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CRÍTICAS - CINE

Animal

LABURAR LA HUÍDA

Para Jairo por la doble coincidencia significativa

Explorar nuestros instintos incluye aceptar que los humanos nunca seremos del todo animales. La coproducción de Sofía Exarchou trabaja esto haciendo sentir las contradicciones en la gestualidad de Dimitra Vlagopoulou, su protagonista. Antes ya colaboraron juntas en Park (2015), ópera prima seleccionada ese año en Thessaloniki.

Ahora ella interpreta a Kalia. Junto a su equipo animan a vacacionistas del hotel Mirage en una isla griega sin nombre. Las dinámicas de su laburo permiten que la obra intercale números musicales, fiestas y escarceos de los personajes más intrigantes. El nombre del hotel y la anonimia de la isla reflejan, como gran metáfora, precariedades laborales encubiertas con ánimos festivos, o la ilusión de tales.

El rostro de Vlagopoulou fluctúa entre la alegría y el compromiso con su trabajo. Mientras pasan los meses, conocemos mejor las tristezas de su mirada y algunos de los personajes que Kalia va creando para protegerse. Como señaló Jessica Kiang en su crítica, la sonrisa de la actriz está casi siempre presente en su rostro, mas nunca alcanza sus ojos. Protagonista y película han sido reconocidas por diversos festivales del mundo dando cuenta de que semejante hastío es una realidad particular y múltiple de nuestros tiempos.

Para este grupo de animadores, el curro aparenta ofrecer buenas distracciones y así, no pensar en sus pasados. Esta reflexión acierta las complejidades y engaños de emigrar, sea de ciudad, como Kalia, o de país, como Eva (Flomaria Papadachi), la más nueva de ellos. Los tantos planos detalle y primeros planos desde el inicio también aluden a la fragmentación y la dificultad de estos nómadas por conseguir un sentido claro.

Por otra parte, a través de anécdotas narradas por los personajes, el guion muestra algunas heridas y recuerdos compartidos para aliviar el desconcierto de celebraciones ajenas o de sus encuentros íntimos y fugaces. Cuando la cámara pone en un plano detalle los genitales de sus actores, la honestidad de los personajes borrachos en esas escenas apenas bastará para tolerar el día siguiente.

El ritmo estira más la sensación de agotamiento para que el clímax duela y el supuesto placer quede entumecido. En tal punto, Kalia, inventando otra historia de sí misma esta vez para el público del karaoke, canta “Yes, Sir, I Can Boogie” de la banda musical Baccara. Inconsolable, sale del escenario a pocos minutos de empezar su número.

En medio del vaivén anímico, la reiteración visual de una pecera en el hotel sugiere que estos personajes sienten, no la tan aparente libertad, sino un encierro más recóndito. Y esto lo acentúan sus miradas, llantos, noches de karaoke y la cámara en constante movimiento. Con tales evasivas, Exarchou y la dp Monika Lenczewska cuestionan la inquietud desilusionada de estas vidas sin rumbo sabiendo que conseguir paliativos para el dolor es cuestión de instinto y sosiego. Ni uno ni otro aseguran alternativas fáciles.

(Una primera versión del texto fue publicada durante la cobertura del 64 Thessaloniki Film Festival en Bitácora de cine)

(Grecia, Austria, Bulgaria, Chipre, Rumania, 2023)

Guion, dirección: Sofía Exarchou. Elenco: Dimitra Vlagapoulou, Flomaria Papadaki, Ahilleas Hariskos. Producción: María Drandaki, María Kontogianni. Duración: 116 minutos.

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