A Sala Llena

0
0
Subtotal: $0,00
No products in the cart.

CRÍTICAS - STREAMING

Cowboys de Filadelfia (Concrete Cowboy)

CONTRA LO POSIBLE

Concrete Cowboy es el primer largometraje dirigido por Ricky Staub, guionista y realizador de cortos, como también asistente de dos producciones de M. Night Shyamalan (El último maestro del aire y La reunión del diablo). Casi al igual que el director de Sexto sentido, Staub reside en Filadelfia y conoció la novela Ghetto Cowboy, de Greg Neri, cuando le llamó la atención el simple hecho de que un hombre montara un caballo en su barrio.

La obra literaria sería traducida cinematográficamente en el mismo norte de Filadelfia, sobre todo a partir de la incorporación del británico Idris Elba (Luther y Heimdall en la saga de Thor), como protagonista y co-productor, y Caleb McLaughlin (Lucas en Stranger Things) en el rol principal. McLaughlin interpreta a Cole, un adolescente del norte de Detroit que, tras golpear a un compañero de la escuela y ser retenido por la policía local, es enviado por su madre a la ciudad natal de su padre durante pleno verano norteamericano.

En la tierra de Harp (Elba), progenitor de Cole, la película no se demora en identificar al bien del mal. Quienes montan a caballo tienen aspiraciones nobles, mientras que solo usan autos aquellos que dicen tener sueños y se prometen cumplirlos al concretar sus objetivos cortos clasificados como “una oportunidad de negocios”. Es así como Harp le prohíbe a Cole esta “vida callejera”, si es que está predispuesto a adaptarse al estilo de su familia.

¿Qué tiene para ofrecer el negocio familiar? Por un lado, metas claras, de eso no hay duda. Cole aprenderá a ganarse sus méritos realizando actividades agrarias y comprenderá el peso de sus logros a medida que concluya cada una de ellas. Conocerá un linaje que lo acompañará en ciertas instancias que lo ayudarán a crecer y a disfrutar de las ventajas que le corresponden a una persona de su edad. 

Por otro lado, todo esto se verá sustentado por una perogrullada metafísica. En las primeras conversaciones con su parentela, Cole oirá declaraciones como: “Las cosas duras vienen antes que las cosas buenas”; “Hollywood nos blanqueó, nos eliminó de sus libros de historia”; “las ciudades ya no necesitan caballos… o así lo decidieron”; “Somos como del salvaje oeste, los últimos que quedan”. No hay nada tan peligroso para un espectador como la espantosa tarea de tomarse cada línea de diálogo como una literalidad directa, tomadas por reflejo de la postura ideológica de quien dirija el material audiovisual. No todo lo dicho en un film es necesariamente lo que piensa su autoría y muchas veces pecamos de confundir un conjunto de frases irónicas con propuestas absolutas. Sin embargo, este no es el caso de Concrete Cowboy. Piensa que proviene de un pasado que destruyó su identidad y para restaurarla se propone oponérsele con dedo acusador incluido.

La mayoría de las citas que hemos destacado surgen porque Cole admite no saber quién es El Llanero Solitario. Este podría haber sido destacado como el gran enemigo de la cultura de los jinetes desplazada de la historia por Hollywood, pero no. El Llanero es recordado como el héroe que montaba caballos.

Incluso las peceras y el símbolo de la territorialidad se abordan con redundancias: Plano detalle de peces siendo alimentados por la mano del malvado de la película. Nada hay de los valores recorridos en films como la trilogía de El Padrino, o mismo de Fuego contra fuego, cuando Vincent Hanna comprende que su trabajo se devoró a su último matrimonio y toma el camino de las naranjas, en vez del de la pecera, en el momento previo a su primer encuentro con Neil McCauley. No hablamos de valores grandilocuentes, ni mucho menos caros, sino de sutileza con lo simple y cuidar de esos elementos cotidianos que pueden devenir como pilares trascendentales para la historia narrada.

Puede sonar injusta la comparación con los así llamados tanques hollywoodenses, pero insistimos que retomamos detalles simples, desprovistos de efectos especiales, o lo que fuera. Aunque, hasta puesto en esos términos, Concrete Cowboy es como si James Mangold en Contra lo imposible hiciera que en la Le Mans ‘66 Ford se negara a elaborar su primer modelo deportivo, no sin exponer a Ferrari como el mal encarnado porque tiene los medios condicionados para realizar lo que Ford nunca había podido.

Ya que estamos, vale recordar. En esa película, Mangold no se priva de hacer chistes como los de El Llanero Solitario. En una de las primeras escenas, hace que los ejecutivos de Ford digan que James Bond es la misoginia en persona y no quieren saber nada sobre sus gustos automotrices, cuando este director sabe perfectamente que, posteriormente, la misma marca le financió buena parte de su presupuesto a Los diamantes son eternos si solo se conducían sus modelos en ella y Sean Connery se reservaba al volante del Mustang Mach 1. Es más, en Wolverine: Inmortal recurrió a un gag famoso de esta película, aquel en el que una persona es arrojada a una piscina sin saberlo. De nuevo, son chistes con bagaje histórico, criticas escondidas en risas. En cambio, la cuestión del Llanero coincide con una postura recurrida reiteradas veces en la primera película de Ricky Staub.

Hay que ser más justos y reconocer que las actuaciones en Concrete Cowboy son decentes y hasta nos atrevemos a decir notables, de la mano de Idris Elba y el joven Caleb McLaughlin. Si dispone de un logro lírico está en las implicancias del nombre del protagonista adolescente. Por supuesto que no hablamos de las obviedades con respecto a John Coltrane y el vinilo de Elba, sino a los usos del nombre en diferentes escenarios. Cuando hay drogas implicadas, lo llaman “C”; en su ciudad natal, “Cole”; pero ya vuelto cowboy oficial, con su sombrero, a veces es “Cole” y muchas veces es reconocido como “Coltrane”. Hay buenas intenciones con respecto a este tema de no tener que distanciarse de su origen para crecer, inclusive está la dualidad de residir en los dos nortes de sus dos ciudades. Claro que el nombre “Cole” puede resultar una palmada simpática al personaje que veía muertos del mentor Shyamalan. Es bella, además, la inclusión en el elenco de verdaderos miembros de este culto de Filadelfia. Valores y belleza tenemos.

Al director no se le escapó la mención amena de la saga de Rápidos y Furiosos, con la que Elba se ha vinculado en los últimos años. Y ahí está buena parte de los problemas de este debut. Nos piden que entendamos la precariedad de los protagonistas reconociendo enemigos cuando es conveniente. La confrontación de caballos contra autos es atractiva, pero predomina en el film una lectura moral que jamás se pone en escena y opta mayormente por la obviedad verbal.

 

 

 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

(Estados Unidos, 2020)

Dirección: Ricky Staub. Guion: Ricky Staub, Dan Walser. Elenco: Idris Elba, Caleb McLaughlin, Jharrel Jerome, Lorraine Toussaint, Byron Bowers, Method Man. Edición: Luke Ciarrocchi. Producción: Idris Elba, Tucker Tooley, Lee Daniels, Jeff Waxman, Dan Walser. Duración: 111 minutos.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar...

Recibe las últimas novedades

Suscríbete a nuestro Newsletter