0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

Cine

Godland (Vanskabte land)

Ambientada a fines del siglo XIX, Islandia aún no era un país independiente, sino un territorio autónomo vinculado al reino de Dinamarca. Es en este último país donde se inicia la trama de Godland, cuando a Lucas (Elliott Crosset Hove), un joven pastor luterano, un superior le encomienda una tarea muy específica. Se trata de construir una iglesia en una aldea distante, localizada en el sureste de Islandia y de tenerla lista antes de que comience el invierno.

Le previene que la isla es muy diferente a Dinamarca, a causa de las características climáticas, particularmente durante los rigurosos meses de invierno. Y agrega un dato no menos inquietante relativo a la población del lugar. Muchos han emigrado a causa de la erupción de un volcán que lanza un olor tan fétido como si “la tierra se hiciera encima en sus pantalones”. Y remata diciendo que, como consecuencia de la presencia constante de la luz, durante el día y la noche, la gente literalmente “se puede olvidar de dormir”.

El lado positivo del viaje consiste en la visita a ríos, glaciares y otros accidentes geográficos que, para el joven pastor, aficionado a la fotografía, constituyen un incentivo que piensa plasmar como recuerdos en su voluminosa cámara de madera, que requiere un trabajoso traslado a caballo.

Luego de un viaje en barco desde su tierra natal y posterior traslado en bote, desciende en un sitio costero lejano al del lugar de asentamiento, donde deberá construirse una iglesia íntegramente de madera (recordemos la época en que sucede la trama). Pudiendo haber recalado directamente en el destino final, ha preferido hacerlo lejos de allí y movilizarse a caballo junto a varios isleños a los que paga por su asistencia. Entre estos, quien mayor servicio le ha de prestar será Ragnar (el veterano actor Ingvar Sigurdsson), un rústico y por momentos violento personaje, que al no hablar danés hará difícil la comunicación verbal con Lucas (que no domina la lengua islandesa).

La riesgosa travesía, a través de escarpadas montañas y caudalosos ríos, no estará exenta de peligro para el contingente integrado por siete personas (no todos llegarán a destino) y doble número de caballos más un perro, protagonista no menor de la trama. Cierta crudeza en las imágenes, particularmente una escena con una oveja, solo serán un preámbulo de los graves acontecimientos que tendrán lugar una vez arribados al pueblito, cuyos habitantes aguardan con ansiedad la posibilidad de expresión práctica de su fe religiosa.

Lucas y Ragnar se instalarán provisoriamente en la casa de Carl (Jacob Hauberg Lohman), padre de dos hijas, cuya madre ausente no se menciona. En cierto sentido, Anna (Vic Carmen Stonne), la mayor cumple un poco el rol de progenitora de la adolescente Ida (Ida Mekkin Hlynsdottir), quien al haberse trasladado a la temprana edad de seis años desde Dinamarca pasa, como ella le explica al pastor, fácilmente de una lengua nórdica a la otra. 

Carl no comprende la decisión de Lucas del largo viaje emprendido por este, que pudo evitar dado que la aldea está en la costa. Pero el religioso se justifica diciendo que “quería ver la tierra, llegar a conocerla y fotografiar a la gente”, cuando en verdad y hasta ese momento su presencia era reducida en número. 

Durante la primera hora de las algo más de dos que dura el film, el protagonismo central lo tendrán personajes masculinos, que incluyen a un traductor cuya presencia será vital para posibilitar la comunicación oral de Lucas con el resto. 

Un acontecimiento mayor hará que emerjan repentinamente, uno no sabe de dónde, numerosos habitantes del lugar para celebrar una boda. Dado que la iglesia está a medio construir, el pastor se niega a celebrar el oficio correspondiente, lo que lleva a que uno de los invitados le apunte “que es un tipo raro”. 

La extensa y vistosa secuencia del casamiento permite un acercamiento “cultural” a una lejana Islandia, con típicos bailes acompañados por la música de dos acordeones y también de peleas tipo lucha libre, en general amistosas, aunque no tanto en el caso entre Ragnar y Lucas. Hay un hermoso paneo de 360 grados que empieza y termina con los músicos.

En ese mundo mayormente “machista”, empieza a perfilarse una participación mayor de las hijas de Carl, desde la madurez de Anna, la mayor, hasta la frescura de Ida, que no casualmente aparece en la escena final de la película. Y lo hace montada a caballo, una constante de todo el film, y que muy a menudo parece conformar una parte central del paisaje islandés y su cine, como ya lo hacía en Historias de caballos y de hombres, el realizador Benedikt Erlingsson en 2013.

Hay en el film un marcado contraste entre la naturaleza y sus habitantes, donde la primera se manifiesta en bellos y por momentos agrestes paisajes o también impresionantes imágenes de un volcán en erupción, con sus rojos ríos de lava ardiente. En cambio, las cuestiones humanas revelan actitudes hostiles, donde además el tema de la fe en Dios adquiere un rol protagónico singular en varios diálogos enriquecedores.

Cuando Ida le pregunta a Lucas si conoce a Dios y este le responde afirmativamente, ella le expresa que cree en él, pero que le gustaría conocerlo (hay una bella alusión a la magia). Distinto es el caso de Ragnar, qué le pregunta cómo puede volverse un “Hombre de Dios”. Con la excusa de no comprenderlo al solo hablar danés, la atención que le presta al tosco islandés es más una evasiva que una ayuda espiritual. El tema de la fe es habitual en muchas películas nórdicas, incluidas varias de Ingmar Bergman. 

La visión de Hlynur Pálmason no aparece como radicalmente feminista, pero, en Godland, el sesgo crítico sobre las actitudes de los hombres es marcado, sobre todo en sus tramos finales. El realizador, hasta ahora inédito en nuestras pantallas, es muy joven (cuarenta años).  Al film que ahora nos convoca, de 2022, le ha sucedido un cuarto (The Love That Remains) presentado este año en el Festival de Cannes.

Varios rubros técnicos merecen ser distinguidos, entre ellos la fotografía (Maria Von Hausswolff), la música (Alex Zhang Hungtai) y el vestuario (Nina Grondlund). La decisión de filmar en el formato 4:3 es acertada, al reflejar mejor el periodo en que transcurre la trama.  

Al inicio el film indica que una caja de madera con siete fotografías, encontrada en la costa sureste, inspiraron la realización de la película, aunque dicha afirmación parece apócrifa. 

En el cierre hay una bella canción danesa en cuyas estrofas, el poeta que escribió su letra, enfatiza que en Dinamarca está su hogar y sus raíces, siendo esa su tierra natal y a la que ama.

(Dinamarca, Islandia, Francia, Suecia, 2022)

Guion, dirección: Hlynur Pálmason. Elenco: Elliot Crosset Hove, Ingvar Sigurdsson, Vic Carme Sonne. Producción: Eva Jacobsen, Mikkel Jersin, Katrin Pors, Anton Máni Svansson. Duración: 143 minutos.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter