Más críticas del jueves 21 de abril.
Las Lindas, de Melisa Liebenthal (2016 – Competencia Argentina), por Matías Orta
Desde la infancia, Melisa Liebenthal se fotografía y se filma con sus mejores amigas. Ahora, a los veintipico, usa lo mejor de ese registro de antaño, más grabaciones actuales para darle forma al documental Las Lindas.
Las imágenes muestran a las chicas hoy en día, rememorando la niñez y la adolescencia: actos escolares, vacaciones, coreografías de Britney Spears, los primeros novios… Pero lejos de permanecer en superficialidades, Liebenthal profundiza en dos cuestiones al mismo tiempo: por un lado, el retrato generacional de un grupo de chicas, de las denominadas millenials (que comprende los nacidos entre 1980 y 1995, ya que se convirtieron en adultos a comienzos del siglo XXI), con sus intereses y su punto de vista sobre belleza y chicos; y por otro lado, la propia exploración de la directora de sus propios complejos con su altura, su no sonrisa y sus rasgos lésbicos que invitan a confusiones de otros.
Valiéndose de un tono divertido y de un montaje dinámico, Las Lindas no deja de ser una reflexión acerca de cuestiones de las muchachas de la actualidad y de siempre.
11 Minutes, de Jerzy Skolimowski (Polonia / Irlanda, 2015 – Panorama), por Guido Pellegrini
Es una película obsesionada con su virtuosismo. Durante 81 minutos solo recorre 11 en la narración. Para que den los números el guión se mueve por el tiempo y el espacio, e indica claramente los desplazamientos cronológicos. Es lo que mejor hace el veterano director polaco Jerzy Skolimowski, que vuelve sobre ciertos eventos identificables, como un avión que sobrevuela el centro de Varsovia, para organizar el orden de los acontecimientos. La trama, además, sigue a varios personajes: una actriz, su novio violento y celoso, un equipo de paramédicos, un vendedor de panchos, un cadete cocainómano, etcétera. Todos se cruzan en repetidas ocasiones y confluyen en un explosivo e inverosímil desenlace que recuerda a una máquina de Rube Goldberg.
Skolimowski, entonces, mezcla vidas cruzadas con saltos temporales. En esto recuerda a Amores Perros, aunque Alejandro González Iñárritu nos facilita el trámite interpretativo al dividir su película en tres partes, una para cada grupo de protagonistas. 11 Minutos, en cambio, salta constantemente de un protagonista a otro, de un segundo al anterior. Y sin embargo nunca es confusa. Pero gasta tanta energía en realizar sus acrobacias expositivas que pierde de vista a los personajes y al sentido de sus relaciones.
Todo laberinto narrativo también puede ser metafísico. Los protagonistas se enfrentan a los misterios de la trama, a su estructura inabarcable, a su magnífico diseño, lo que para ellos, que existen solo en una ficción, es lo mismo que enfrentarse a la vida misma. Es el tema de Borges, del también polaco Krzysztof Kieślowski, de la siempre vigente The Truman Show: los enigmas de una edificación literaria o cinematográfica son reflejos de los del universo. Skolimowski busca articular algo parecido. Instala un clima perturbador, como si algo estuviera fuera de lugar. Introduce detalles inexplicables y fantasiosos, como un punto negro que aparece en el cielo, reproducido en pinturas o captado por cámaras de seguridad, y que algunos personajes vislumbran al salir al balcón o mirar por la ventana. La banda sonora vibra con rugidos y temblores, anuncia la llegada de algo calamitoso, una mano invisible que marca caminos y destinos. Pero no hay espacio en este film para la reflexión. Todo sucede demasiado rápido y se agota en la mera expectativa de un final rimbombante, a su vez absurdo y -una vez puesta en marcha la cadena- totalmente predecible.
Los Pibes, de Jorge Leandro Colás (Argentina, 2015 – Pasiones), por M.O.
El Club Atlético Boca Juniors despierta pasiones incomparables, al punto de trascender lo meramente futbolístico. Sin embargo, poco y nada se sabe de cómo funciona la institución, sobre todo a la hora de empezar a formar a las estrellas de los próximos años. Una tarea ardua a cargo de captadores, personas que se encargan de buscar y seleccionar a los chicos que formarán parte de las inferiores.
El nuevo documental de Jorge Leandro Colás se sumerge en el día a día de estos especialistas en identificar diamantes en bruto a la espera de ser pulidos. La cámara muestra a los cientos de aspirantes que se acercan al club, permite ver las pruebas de los candidatos, se sumerge en la intimidad de los captadores y así podemos conocer la impronta, la experiencia de cada uno, y no pocas veces somos testigos de alguna insólita confesión. También hay un seguimiento de los viajes de los captadores a los barrios humildes y a ciudades del interior. En todos los casos, hay pequeños que sueñan con triunfar en uno de los equipos más importantes del país y padres con anhelos de que sus hijos sean cracks como Messi. Por supuesto, los captadores también tienen en cuenta estas situaciones.
Estamos ante un muy interesante recorrido por uno de los trabajos fundamentales dentro de Boca Juniors y en todo el fútbol profesional.