Documentales de Chile
El Poder de la Palabra (Chile, 2009) de Francisco Hervé.
Desde el 2004, el director registra la evolución de dos “emprendimientos” a lo largo de casi 5 años. Por un lado, la empresa Trasantiago adquiere el monopolio de todos los colectivos de Santiago, imponiendo una nueva ley que prohíbe la venta ambulante en los mismos. Por otro lado, los vendedores ambulantes, tomando como referencia a Hardi, el protagonista, se juntan y forman un sindicato con normas, reglas e inclusive uniforme para que los admitan como comerciantes legales y puedan entrar a los micros sin problemas a ganarse el pan de todos los días para mantener a sus familias.
Es una carrera contra el tiempo, porque cuando Trasantiago convierta todos los colectivos de Santiago en parte de su flota, ellos se quedarán sin trabaja.
Con una cámara invisible, Hervé graba un documental de forma omnisciente, ficcionalizando el relato, a través de los ojos de un humilde protagonista. Real, sin caer en juicios de valor ni momentos sensibles, apelando a la objetividad del lente, en apenas 75 minutos logra abreviar una lucha de muchos años. Divertida, irónica, melancólica, y sin pretenderlo, política también. Seca pero emocionante. Un documental que muestra como no hay que bajar los brazos cuando se pelea por un fin social.
Competencia Nacional de Cortometrajes
Un Arma Poderosa (Argentina, 2009) de Mariana Wenger y Paola Murias.
La directora de Cine Negro, nos presenta este cortometraje animado de 5 minutos. En ese breve lapso nos cuenta la historia de la castración de las mujeres en África, a través de la historia. A ritmo de los tambores y con una animación sencilla pero de gran belleza, emocionantes figuras y gran ritmo, los textos y voz del gran Eduardo Galeano, logran impactarnos a gran nivel, haciéndonos reflexionar con una prosa sencilla y directa, pero a la vez, poética en su tono. Solo 5 minutos… pero inolvidables.
Danza con los Sueños: Largometrajes Nacionales
Nina (Argentina, 2009) de Sofía Vaccaro.
Ganadora en el Festival de Ciné de Oberá nos muestra el viaje de Nina y Lourdes. La primera una joven misionera que trabaja con su madre, en el campo. La segunda, vende medias en el medio de Encarnación, Paraguay. Ambas son engañadas, con promesas de un trabajo próspero para ayudar a sus familias y poder asistir a la escuela en Capital Federal, para terminar siendo vendidas como esclavas y prostitutas infantiles.
Vaccaro, decide centrar su mirada en la evolución del engaño, siguiendo el paso a paso, más que mostrar la crueldad del fin para crear concientización. No apela al golpe bajo ni al mensaje didáctico más tradicional, sino a registrar como cualquiera puede ser inocente y víctima. Por esto mismo, toma un camino suave y sutil, pero a la vez con un discurso director fácil de entender, sin obviedades ni subrayados.
A pesar de haber sido grabada con pocos recursos, el nivel visual es impecable, y la creación de personajes totalmente verosímil. Es un acierto poder mezclar no actores con profesionales como Daniel Valenzuela (pobre, otra vez interpretando al villano).
Avalada por una gran investigación previa, haber apelado a la ficción en vez de al documental, es un acierto, ya que crea un mayor atractivo para llegar al público joven. Si bien se trata de un drama, podríamos decir que tiene una tensión subyacente constante, digna del mejor de los thrillers. La película genera malestar, ya que dada una voz en off anticipatoria que nos va adelantando parte de la información, podemos ir previendo, imaginando el destino final de las protagonistas. Personalmente, deseaba que terminara pronto, porque (si bien no cae en golpes bajos o imágenes explícitas), intuía donde iba a terminar todo, y no deseaba confirmarlo.
De visión imprescindible en escuelas e institutos.
Cine Inusual
The Hide (Inglaterra, 2009) de Marek Losey.
El nieto de Joseph Losey, el gran director de El Sirviente, la clásica película de Dick Bogarde, donde un empleado doméstico logra dominar a su amo, nos presenta este thriller oscuro, que en cierta forma nos remite a la obra del abuelo.
En un paisaje desolado, rodeados de un lago y aves, un peculiar e introvertido ornitólogo llega a una cabaña pequeña desde donde observa y toma notas de los pájaros que sobrevuelan como caranchos, una ciénaga.
Está solo, tiene apariencia de académico, de nerd, y le habla al retrato de su ex mujer.
Pronto llega un joven de mirada lacónica y siniestro comportamiento. El ornitólogo tiene sospechas acerca del recién llegado, pero trata de encontrar un compañero en su soledad, al tiempo que lo vigila de manera misteriosa.
Basada en una obra de teatro, Losey III crea un clima intenso y ominoso. Sin salirse demasiado de la estructura teatral, adapta magníficamente en imágenes la tensión que lleva un proceso in crescendo, gracias a una puesta bien definida, una excelente fotografía y montaje (con reminiscencias al video clip y la publicidad, pero al mismo tiempo a la estética de David Fincher). Crea sospechas en el espectador, le agrega una sutil ironía típica inglesa, y una pequeña dosis de humor negro para cortar un poco con la molesta tensión. Nunca la narración decae en ritmo, ni se vuelve monótona. Las acciones y diálogos no son repetitivos, a pesar de que el espacio y el paisaje nunca cambian.
Pero lo fundamental, son las dos interpretaciones masculinas. Especialmente Phillip Mc Queen, que logra sacar tanto odio como piedad del espectador hacia su personaje.
Divertida, entretenida, tensionante y seca.
La herencia de Joseph Losey está en buenas manos.