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Cine

Cuando el cielo se equivoca (Good Fortune)

Las costumbres británicas podrán regir el mundo, pero las de Estados Unidos marcan los deseos.

La década del 70 en Estados Unidos fue una de las más transgresoras y por lo tanto memorables de la historia del cine. Dicha transgresión estuvo marcada por el conflicto en Vietnam, iniciado por una administración demócrata y continuada por una administración republicana, lo que despertó una enorme desconfianza del pueblo norteamericano en sus dirigentes. Esa transgresión provocó una ola de desilusión y desidealización con el llamado American Dream, ese viejo precepto de antaño instalado durante la gran ola inmigratoria de que Estados Unidos era la tierra prometida, donde cualquiera si trabajaba lo suficientemente duro, podía aspirar a una gran prosperidad. La década del ’70 empezó a cuestionar qué es lo que realmente estaba prometiendo esa tierra. La pregunta que inmediatamente se puede hacer el lector es ¿Qué tiene que ver esto con una comedia realizada en la actualidad? Lo suficiente. Ya que ese mismo espíritu de cuestionamiento es a lo que apunta Aziz Ansari en esta película que escribe, co-produce, dirige y lo tiene de protagonista.

Cuando el cielo se equivoca es una mezcla de De mendigo a millonario con El cielo puede esperar, o mejor dicho, es la premisa de De mendigo a millonario puesta en marcha por un recurso visto en El cielo puede esperar. Hasta se podría decir que hay algo de Qué bello es vivir si al ángel Clarence le dieran un arco tan detallado y profundo como el de George Bailey.

Dicho esto, la película se llama originalmente Good Fortune, pero aquí se estrena con el título de Cuando el cielo se equivoca, y si bien no está alejado de cosas que se ven en la película, está lejos de ser un absoluto. Es una traducción que claramente apela a la popularidad internacional que tiene Keanu Reeves por sobre los otros dos protagonistas; Seth Rogen es más o menos conocido, pero me permito dudar que el ciudadano de a pie, en Argentina por lo menos, sepa quién es Aziz Ansari. Aparte, incluso si no supieras quien es Keanu Reeves, siempre vas a tener más ganas de saber quién es y qué hace el personaje con las alitas por sobre los otros dos con cara de nada.

El gancho comercial está en la claridad de la premisa y un estilo de comedia conocido como “Pez Fuera del Agua”, en donde las risas vienen de los intentos del protagonista por adaptarse a un entorno que le es completamente ajeno, y el crecimiento del protagonista está basado en el desarrollo de un sentido de la empatía a causa de vivir de primera mano unas vivencias que están muy alejadas de su realidad. Esta es la idea, la ejecución es otro tema. 

Hay una teoría de guion que dicta que todos los personajes en una película son una representación del tema a tratar. Si hay una constante que une a los tres personajes de Cuando el cielo se equivoca es la de establecer que la vida, el día a día en Estados Unidos, es tremendamente cara. Sepan disculpar el excurso anecdótico, pero quien escribe puede dar fe que los precios que Ansari retrata en plano detalle no son una exageración cómica suya o del departamento de arte de la película; comer en Estados Unidos es así de caro. 

Es una película sobre el trabajo ingrato, que parece afectar incluso al plano celestial, donde hay una jerarquía con gente que tiene y gente que desea, donde hay una burocracia a la que responden. Aquí, el ideal de ascenso es ser un ángel de la guarda, de los que te guían y ponen las cosas en perspectiva (como Clarence en Qué bello es vivir), mientras que el derecho de piso para llegar ahí consiste no tanto en ser un ángel de la guarda, sino un ángel que te dice “¡Guarda!” cuando texteas y manejas al mismo tiempo, un mal del mundo moderno que le pelea de cabeza a cabeza al “Don’t Drink and Drive” para combatir el alcoholismo al volante. Un reclamo lógico en esta época de redes sociales donde cualquiera con un celular puede hacer de su vida un show, dejando a Gran Hermano al borde de la obsolencia.

Somos animales dramáticos y miramos hacía donde está el conflicto, pero entre la presentación de varios, nos quedamos con el que nos parezca más potente. Sí, el deseo del interés romántico de iniciar un sindicato es un intento de tener alineada temáticamente esa historia con las otras dos, pero nunca lo desarrolla de forma plena y es esa falta de desarrollo es la que puede hasta llegar a hacerlo parecer una excusa.

Volviendo a la desidealización del American Dream, hay un recurso cómico que refuerza esto y es a través del personaje de Seth Rogen, que es retratado como un millonario que tiene una vida fácil, que fue criado entre comodidades, heredó todo lo que tiene, y que lo más parecido que hace a “trabajar duro” es tener reuniones por Zoom. Este recurso funciona a dos niveles.

