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CRÍTICAS - CINE

El Significado del Amor, según Rodolfo Weisskirch

Esta segunda obra de Leclerc es una agradable comedia romántica dramática sobre una relación basada en opuestos, que de alguna manera simboliza de que está compuesta la sociedad francesa hoy en día. Baya (Sara Forestier) es una joven bohemia, un poco torpe, completamente liberal en sentidos amorosos y sexuales. Hija de una hippie y de un mecánico de aparatos argelino que se escapó de la masacre que el ejército hizo sobre su familia. Baya piensa que si se acuesta con todos los conservadores que existen en Francia los puede convertir en izquierdistas.

De esta forma conoce a Arthur Martin (Jacques Gamblin), un cuarentón solterón, conservador en su forma de ser, pero socialista en sus ideales políticos, hijo de una emigrante griego/ alemana que se escapó del campo de concentración de Auschwitz siendo pequeña y nunca quiso hablar de su pasado, casado con un empresario nuclear demasiado conservador que nunca quiso interceder en líos políticos o religiosos.

A pesar de que Arthur y Baya son completamente opuestos, después de acostarse por primera vez, empiezan a entablar una honesta y liberal relación amorosa.

Sexo, política, religión relacionado con la historia familiar, y la importancia de la memoria, de contar la historia de la familia, son los pilares que sobrevuelan El Significado del Amor. Una película pacífica, alegre, con momentos dramáticos que no se encuentran forzados ni impuestos, ni tampoco apuestan al sentimentalismo o al golpe bajo. La poca solemnidad y leves pretenciones del film es lo que lo destacan conjunto a las interpretacion de Forestier y Gamblin (al que vimos hace poco en Amor de Familia).

No se puede esperar una historia que trascienda la cinematografía. Simplemente se trata de un digno entretenimiento que da pie a la reflexión acerca de la historia que cada uno tiene con su familia.

Teniendo en cuenta, que a nivel “moralismo” apoya el liberalismo sexual y las relaciones abiertas, finalmente defiende las relaciones convencionales. Y tampoco se juega demasiado a niveles estéticos. Cuanto más transparente, mejor.

Sin embargo, la buena intuición para el humor, para manejar el timing de comicidad, confirman las referencias que inspiraron esta obra: Lubitch, Wilder, y principalmente, Woody Allen (casí podríamos decir que se trata de una versión afrancesada de Annie Hall).

Con suficientes méritos para irse con una sonrisa en la boca, El Significado del Amor, es un retrato de la ideología y las nuevas comunidades mundiales, y como el amor puede ser más fuerte que cualquier opocisión política o religiosa. Si hay amor, el resto no importa.

Bueno, dejémos que Lecler lo siga creyendo. Si es feliz así…

Nosotros nos vamos, masticando esta obra conciliatoria, optimista. Entre tantas noticias que apuntan a la depresión, estas visiones, aun con sus clisés, lugares comunes y estereotipos, bienvenidas finalmente.

weisskirch@asalallenaonline.com.ar

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