STREAMING SANTA
Es muy repetitivo seguir con la mención del VOD en su papel de sustituto, en términos de formato, para las producciones de mediano y bajo presupuesto que no hallan lugar en la cartelera comercial. A esta altura, la demanda de ese material parece haber encontrado a su público, el cual se acrecentó de manera obligatoria por las circunstancias de la coyuntura mundial, que incluye cines cerrados o con aforo limitado, en el mejor de los escenarios. Muchos actores que vivieron las mieles de la industria ahora se ven forzados a recurrir a este mercado. De hecho, Hollywood ya prueba a través de las plataformas de streaming de cada estudio (inevitable por la pandemia) algunos experimentos de, por ejemplo, cortes nuevos, como el caso del Snyder Cut de La Liga de la Justicia. Mel Gibson ya no es para la industria un nombre importante, pero sí para el VOD o para estrenos limitados en sala. En el 2020 se estrenaron tres películas que lo involucraron en mayor o menor presencia en pantalla. Matar a Santa es la única en la que su papel es protagónico y, a la vez, el más arriesgado.
Las películas navideñas tienen un público bien definido, pero lo que ese tipo de espectadores no espera es encontrarse con una historia oscura y cargada de humor negro. Un Santa no tan santo, de Terry Zwigoff, es el mejor exponente de una película perfecta que articula el humor más incorrecto y una pequeña historia de superación patética. Matar a Santa pretende perseguir esa senda de hibridación de características de un género: las de las películas navideñas (si es que pueden ser etiquetadas como tal), la comedia disparatada, y un tercer componente, que en este caso podría ser la acción. Un niño malcriado, que vive con su adinerada abuela, urde un plan para contratar a un sicario con el objetivo de asesinar a Santa Claus después de recibir un pedazo de carbón como regalo. Sí, Santa existe y tiene la forma de Mel Gibson, lo que hace que todo de aquí en más tenga una carga irónica por su sola presencia en ese papel. Gary, así se llama, es un contratado del gobierno de los Estados Unidos encargado de fabricar y repartir juguetes a los niños buenos. El peligro que se le presenta a su organización (tiene gnomos que trabajan en su fábrica, por ejemplo) es que son muchos menos los niños y niñas que se comportan bien en la actualidad, por lo que la demanda de trabajo es menor y, como consecuencia, también su paga. Ambas líneas argumentales, la del sicario (el particular Walton Goggins) y la del peligro del cierre de la fábrica de juguetes, se van a entrecruzar predeciblemente.
El verosímil trazado sobre la existencia tangible de Santa Claus es efectivo, pero no logra sortear el obstáculo de quedarse a mitad de camino para ser un disparate completo. Lo que se ve, en definitiva, es un esfuerzo por mantener un tono de seriedad en las formas cuando en lo que se dice hay un nivel de delirio pasmoso. En la misma sintonía, Walton Goggins se muestra temible en su interpretación de matón con clase y profesionalismo, pero la atmósfera de la película le devuelve a su personaje un baño de discordancia sobre el tono, el cual oscila entre la acción, el drama y la comedia. Esta última pata es la más fallida; el doble sentido y la ironía que plantea la película casi nunca dan en el blanco y, lo peor de todo, es que el absurdo no llega al nivel máximo esperable porque siempre parece haber un freno de mano que se activa, ya sea en lo argumental y/o en los diálogos. Sumado a este gran problema de malformación tonal hay una historia que avanza de rodillas debido a que las acciones se presentan bajo el halo del azar y la circunstancialidad, y no motorizados por un engranaje dinamizado de la narración. El tramo final es el más efectivo, en el que los hermanos Nelms (responsables de la muy simpática y aceptable Small Town Crime) despliegan un encuentro entre los actores principales digno de un cine de acción perteneciente a un par de décadas atrás.
Matar a Santa es fallida y perezosa, ya que se preocupa más por complacer -lo cual resulta extraño pensando en el mercado al que está destinada- que por irrumpir valiéndose de las cartas que los géneros ofrecen, no solo para seguir una fórmula sino también para doblar o, incluso, deconstruir. Solo Gibson, quien luce más cansado en cada película, y el oficio de Goggins para esta clase de papeles, alientan a terminar la visualización de unos -por momentos- muy largos 100 minutos.
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Guion, dirección: Eshon Nelms, Ian Nelms. Elenco: Mel Gibson, Walton Goggins, Marianne Jean-Baptiste, Chance Hurtsfield, Robert Boakstel, Deborah Grover. Producción: Nadine de Barros, Lisa Wolofsky, Michelle Lang, Rob Menzies. Duración: 100 minutos.
https://www.youtube.com/watch?v=LEBkXs4HAzc