 Uno es cuando el ángel que interpreta Keanu Reeves, que trata de mostrarle al personaje de Ansari que la vida del personaje de Rogen no es tan maravillosa como parece, y resulta ser no muy eficiente que digamos, ya que demuestra que es todavía más maravillosa de lo que parece. Esto apunta a combatir un típico cliché del cine de Hollywood que busca mostrar a la riqueza material siendo inversamente proporcional a la cantidad de riqueza espiritual. Es de apreciar que a Ansari no le gana el ego y encarna a un personaje bastante egoísta. Alguien que no tiene el más mínimo reparo en robarle la vida a alguien, sólo porque aquella de donde viene es demasiado dura. La comedia también viene de este lado, de desmitificar ese concepto de “el pasto siempre parece más verde en el jardín del vecino” que busca convencer que, independientemente de la prosperidad, todos somos humanos. Si hay algo parecido a lo que llamamos mean spiritedness o mala leche en esta comedia es que ese pasto ajeno no parece más verde, sino que lo es por completo. No hay miserias ocultas, no hay multas espirituales. El vecino es feliz por fuera, feliz por dentro y los demás están con la ñata contra el vidrio. También podría decirse que eso es una intención directa, porque también tiene una mala leche no buscada; el protagonista no solo tiene que desear volver a su vida de antes, porque es lo más honesto, lo más justo y lo más ético hacia el dueño de esa vida original, sino por reconocer que su vida era mejor como cuando estaba antes, y ahí la película se mete en un terreno peligroso que es la romantización de la pobreza.

El otro nivel lo aporta el personaje de Seth Rogen por sí mismo, en cuanto a que es una caricatura de la frivolidad, incurriendo en actividades tales como meterse en una bañera de agua helada por 15 minutos para luego encerrarse en un sauna y repetir el proceso una y otra vez. La comedia ahí radica en el sufrimiento que experimenta cada vez que se mete en esa agua helada, pero que elige hacerlo igual, pues seguramente lo vio en algún Instagram o Tik Tok y no se quiere quedar afuera de la tendencia. Otra frivolidad que aporta comicidad es la de pedir que le instalen una pista de Disco para festejar su cumpleaños y preparar una coreografía con un coreógrafo profesional.

Podemos decir que es la historia de tres personas cuyas vidas mejoran por haber estado en los zapatos de otro. Sin embargo, si escarbamos más a fondo, nos vamos a encontrar que esa lección de empatía solo aplica concretamente (o por lo menos plenamente) a dos de los tres personajes: el millonario que termina empatizando con los esfuerzos e ingratitud que experimentan quienes lo atienden y el ángel que aprende de primera mano lo que es ser humano. Es ahí de donde viene el conflicto y su potencia, la cual vemos en las situaciones que atraviesan los personajes de Reeves y Rogen. Cuando el intercambio manda al personaje de Ansari a una vida de lujos, lo único medianamente parecido a un conflicto es la dificultad de conquistar a un interés romántico, lo que por sí mismo no es un defecto, pero puede serlo porque pierde en comparación al conflicto de los otros dos personajes y que refuerzan una problemática introducida en la película desde sus primeros minutos. Una vez que cada uno de los peces en esta película se encuentran en sus respectivas aguas ajenas, es la línea argumental de Ansari la que pierde fuerza, lo que presenta un problema. 

Si bien los materiales promocionales y buena parte de la película apuntan a un protagonismo compartido entre tres, siempre hay uno que cambia más que los otros, por lo que es justo llamarlo protagonista en su término más absoluto, ya que son sus acciones y sus deseos los que se presentan primero y con más énfasis. Aquí el protagonista es el de Ansari, se trata de su viaje, y si bien una película puede abarcar varios temas, el camino del protagonista debe ser claro. Al darle cabida y desarrollo al camino de los otros personajes da la sensación de no necesariamente “abarcar mucho y apretar poco”; la película no tiene un problema de profundidad, sino que tiene problemas para decidir cuál es su mensaje último. Una indecisión que, concedido, termina en una elección concreta: “Hallar la felicidad en las pequeñas cosas a pesar de todo lo duro”, pero una película más que su final, es el camino que hace hacia ese final satisfactorio. Este final, aunque no es necesariamente anticlimático, va más hacia aclarar que a satisfacer, como diciéndote “Podés olvidarte de todo lo que te estuve diciendo, siempre y cuando no te olvides de esto.” Algo que puede sentirse más como una formalidad que como declaración final de principios. 

Uno al salir de la sala se queda más con el buen recuerdo de las humoradas bien aplicadas (que tienen su grado de verdad en el día a día más allá de la sala) por sí solas que por el lugar que tienen dentro del arco y escalación del relato como un todo. ¿Es efectivo? Sí. ¿Es entretenido? Por supuesto. ¿Es memorable? Eso ya es otra historia.

(Estados Unidos, 2025)

Guion, dirección: Aziz Ansari. Elenco: Keanu Reeves, Aziz Ansari, Seth Rogen, Keke Palmer, Sandra Oh. Producción: Aziz Ansari, Brady Fujikawa, Jon Humphrey, Anthony Katagas, Alan Yang. Duración: 97 minutos.

1 comentario en “Cuando el cielo se equivoca (Good Fortune)”

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