El Candidato, de Daniel Hendler (Uruguay / Argentina, 2016 – Competencia Internacional), por Guido Pellegrini
La comedia de Daniel Hendler –que en este caso cumple los roles de director y guionista, como en Norberto apenas Tarde (2010)– es divertida y liviana. Todos los actores están en sintonía con el tono y el ritmo de la película, y el guión es ligero y económico. No hay un solo minuto aburrido. Su único problema es uno de los más graves que hay: la falta de ambición.
Como ocurrió con El Estudiante (2011), El Candidato quiere ser una película al mismo tiempo concreta y abstracta. Es decir, alude a nuestra realidad histórica, pero sus protagonistas no se identifican con ninguna posición o partido. Ambas critican nuestro presente de grietas y diferencias irreconciliables, pero sus argumentos pierden fuerza porque nunca apuntan a nadie en especial. Por eso sus títulos comparten la misma estructura: el estudiante y el candidato son seres indeterminados, difusos. Son la función que cumplen.
Hendler, es cierto, indaga justamente en la imprecisión de su propio personaje, un empresario con problemas de identidad, que no sabe si es de izquierda o derecha, aunque suponemos imposible la primera opción. Nos recuerda a cierto presidente hijo de un ejecutivo nacionalizado argentino. Pero el análisis político e ideológico no avanza más allá de estas resonancias. Es un film demasiado amable.
Los primeros minutos son auspiciosos. Martín Marchand (Diego De Paula) quiere lanzar su candidatura, pero para lograrlo deberá alejarse de la figura de su padre y comprobar que no es solamente un niño mimado nacido en una cuna de oro. A su alrededor hormiguean asesores, técnicos, músicos, creativos y un diseñador gráfico, Mateo (Matías Singer). Ellos son los encargados de armarle una identidad al candidato. Estos primeros tramos son los más potentes: vemos cómo se construye al político, con qué símbolos se lo identifica, con qué liviandad el mismo empresario plantea ocupar algún –o cualquier– extremo del espectro político.
Pero la trama se pierde por las ramas menos interesantes. Descubrimos a unos “naturalistas” infiltrados, que sabotean la campaña de Martín para protestar los negocios inescrupulosos de la familia Marchand, poco amiga del medio ambiente. Pero el terrorismo informático de los espías se convierte en una excusa para generar un conflicto dramático. Las idas y vueltas de los personajes en la casona de campo donde transcurre la acción, y la suma de malentendidos e infortunios que determinan sus destinos, se devoran cualquier planteo político. El resultado es más parecido a Mi Primera Boda (2011) que a La règle du jeu (1939), la clásica farsa de Jean Renoir que se ganó el oprobio de la burguesía francesa de su época. El Candidato nunca apunta tan alto. Más que volcarnos a la reflexión nos hace pasar un buen rato. No está mal y es muy entretenida, pero es una oportunidad perdida.
Cetáceos, de Florencia Percia (Argentina / Italia, 2017 – Competencia Argentina), por Matías Orta
¿Es posible obtener lo que uno deseaba y, así y todo, sentir que no alcanza, que de pronto no era lo que realmente se quería, que la felicidad pasa por otra parte? Cetáceos (2017) indaga en esas cuestiones.
Clara (Elisa Carricajo) se muda a un nuevo departamento con su pareja (Rafael Spregelburd), quien enseguida debe viajar a Italia para hacer una ponencia. Da clases en una universidad y, en simultáneo, le confirman que obtuvo una anhelada beca. Todo parece ser pura felicidad. Sin embargo, no está satisfecha, o eso es lo que se advierte a través de las actividades que emprenderá durante esos días de estar sola: sale con un músico escandinavo, le miente a su novio cuando se comunican vía Skype (no desembaló las cajas, no tuvo novedades de la beca) y se suma a un grupo de meditación. Tal vez en estas nuevas actividades pueda encontrarle el verdadero sentido a su vida, o al menos escapar de su esquemático modo de existir.
El mayor mérito de la directora debutante Florencia Percia es contar la historia de una crisis evitando las explicaciones y los lugares comunes, limitándose a las andanzas de la protagonista. Y lo hace en clave de comedia, al estilo de las producciones independientes que suelen llegar de los Estados Unidos (de gran influencia en los cineastas de los últimos años). Y para esta finalidad es crucial la actuación de Elisa Carricajo: su tono de voz y su mirada (de una fotogenia muy especial) le permiten hacer creíble a esta chica de treinta y pico. Las intervenciones de Spregelburd suman hilaridad a la hora de satirizar a un académico que parece más preocupado por sí mismo.
