La aventura de un análisis: Un análisis es la aventura de abandonarse a la errancia en el decir y a la sorpresa del encuentro contingente, y es esta experiencia la que intenta acercar al espectador el realizador estadounidense Richard Ledes con su largometraje Adieu Lacan (2020). El film está basado en la obra de teatro Adiós, doctor y en la novela El loro de Lacan, de la psicoanalista y escritora brasileña Betty Milan, en los que ficcionaliza su propia experiencia de análisis con Lacan. La película narra entonces la aventura del análisis de Seriema (Ismenia Mendes), una brasileña que se encuentra en París por una beca, con Jacques Lacan (David Patrick Kelly) desde 1974 hasta 1978. Después de sufrir dos abortos espontáneos y la separación de su esposo, el análisis se construye para Seriema, no sin las intervenciones del analista, como la posibilidad de desentrañar el enigma de porqué su camino hacia la maternidad ha llegado a un punto muerto insoportable. Teniendo en cuenta la cuestión de los materiales en que está basada la película, un primer desafío se plantea para el director: ¿cómo adaptar una obra de teatro al cine, sin caer en teatro filmado? Al mismo tiempo, la reducción a una única locación (el consultorio del analista), también puede resultar un inconveniente y producir monotonía. Pero Ledes sabe que el cine, como dice Deleuze, es esencialmente espacio y tiempo, y realiza de ellos un tratamiento interesante que permite dinamizar la experiencia del espectador. Al mismo tiempo, el modo minucioso y certero en que utiliza los aspectos formales en relación al devenir de un análisis, da cuenta de que no es un director ajeno al psicoanálisis; de hecho, participa en una asociación psicoanalítica de su país. Este detalle permite que las formas cinematográficas acompañen significativamente al contenido. La película está estructurada como una secuencia de escenas analíticas, con una estructura y espíritu teatral, pero no se reduce sólo a eso: felizmente, Richard Ledes apela a su saber hacer como realizador y despliega toda una serie de recursos visuales muy interesantes. En lo que hace al espacio, el realizador no redunda en el plano fijo general (propio del teatro) ni tampoco en secuencias reiteradas de plano y contraplano, que además situarían una paridad entre analizante y analista. En cambio, emplea paneos para realizar el plano/contraplano, primeros planos para dar cuenta de momentos claves de angustia o revelación de parte de Seriema o para dar cuenta de intervenciones cruciales del analista, y además los utiliza para enmarcar los pensamientos de uno u otro de los personaje con el agregado de la voz en off. También hace uso del plano detalle, cuando vemos las manos de Seriema tamborileando sobre el apoyabrazos del sillón o enrollando un pañuelo (en señal de tensión agresiva hacia el analista) o las pantuflas de Lacan caminando en el consultorio, puntuando lo que sería una situación inusual en el marco analítico. Y se destaca el uso del fuera de foco de la imagen de Lacan, quedando en primer plano las manos de Seriema, gesticulando desde el diván. Este recurso es apropiado porque privilegia la escucha en lo que se dice para el analizante, por sobre la imagen del analista, aunque la mirada esté presente como soporte de la escena analítica. Hay además una interesante dirección de arte en cuanto a la reconstrucción del mítico consultorio de la Rue de Lille, como de la imagen icónica de Lacan con sus camisas de cuello mao y fumando sus puros. Pero acaso el recurso más interesante, que evidencia la influencia del expresionismo alemán, sea el uso del plano cenital en una escena clave, que cifra un viraje en el análisis, que se da cuando Lacan cita “el sexo” de las palabras (de lo dicho por su analizante); es decir, cuando se introduce la cuestión de la diferencia sexual. Este recurso se acompaña luego por el uso de la pantalla dividida, cuando Seriema abandona el sillón de las sesiones cara a cara para pasar a ocupar el diván, signo entonces de un pasaje, de un cambio de posición subjetiva. Seriema abandona decididamente la queja sistemática que obstaculiza el análisis, para empezar a escucharse en su decir. En lo que hace al tiempo, el empleo del blanco y negro durante el recorrido del análisis es acertado al dar cuenta del matiz realista de documento de época y del valor testimonial en que se enmarca la ficción. Y al mismo tiempo, resulta interesante su contraste con el uso del color de planos exteriores de las calles de la París actual, que se intercalan en los cortes de escena como pequeñas viñetas. Por otra parte, se destaca un uso interesante del vestuario de Seriema, que va cambiando de acuerdo al momento del análisis. Así pasamos del negro monocorde en las entrevistas preeliminares, a una vestimenta más liviana y dinámica durante el tramo de análisis propiamente dicho en el diván, para finalizar en una última sesión con un vestido de estampado floral. Ledes puntualiza también la afinidad entre el llamado “corte de sesión analítica” y el corte de escena en cine, y también la labor del analista con la del actor. En efecto, el analista se presta y se deja tomar como el objeto de la fantasía fundamental del analizante, para que por su intermedio, éste pueda separarse de él y reinventar su propio camino, su propia historia. Este punto el director lo trabaja muy bien al introducir una escena cuasi onírica y surrealista, en la que Lacan se contorsiona en movimientos de capoeira (que es la actuación de una lucha bajo el modo de la danza) al ritmo del berimbao. Ismenia Mendes, una actriz en sus comienzos, y el experimentado actor David Patrick Kelly, encarnan el dramatismo adecuado que hace a la intimidad de ese vínculo, sin caer en patetismos exagerados. Y de este modo, Ledes consigue transmitirnos el devenir de Seriema desde el varoncito anhelado por el padre (del que no puede soslayarse su ascendencia libanesa), a la hija única que le debe su devoción exclusiva, para finalmente advenir como una mujer en relación a un hombre. Adieu Lacan no sólo logra estar a la altura del desafío de llevar a la pantalla un análisis lacaniano, sino también de acercarlo al espectador. Ledes desmitifica al psicoanálisis como una práctica críptica y de difícil comprensión, y lo presenta en cambio con la suficiente intriga y fascinación, propias de una experiencia de lo nuevo y de la otredad.
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(Estados Unidos, 2020) Guion, dirección: Richard Ledes. Elenco: David Patrick Kelly, Antu Yacob, Ismenia Mendes.
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