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CRÍTICAS - CINE

Beetlejuice Beetlejuice

DEJATE INFLUENCIAR POR EL CAOS

extravagante 

Del lat. mediev. extravagans, -antis, part. pres. act. de extravagari ‘andar errante por fuera de los límites’.

1. adj. Que se hace o dice fuera del orden o común modo de obrar.

2. adj. Raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar u original.

El principal problema con Beetlejuice Beetlejuice es que existe la película de 1988. Desde ese punto de inicio podemos empezar a hablar. Este inconveniente llamado originalidad no sólo es un dolor de cabeza para el propio Tim Burton, sino que también para cualquier espectador que busque reencontrarse con este mundo de fantasmas y muertos recientes. Aún así, como atinadamente hicieron Tom Cruise con Top Gun o el mismísimo David Lynch con Twin Peaks, el director tomó el único atajo posible para que un regreso tras muchas décadas no sea una calamidad: mirar con recelo y desconfianza hacia lo construido, fingir demencia con algunas cuestiones canónicas para no deberle nada a nadie y seguir adelante con lo que se quiere contar.

La premisa de la nueva entrega de Beetlejuice es simple y está dando vueltas desde que el anuncio de la secuela despertó un entusiasmo que no sabíamos que existía. Sincerémonos y copiemos y peguemos una: “Tras una inesperada tragedia familiar, tres generaciones de la familia Deetz regresan a Winter River. La vida de Lydia, todavía atormentada por Beetlejuice, da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente y estudiante de arte, Astrid, descubre la misteriosa maqueta de la ciudad en el desván y el portal al Más Allá se abre accidentalmente. Con los problemas que se avecinan en ambos reinos, es sólo cuestión de tiempo que alguien diga el nombre de Beetlejuice tres veces y el travieso demonio regrese para desatar su propio caos“. Está bien, pero tampoco le hace mucho honor. A la sinopsis, un estilo de texto cinematográfico al que se le presta poca atención, le faltan ciertas cuestiones centrales: la expansión de la burocracia en el Más Allá, la incorporación de secundarios satelitales a la familia Deetz, los homenajes (muchas veces caprichosos, pero siempre desde el amor cinéfilo) a las películas y directores que admira Burton y la comedia absurda como motor de una historia a fin de cuentas familiar.

Luego de casi dos actos confusos y quizás algo desalmados, Beetlejuice Beetlejuice -obra y personaje- se rodea de lo que hizo brillante a la película de fines de los ochenta: el ridículo. En su parte final y gracias a bailes inentendibles, lip syncs ya clásicos y parodias de Dune (en un segundo de esos cortos momentos en el mundo de arena hay más ideas que en los 321 minutos de Denis Villeneuve), Burton abraza nuevamente con empatía a esos freaks que no pueden encontrar su lugar en el universo y los muestra excéntricos, llenos de gracia.

Lo ridículo en Beetlejuice, teniendo en cuenta las incorporaciones de nuevos actores en la historia, abre otro punto de discusión. ¿Las nuevas caras de Hollywood le tienen terror? Salvo algunos pequeños movimientos en el cierre, Jenna Ortega permanece estoica, inerte, actuando en otra película siendo simplemente Jenna Ortega. En el otro extremo, Willem Dafoe da vida a una estrella de cine que interpretó policías en su vida terrenal, riéndose de los propios actores con gags a lo Tropic Thunder y exorcizándose de esos papeles que le escribió cierto director al cual no nombraremos. Beetlejuice Beetlejuice necesitaba más de esto último y Burton se contradice dentro de la propia película. En una de las escenas previas al gran conflicto central, Delia Deetz (la genia de Catherine O’Hara, otro claro ejemplo de actores experimentados que se atreven a lo extraño y lo extremo) ante la incredulidad de su nieta Astrid (Ortega) con respecto a las cosas que no puede explicar del mundo, le dice que en las escuelas de arte deberían enseñar más sobre la forma y menos sobre la solemnidad de las historias y la Historia. A veces los directores deberían prestar más atención a sus personajes. Ah, una para Burton: ¡el chiste sobre Soul Train es buenísimo!

(Estados Unidos, 2024)

Dirección: Tim Burton. Guion: Alfred Gough, Miles Millar. Elenco: Michael Keaton, Winona Ryder, Catherine O’Hara, Jenna Ortega, Justin Theroux, Willem Dafoe, Monica Bellucci, Danny DeVito. Producción: Tim Burton, Dede Gardner, Tommy Harper, Jeremy Kleiner, Marc Toberoff. Duración: 104 minutos.

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