Cetáceos le pone humor a una situación no tan humorística, además de que presenta a una directora con una sensibilidad personal.
The Young Karl Marx, de Raoul Peck (Alemania / Francia / Bélgica, 2017 – Trayectorias), por Martín Chiavarino
El manifiesto comunista
A pesar de la influencia de su pensamiento en la política desde el Siglo XIX hasta la actualidad, The Young Karl Marx (Le Jeune Karl Marx, 2017) es el segundo film sobre la vida de este gran filosofo y revolucionario alemán y su asociación con Friedrich Engels, que transformó al movimiento obrero dotándolo de un manifiesto, una estrategia política y una ideología por la cual luchar contra la explotación burguesa.
A diferencia del film soviético, la película de Raoul Peck se centra en los años anteriores a las revoluciones de 1848 y culmina con la redacción del Manifiesto Comunista como coronación del trabajo político y filosófico de la dupla Marx y Engels.
Un Marx expulsado de Londres y radicado en París en plena ebullición de su pensamiento junto a su esposa Jenny, se encuentran con Friedrich Engels, el hijo de un empresario fabril de Manchester y signatario de su fábrica que ha redactado La Situación Social de la Clase Obrera en Inglaterra, tras inmiscuirse en la vida de un grupo de obreros políticamente activos. Juntos se relacionan con los filósofos sociales y los revolucionarios de la época como los anarquistas Prudhomme y Mikhail Bakunin y comienzan a redactar lo que será la consolidación político filosófica de años de revueltas, planes, notas y críticas.
Peck escribe junto a Pascal Bonitzer este relato sobre dos de los más importantes dirigentes e intelectuales revolucionarios del Siglo XIX, dotando a sus personajes de gran calidez en contraposición con la aspereza y el cinismo burgués. Las actuaciones de todo el elenco son muy buenas y denotan un gran trabajo de dirección y de reconstrucción histórica. Aunque demasiado naif en algunas de los conflictos como el del proceso de transformación de La Liga de los Justos en la Liga Comunista, el film logra dar cuenta de la lucha de Marx y Engels para construir un materialismo dialéctico que pueda explicar la explotación para transformar las condiciones sociales del mundo a través de una Revolución socialista a nivel mundial. The Young Karl Marx es la primera aproximación cinematográfica de la industria a la experiencia de la creación de un sistema de pensamiento que influyó sobre todos los procesos revolucionarios y merece ser destacada como una película necesaria, sino obligatoria por su temática.
Todo sobre el Asado, de Mariano Cohn y Gastón Duprat (Argentina, 2017 – Noches Especiales), por M.O.
Si se piensa en el plato argentino por excelencia, se piensa en el asado. Había mucho para contar al respecto en una película y, luego de años de investigación, la dupla Mariano Cohn-Gastón Duprat lo hizo realidad gracias a Todo sobre el Asado.
Con el humorista Negro Álvarez como protagonista y narrador, este documental traza un recorrido por todas las figuras que intervienen en el asado: desde las vacas hasta un sommelier de asado, pasando por el empleado de un matadero, asadores, empresarios, psicólogos y, por supuesto, comensales. Vacío, tapa, chorizo, ojo de bife, matambre, chinchulín, molleja, ningún componente de esta comida queda fuera de análisis. Y lejos de ser elitista, la cámara se adentra tanto en las parrillas de restaurantes de renombre como en las que improvisan un grupo de obreros de construcción.
Como en sus documentales anteriores y en sus films de ficción –El Ciudadano Ilustre (2016), por nombrar el más reciente-, e incluso en programas de televisión que supieron crear (Cupido y Televisión Abierta, entre otros), Cohn y Duprat se valen de una temática o de una situación para indagar en la condición del ser argentino de hoy y de siempre, permitiendo apreciar diferentes puntos de vista. A través de la sucesión de personas (algunos más públicos que otros) surgen momentos desopilantes, emotivos, sorprendentes, siempre interesantes. ¿Es el asado parte esencial del ciudadano criollo? La filmación casera de un niño chiquito probando un bocado por primera vez, sumado a la celebración de los adultos detrás de cámara, ya dice algo. Además, los directores no temen derribar mitos y creencias acerca del origen de la preparación del asado; algunas revelaciones resultan impactantes.
Todo sobre el Asado no sólo llena un vacío (he aquí un acertado juego de palabras) al dedicarle un largometraje a este plato emblemático, sino que es una excusa para hablar de los argentinos -y de buena parte la condición humana toda, a la hora de cocinar, de comer y en la vida en general.