Caterpillar (Koji Wakamatsu, Japón, 2010)
Si alguno piensa que el sexo en el cine no da sorpresas, Wakamatsu, acaso uno de los más influyentes y transgresores realizadores japoneses surgidos de la Nueva Ola japonesa de los años ’60 y que tuvo una maravillosa retrospectiva hace dos BAFICI vuelve al ruedo con una historia morbosa acerca de un soldado de la Segunda Guerra Mundial que vuelve a su casa con medio cuerpo quemado, sin miembros y sordomudo. Para todo el pueblo, campesinos, agricultores, cultivadores de arroz, se trata de un héroe. Para su esposa, en cambio es una carga, una oruga como bien dice el título, un ser prácticamente inerte. Prácticamente porque hay un órgano que le funciona y bastante bien según parece. Sí, el Capitán se ha vuelto un organismo que solamente come, se orina y defeca encima, y pide sexo, sexo y más sexo.
Wakamatsu a los 75 años sigue siendo un transgresor, ácido crítico político. Si bien el film amaga con volverse un melodrama detestable, el cinismo y la ironía, con algo de morbo y malicia, pertinente del director, la convierten en un film atractivo y desagradable al mismo tiempo.
Al principio parece que va a ir por una corriente de super producción, pero Wakamatsu prefiere el minimalismo casi teatral.
Una falsa alegoría al heroísmo de la guerra, Caterpillar es un film antibélico de primer nivel, que destroza la imagen de films como Freaks de Browning. Si bien tiene algunos desniveles narrativos, es una película interesante que merece atención. Grandes actuaciones de Terajima y Ohnishi.
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Caterpillar es por sobre todas las cosas impactante. El regreso de un soldado japonés después la guerra, que ha quedado desprovisto de piernas, brazos y del habla es sólo el comienzo de una historia triste, dramática y muy crítica sobre los enfrentamientos bélicos.
Koji Wakamatsu se vale del sexo para crear a lo largo del todo el film un violento paralelismo entre el pasado y el presente del protagonista, donde los abusos no pasan desapercibidos y terminan siendo castigados con creces. Pero el director no se conforma con ello, sino que transforma al héroe en una suerte de ironía materializada sobre un Japón desvastado por la guerra y sus consecuencias.
Esta película de Wakamatsu, hace gala de una narración provocativa a la vez que reflexiva, al punto que en más de una secuencia nos mimetizamos con el protagonista, y el trauma bélico y personal termina por dejarnos también a nosotros sin palabras.
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