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CRÍTICAS

Crítica: Cuarto intermedio. Guía práctica para audiencias de lesa humanidad, por Carolina Bartalini

La pregunta acerca de los límites de la representación atraviesa, como sabemos, todo el siglo XX. Luego del horror del nazismo, este interrogante se desplegó en nuevas formas estéticas y testimoniales, y en acalorados debates entre historiadores, filósofos y críticos que continúan, con nuevas formulaciones, en nuestra actualidad 2.0. Aquella célebre y lacónica idea de Theodor Adorno acerca del fin de la poesía después de lo inimaginable puesto en práctica para la administración de la muerte en Auschwitz –y en todo el sistema concentracionario a lo ancho de Europa–, se observó refutada no solo por las intervenciones estético-políticas en el Viejo Mundo, sino también por las formulaciones en que las prácticas artísticas contemporáneas han abordado las secuelas de los genocidios de Estado en América Latina desde perspectivas generalmente presentificadoras y disruptivas para el statu quo de las tradiciones de cada género.

Un juicio es una puesta en escena, afirma el escritor Félix Bruzzone en su reciente apuesta performática Cuarto intermedio. Guía práctica sobre audiencias de lesa humanidad en la que indaga junto con la abogada francesa Mónica Zwaig en el papel legal, político y social de los juicios de lesa humanidad que se vienen llevando a cabo en Argentina desde el año 2006, luego de que el Congreso Nacional declarara “insanamente nulas” las leyes de Punto Final (23.492, 1986) y de Obediencia Debida (23.521, 1987) y la Corte Suprema de Justicia anulara la serie de indultos concedidos por el expresidente Carlos Menem entre 1989 y 1990 a los militares sentenciados en el Juicio a las Juntas Militares de 1985. Desde el año 2007, como parte de los llamados “Juicios de la Verdad”, se realizaron tres procesos legales en el marco de la mega-causa ESMA (ex Escuela Mecánica de la Armada, donde funcionó uno de los centros clandestinos de detención y torturas más grande de la dictadura) y es a partir de la participación de Mónica Zwaig –co-autora de la obra junto con Bruzzone– como abogada querellante de estos juicios que la puesta performática cobra un espesor más corrosivo que insiste en evadir la impronta auto-testimonial para detenerse, a través del humor, en una intensa reflexión sobre el juicio como dispositivo legal de reparación simbólica pero también como juego, como puesta en escena.

Bruzzone recuerda su primera experiencia en un juicio de lesa humanidad que presenció en los tribunales de Comodoro Py como parte de un trabajo encargado por InfoJus (Agencia Nacional de Noticias Jurídicas, que funcionó hasta febrero de 2016) a escritores e ilustradores para realizar crónicas sobre las audiencias. Allí conoció a Mónica Zwaig, abogada especializada en crímenes de lesa humanidad que llegó a la Argentina para participar de la querella contra los genocidas de la última dictadura cívico-militar. Ambos explican, también, que los juicios de lesa humanidad no solo se realizan en Comodoro Py, sino que en cada ciudad se dispone de un lugar acorde a las necesidades específicas. En La Plata, las audiencias se llevaron a cabo en el Teatro Metro, donde funcionó la Cámara Oral en lo Criminal  Federal N°1 durante los juicios que investigaron los crímenes de lesa humanidad cometidos en los CCD que formaron parte del “circuito Camps”. Así también había sucedido en el juicio a Erich Eichmann luego de su captura en Buenos Aires, llevado a cabo en una sala de teatro en Jerusalén en 1961 y registrado en vivo y en directo en la primera transmisión televisiva a escala mundial (a cargo del documentalista Leo Hurwitz).

