UNA ROAD MOVIE
Empecemos con una invitación: una vez que hayan terminado de mirar Liliana Bodoc. La madre de los confines vuelvan a la primera escena. A ese momento íntimo en el que la protagonista de la historia lee aquel poema de la infancia. A pesar de la vergüenza y de las aclaraciones, el poema —al dar la vuelta— resulta la síntesis perfecta de lo que se va a narrar.No es la obra literaria la que organiza el relato: son los recuerdos, las penas, la madre, el padre y la sopa de letras. Entonces, aquel poema es toda una advertencia que ya desde el inicio nos invita a hacer un viaje en el tiempo. Porque para entender a la escritora, hay que pasar por esos lugares por los que ella pasó. Y al hacer ese recorrido, el viaje y el tiempo mismo son los que dan cuenta de esa mujer que se aparece frente a cámara mostrando su intimidad. Intimidad a la que nos asomamos, además, gracias esos primerísimos primeros planos con los que filman a Liliana Bodoc y que nos hacen sentir la intensidad de su espíritu a través de la pantalla.
Y si el film de Diego Avalos resulta ser una road movie es porque ese viaje a Mendoza donde los caminos y las calles se abren despliega, además, un viaje a través del tiempo, de los recuerdos y de la memoria de Liliana. De su familia, sus amigos, su práctica religiosa.
Una road movie nunca es solamente un viaje terreno. Siempre es, además, un viaje a las entrañas del alma. A ese lugar donde los recuerdos guardan el origen de las cosas. Es pasar por aquella casa, por ese rincón donde escribió las primeras frases de su novela más famosa, por el encuentro con esas personas que fueron parte de ese tiempo pasado, de iniciación, que le dan sentido a esa figura pública: la Bodoc escritora.
Pero también, cuando hay viaje, siempre es el de la vuelta a casa. Porque esa Mendoza, hogar de Liliana, es su Itaca, donde quien espera es el padre que siempre estará allí para abrazarla. Donde una hija hace de puente para que el tiempo se vuelva cura, se vuelva rito. Volver a casa es volver a encontrarse con aquellos objetos —un árbol al que se besa, o una piedra que es manifestación de la ausencia, un viejo cuaderno, o una cajita llena de chicles— que, con el tiempo, se han vuelto símbolos.
Porque el cine es eso. Viaje en el tiempo, vuelta a casa, abrazo del padre. Porque el cine es volver al comienzo del relato y escuchar cómo el poema encierra todo lo que se va a contar.
Una invitación a la aventura de conocer a una mujer que también fue escritora.
Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.
Guion y dirección: Diego Avalos. Elenco: Liliana Bodoc, Romina Bodoc. Producción: Francisco Larralde.
Liliana Bodoc, la Madre de Los Confines se encuentra disponible para ser alquilada por la plataforma Mowies. El costo es de 185 pesos argentinos (2.50 dólares).