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CRÍTICAS - STREAMING

El amor es un viaje en trineo al infierno (Drive-Away Dolls)

El estreno de hace un par de años de La tragedia de Macbeth, la primera película totalmente en solitario de Joel Coen -sin la clásica colaboración con su hermano Ethan- trajo consigo los primeros comentarios que, inevitablemente, se referían a las posibles diferencias con respecto a lo que la pareja de hermanos solía hacer, o al menos sobre lo que podría haber sido si aquella hubiera estado firmada por ambos. Se trataba de una película de un preciosismo riguroso, en blanco y negro, sin jugueteos formales, sin ironía ni humor estrambótico -características desarrolladas de diferentes maneras en toda la filmografía compartida. Con todo, dejaba servido el terreno para las especulaciones que señalaban que Joel era el “serio” del dúo, el que balanceaba la sociedad hacia cierta formalidad, desmarcándose así del rasgo “divertido” que muchas de las películas que realizó con su hermano supieron exhibir. Si bien era demasiado pronto para certezas, el estreno de Drive-Away Dolls, la primera película de ficción (recientemente realizó el documental Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind) dirigida en solitario por su hermano, Ethan Coen, no hace más que reforzar esas teorías todavía improvisadas y prejuiciosas.    

No lleva más de un minuto darse cuenta del tono que propone Ethan Coen en su película a todo color, en la que un hombre visiblemente nervioso (Pedro Pascal) custodia un portafolio hasta que es asesinado enseguida de manera violenta y sangrienta. Los gestos de Pascal son estrafalarios, exagerados, al igual que los del matón que lo acosa y asesina, y también lo son los movimientos de cámara, las angulaciones y el ritmo vertiginoso de toda la escena. Enseguida, conocemos a la pareja protagonista, dos amigas lesbianas, una discreta y bastante mojigata (Geraldine Viswanathan) y la otra más extrovertida y descontrolada (Margaret Qualley), que, luego de un par de situaciones, deciden emprender un viaje hacia Tallahassee, al norte de Florida, en un auto alquilado, con el fin de conocer a una tía de ellas, pero, sobre todo, para divertirse alocadamente en lo que durase el viaje. No se enteran de que en el baúl llevan una maleta y algo más, que pertenece a un grupo de matones bastante torpes, quienes las perseguirán para hacerse del botín. Para una película que apuesta a una u otra sorpresa de guion (aparece Matt Damon en la piel de un senador involucrado en cuestiones algo turbias, una ex policía despechada que quiere venganza) es preferible no decir mucho más.  

Road movie con mujeres empoderadas, sexualmente libres, hombres horribles a los que hay que darles su merecido, autos a toda velocidad, acción y humor: si suena a las características del cine exploitation de alguien como Russ Meyer es porque lo es. El mismo Ethan Coen junto con su mujer Tricia Cooke (guionista y editora de la película) se inspiraron en buena parte del universo cinematográfico del célebre director californiano (menos en la proliferación de tetotas al desnudo) para desarrollar una historia que, en principio, iba a ser dirigida por su amiga Allison Anders (directora de la hermosa Nafta, comida y alojamiento, entre otras grandes películas). El equipo no consiguió a nadie quien financiara el proyecto y se estancó. Finalmente ve la luz de la mano de sus creadores originales, quienes plasman una comedia frenética de enredos en la que la velocidad de la imagen compite con la de los diálogos (premio mayor al acento texano mascullado de Margaret Qualley), y en la que se dieron algunos gustos para remarcar el ritmo, como barridos y transiciones de distintas formas, zooms violentos, bruscos movimientos de cámara y breves separadores de pura psicodelia que podrían ubican a la película en un típico programa grindhouse setentero. 

La propuesta de Drive-Away Dolls no conlleva dobleces ni ambigüedades; lo suyo es puro divertimento, la adrenalina de salir a la ruta y que cualquier cosa pueda pasar, con referencias ingeniosas sobre Henry James y chistes sexuales desbocados en el medio, y hasta un personaje (el hilarante Curlie, dueño de la agencia de autos, quizás el personaje más “Coen” de todos) que queda conscientemente olvidado -y desparramado- en el caos de la película. 

(Estados Unidos, Reino Unido, 2024)

Dirección: Ethan Coen. Guion: Ethan Coen, Tricia Cooke. Elenco: Margaret Gualley, Geraldine Viswanathan, Beanie Feldstein, Joey Slotnick, Pedro Pascal, Matt Damon. Producción: Tim Bevan, Ethan Coen, Tricia Cooke, Eric Fellner, Robert Graf. Duración: 84 minutos.

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