LA HIPÓTESIS DEL CUADRO ENCONTRADO
Hace más de tres décadas (sí, leyó bien) no recuerdo a propósito de qué motivo, anduvieron por acá los directores franceses Laurent Heynemann y Pascal Bonitzer. En rueda de prensa del siglo pasado (sí, fue a fines de los 80 o inicios de los 90) ambos aún no habían empezado a filmar ya que estuvieron presentes como prestigiosos guionistas y por escribir en Cahiers du Cinema. Los dos se mostraron poco efusivos y amables. Sintetizo: francamente insoportables y más Bonitzer, con esa clásica arrogancia gala de observar al mundo desde arriba y esa tendencia que tienen los directores franceses de tirarte una biblioteca por la cabeza y de tomarte lecciones de cultura en medio de una entrevista. Y confieso que este trance lo viviría más de una vez.
Bonitzer, guionista para Barbet Schroeder, Raúl Ruiz, André Techiné, y en especial, Jacques Rivette (La belle nouisese, por ejemplo), debutaría como cineasta en 1999 con Rien sur Robert, una comedia gélida (acorde a la puesta en escena) con Fabrice Luchini de protagonista.
Hasta hoy con siete películas detrás de cámaras, Bonitzer en El cuadro robado se mete en el mundo de los subastadores de obras de arte con una historia que remite al pasado ya que por azar se encuentra “Los girasoles marchitos” de Egon Schiele, obra del pintor y grabador austríaco que fuera capturada y en parte saqueada por los nazis en 1942, hasta ese momento, en manos de un coleccionista de origen judío.
Más allá de las cuestiones históricas, que se explican en una secuencia verbal de diez minutos donde se comenta sobre “el arte degenerado” para el nazismo, la película de Bonitzer presenta a una serie de personajes que rondan por el conflicto central con diversos intereses. Desde el ambicioso subastador André Masson (Alex Lutz), la ex esposa también conocedora en el tema, una pasante con problemas familiares en relación a su padre y, más que nada, un joven trabajador y su madre, quienes viven en una casa humilde junto a la obra tan deseada.
Bonitzer expresa su interés en ese mundo de gente acomodada y preocupada por el arte con mayúsculas reparando en escenas donde la palabra o lo textual se impone a las imágenes. Ambiciosos por escalar en sus respectivas ocupaciones la mayor parte de los personajes manifiesta su punto de vista desde un lugar determinado, en oposición a la humildad de los casualmente propietarios de la pintura.
Justamente, un aspecto a favor de El cuadro robado es la multiplicidad de voces que rondan a través del conflicto. Esta decisión del argumento beneficia a la película convirtiéndola, por momentos, en una historia amena y liviana, sin demasiada trascendencia, más allá de la descripción de ese particular micromundo que agradará a algunos y rechazarán otros de acuerdo a sus expectativas.
(Francia, 2024)
Guion, dirección: Pascal Bonitzer. Elenco: Alex Lutz, Léa Drucker, Nora Hamzawi, Louise Chevillotte. Producción: Saïd Ben Saïd. Duración: 91 minutos.