TUYO ES MI CORAZÓN
La más excéntrica de todas; imposiblemente excéntrica, podría decirse. De un director que se puso a jugar con el artificio al máximo y con las mayores posibilidades, que aprovechó el momento justo en el que el mainstream ya definitivamente global le prestaba atención a las explosiones, ruidos y a ciertas osadías de extremo oriente: estaban los Wachowski y Matrix, Tarantino y Kill Bill, John Woo y sus andanzas en Hollywood. Una apuesta extrema luego de una primera entrega que supo combinar explosión con sigilo, que supo tener a uno de los más grandes autores del último medio siglo desplegando su maestría impar, que pudo dejar flotando a Tom Cruise y hacer del movimiento lento de una gota de sudor un ejemplo de máximo suspenso: el imparable Cruise en el aire, y una gota de agua como peligro inminente. Aire y agua para Brian De Palma, con luz fría; para pasar a una película con el fuego como dominante, con él y con rojo y amarillo desde el afiche. No es que Woo renegara del aire o del viento, más bien todo lo contrario (una de sus películas menos valoradas cuando todavía occidente lo tenía en cuenta se tituló Windtalkers): Woo no se detenía, y su cámara supo muchas veces ser un ventilador gigante con ansias de empujar todo hacia adelante, con un viento que parecía mover todo para dejar las superficies más libres para el movimiento.
Misión: Imposible II presenta tanto brío para moverse que incluso llega a exponer al habitualmente hiperkinético Cruise como llevado por el movimiento ambiente, como si quedara por momentos atónito ante tantos huracanes, ante cada movimiento a repetición y en ralenti en medio de travellings circulares. Para Woo cualquier idea de verosímil de las del resto de las misiones imposibles pertenecen a un cine que no es el suyo. No se trata de que las cosas puedan salir bien o mal por una fracción de segundo: Woo no encaja ahí y va por la descomposición del tiempo al infinito, por la puesta en abismo de esos fragmentos, por los fractales, a veces por la misma reversibilidad, apuesta -en una apuesta a lo Ícaro- por el movimiento fuera del tiempo y muy cercano a lo incandescente. A eso, tal vez, apuntaba Woo, o a alisar la superficie de los géneros y hacerlos refulgentes, a la referencia múltiple sin necesidad de citar directamente, sin estar obligado a hacer guiños cinéfilos con riesgo de ripio. Tanto Woo en M:I-2 como Baz Luhrmann en la muy próxima en el tiempo Moulin Rouge! -el cine del cambio de siglo, con sus síntomas- podían escribir con la lengua común y popular del cine, con su historia, pero sin necesidad de apoyarse en que las referencias fueran obligatoriamente legibles para poder recibir y percibir el impacto de sus películas. M:I-2 tenía a Hitchcock muy presente, sobre todo Para atrapar al ladrón, y aún más a Notorious, y también muchas palomas, y muchos saltos al vacío por amor, y muchas máscaras, y mucho enfrentamiento desnudo, frontal y mítico entre el bien y el mal. Y tenía la música canchera de Hans Zimmer, y autos en danzas dementes, y efectos que hoy se ven como de otro tiempo. Un tiempo en el que supimos relacionarnos con esta película -junto a la primera de la serie, la más maltratada por la crítica-, con el título local de Notorious: Tuyo es mi corazón.
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