hace que esto no ocurra hasta recién entrado el tercer acto, ahí los personajes se muestran verdaderamente el rango de matices grises que habita en ellos.

La montaña donde está situada la mansión, que es referida en el título, termina convirtiéndose en un reflejo de la ambición desmedida por parte de los protagonistas. Mientras más alto su ego, más alta es la montaña que deben escalar, y mientras más suben, más aislado se vuelve su mundo. No por nada ellos son retratados como personas en completa soledad, pienso en la mansión como un interpretación de la Xanadú de Citizen Kane que por más grande o excéntrica que sea, sus pasillos siempre estarán vacíos.

(Estados Unidos, 2025)

Guion, dirección: Jesse Armstrong. Elenco: Steve Carell, Jason Schwartzman, Cory Michael Smith, Ramy Youssef, Hadley Robinson Producción: Katy Bishop, William Henry, Christo Morse, Katrina Whalen, Sophie Esslemont. Duración: 109 minutos

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