La apuesta de Bruzzone y Zwaig consiste en la reflexión sobre esta condición performática que todo juicio oral posee y en la condición ontológica que define a la justicia como creadora de estados que definen la realidad posterior (culpable/inocente). Un juicio, señalan Bruzzone y Zwaig, presenta similitudes sonoras y discursivas con el juego, y el juego, como el juicio, también es una puesta en acto de una acción verbal. Juicio y juego se mixturan en Cuarto Intermedio a través de la forma en que el director, Juan Schnitman (El incendio, 2015), plantea en torno al trabajo que Bruzzone y Zwaig realizan representando dos roles identitarios que también son expuestos al comienzo de la sesión: Bruzzone como escritor cuyos padres fueron detenidos y desaparecidos por la última dictadura cívico militar; Zwaig como abogada experta en derechos humanos, nacida en Francia, de padres argentinos, “la única persona que asistió a todas y cada una de las audiencias de lesa humanidad en Comodoro Py”. Esta (re)presentación cobra espesor con una serie de objetos y materiales audiovisuales, sonoros y expresamente performáticos que confluyen en la rarificación de la escena del juicio, sin obviar la información sobre su rol político y legal en los procesos de memoria, verdad y justicia y la trascendencia de sus resultados en nuestro país.

Con el humor alucinado y corrosivo de Bruzzone, la puesta también insiste en la necesidad social y ética de que todos participemos en las audiencias de lesa humanidad en las que se investiga y juzga la responsabilidad de los represores y civiles en el genocidio de Estado de la última dictadura cívico militar. Y, de hecho, nos hacen participar. Se elige una cantidad de personas del público para que, libreto por medio, (re)presenten a jueces, fiscales, querellantes, defensores y testigos. Es en este momento donde realidad y ficción, historia y presente, juicio y juego cobran una sutil relación corporal. El testimonio y los parlamentos leídos por el público actuante es parte del registro de los juicios. Somos sumergidos en una audiencia de lesa humanidad, y es claro que nadie quiere representar a la defensa. Previamente, Bruzzone y Zwaig preparan a la “audiencia” para esta situación: con una serie de instrucciones, datos útiles y tips nos indican en tono de chiste pero subrepticiamente en serio cómo pasarla “lo mejor posible” en un juicio de lesa humanidad. Uno de ellos dice: ¿Qué hago si le tengo miedo a un genocida? No hay que preocuparse, no pueden hacernos nada porque hay un vidrio de por medio.

Estrenada en el mes de abril de este año en la Casa Victoria Ocampo y en cartel hasta el 28 de julio en el Teatro Defensores de Bravard, Cuarto intermedio. Guía práctica para audiencias de lesa humanidad presenta muchos más matices y guiños que los que podríamos detallar acá, especialmente en torno al futuro de la humanidad luego de la conquista de los gorilas. Por eso, los consejos van hacia ellos: en una escena post-apocalíptica será, entonces, el tiempo en que los monos rebeldes puedan liberar a la humanidad esclavizada de la práctica constante de aquella idea que analizó Hanna Arendt sobre el teatro del horror de Eichmann: la sutil y perversa banalidad del mal.

El otro punto fuerte de la puesta es la indagación en la noción de archivo: ¿qué pasará con todo el cúmulo de imágenes que producimos en esta era líquida en el futuro de la especie humana? ¿cómo podremos diferenciar entre un “meme” y el registro de un juicio de lesa humanidad? Si el archivo personal se pone en juego en la escena pública –como lo viene haciendo Félix Bruzzone en su literatura y actos performáticos así como también sucede en las películas y textualidades de otros productores de la generación de postdictadura– no es meramente para indagar en la construcción subjetiva individual sino para dislocar la misma categoría de archivo en nuestra sociedad atravesada por las violencias represivas de la censura, la desaparición y el exterminio de personas. La colección personal participa y se solapa con el archivo comunitario, social y político. Como en un juicio, la acción verbal produce nuevas entidades, así Cuarto intermedio se propone más como una experiencia que como una obra cerrada.

Porque la vida, incluso después de la tiranía de los gorilas, continuará en nuevas inflexiones como viene sucediendo en los Juicios de la Verdad. Siempre y cuando –nos alertan Bruzzone y Zwaig con sus espadas láser– podamos defenderlos –y defendernos entre nosotros– de las múltiples y constantes banalidades del mal.

Teatro: Defensores de Bravard – Gurruchaga 1113, CABA.

Funciones: 4, 11 y 18 de Agosto – 18:30hs

Entradas: $180

 

©Carolina Bartalini, 2018 

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

Dirección: Juan Schnitman. Autoría: Félix Bruzzone, Monica Zwaig. Intérpretes: Félix Bruzzone, Monica Zwai. Video: Juan Schnitman. Operación técnica: Milo Schnitman. Dirección: Juan Schnitman.

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