Teatro coherente
Un joven ve por la televisión un dibujo animado de El coyote y el correcaminos, quizás la pareja más absurda de todo el universo de Warner: un animal que corre detrás de un imposible y en cada intento encuentra una nueva derrota física y espiritual. Pero no se rinde, crea nuevos planes, cada vez más ridículos, cada vez más riesgosos. Esto, que podría ser una señal de una admirable voluntad, es en realidad el centro de la crítica: correr un imposible no es valiente, es una huída, es un escape.
Los dos protagonistas de Psicotrópico también corren. Julián y su novia escapan. Él es corredor, por lo que moverse es su profesión. Ella corre de su propio conocimiento: quizás se quiera amante, quizás se quiera madre, quizás se quiera a sí misma. O quizás no. La noticia de un embarazo y una posterior crisis mental, quebrará el delicado equilibrio familiar. En este perpetuo escape los personajes se enfrentarán a distintas formas de la autoridad, de la trampa cotidiana que contiene pero también retiene: una madre posesiva, un médico que impone su ley, un hermano con dobles intenciones. Pero también un cariño inmaduro, un cariño necesitado, un cariño que lastima y que solamente empequeñece. Así se conforma un círculo sin fin que mucho se parece a una pista de carreras. O a una cacería donde nunca se tendrá ni premio ni recompensa.
Psicotrópico no se aleja de ciertas constantes actuales del teatro off porteño. Esto es: una familia disfuncional, una apuesta por el humor absurdo, un diálogo coloquial que se alimenta de referencias cotidianas, un juego con los espacios reales y mentales, un quiebre de la linealidad del relato. Si bien es cierto que desde su conflicto, personajes e historia, no se puede hablar de una obra que se destaque por su originalidad, Psicotrópico sí es interesante por otra importante cuestión: su propia coherencia.
Es para destacar el trabajo que realiza Florencia Berthold con su puesta en escena. Pocas veces se logra que un espacio, desde todos sus rincones, pueda contar algo con tanta relación al texto transitado y al universo propuesto. Berthold unifica su puesta al espacio de una manera donde uno y otro se vuelven lo mismo, virtud de un verdadero pensamiento de dirección. Pero también la puesta se destaca por sus recursos. Utiliza con mucho tino canciones, proyecciones, video en vivo y efectos de luz. Los recursos de la TV, del video clip, de la computación y las redes para hablar sobre los estados alienados no solo de los personajes, sino también de una sociedad enferma por sus medicinas, por sus miedos y cobardías. Destacamos además el desempeño de Agustina Gielis, quién sabe crear con mucha sabiduría una sensible criatura que se pasea con total seguridad de la más desesperante comedia a las cuotas más sutiles del dolor.
Psicotrópico, una obra coherente en todos sus recursos que logra reflejar de manera certera nuestros tiempos tan incoherentes como abandonados.
Teatro: El Grito – Costa Rica 5459
La última función de la obra fue el sábado 27/10/2018.
Entrada: $ 220,00
©Diego Ávalos, 2018
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Libro y Dirección: Florencia Berthold. Actúan: Emiliano Barabino, Agustina Gielis, Fabricio Mercado, Maby Salerno, Emilio Zinerón. Vestuario: Facundo Veiras. Diseño de luces: Guillermo Berthold. Fotografía: Queli Berthold. Diseño gráfico: Queli Berthold. Asistencia de dirección: Camila Uriarte, Marcus Wahrenwesten. Prensa: Agustina Gielis.