(Argentina, 2018)
Guión y dirección: Hernán Rosselli. Elenco: Oscar Brizuela, Ángeles Jiménez, Fernando Ortega, Jack Caitak, Miguel Fontes. Duración: 70 minutos.
Desde 1938, la Casa del Teatro de Buenos Aires funciona como hogar de actores ya jubilados y con problemas económicos. Allí tienen techo, cama, comidas y un trato cordial. Allí residen intérpretes que conocieron la gloria décadas atrás y también esos eternos secundarios que solían destacarse en producciones cinematográficas, teatrales y televisivas. Pero más allá de estos detalles, propios de una gacetilla, no se sabía mucho más sobre cómo funciona esta institución y cómo es el día a día de quienes habitan en sus cuartos. El documental de Hernán Rosselli viene a responder esas inquietudes (o al menos, a plasmar una visión acerca de esas inquietudes), pero resulta mucho más que eso.
La película se centra en Oscar Brizuela, actor que supo cumplir papeles en cine durante los ’70, junto a figuras como Sandro, y que ahora está en una situación difícil. Tras padecer un ACV, se propone buscar a Maxi, un hijo al que no ve desde hace años. Esta misión es una excusa para indagar en la vida y la carrera de Brizuela, muy similar a la de tantos de sus colegas actores, hoy abandonados a su suerte.
Rosselli mezcla imágenes de pasillos y habitaciones con fragmentos de una película en la que Brizuela, como en la vida real, va investigando de aquí para allá. Pero mientras que la pantalla grande lo eternizó en playas y junto a bellas señoritas, la vida real lo tiene en penumbras, haciendo llamados, buscando por internet, viviendo de sus recuerdos y despuntando el oficio mediante una obra de teatro montada en colaboración con algunos de sus colegas/vecinos. De esta manera, el director consigue imprimirle al film la tónica de un policial que lo aleja de las convenciones preconcebidas en esta clase de largometrajes.
Otro mérito de Rosselli es el de escaparle a todo intento de golpe bajo. Su cámara registra lo que tiene enfrente, pero sin jamás caer en juicios ni hacer denuncias. El espectador es quien decide.
Casa del Teatro amaga con quedarse en el documental de observación, y hasta hubiera seguido siendo un material de interés, pero deriva en una trama que sigue siendo fiel al ambiente que se respira entre aquellas paredes: el pasado, el presente, lo olvidado y lo que se lucha por recuperar.
© Matías Orta, 2018 | @matiasorta
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