La comedia
Existe una larga tradición en pensar que la comedia no tiene modo de pertenecer al sofisticado mundo del arte. Pero esto es, indudablemente, un extraño mito, o las comedias de los grandes autores del Renacimiento como Shakespeare, Moliere o incluso de la Segunda Guerra, como las brechtianas, no tendrían el merecido reconocimiento y lugar que poseen en la historia del teatro universal. Con inteligencia, la dramaturgia de cada época es capaz de crear un hecho artístico con cualquiera de los géneros del quehacer teatral.
La comedia tiene a su cargo el maravilloso arte de tomar los temas de actualidad desde un lugar que nos permite reconocernos imperfectos y aceptarnos con todas nuestras torpezas, ofreciéndonos ‘’pertenecer’’ a una comunidad humana en donde siempre seremos aceptados, y valorados por cómo somos. Pero esta característica popular la hace más susceptible de que muchos autores y actores subestimen tanto al género como al público, pensando que necesita menos trabajo, tanto de texto como actoral o de producción.
La subestimación del público; la utilización de trucos rudimentarios, como una mala palabra dicha en volumen alto para provocar algún tipo de complicidad limitada en el espectador, limita también las posibilidades de la obra. No porque lo rudimentario sea menos que lo sofisticado, sino porque estos procesos son de corta duración en la mente y el corazón del espectador. Y porque esa rudimentariedad se encuentra encubierta, en lugar de –a través de su valoración real– explotada y desarrollada. En teatro, el ir a fondo con los contenidos y las formas hace a la diferencia entre el teatro pasatista y el experimental, parte el último del acervo cultural necesario en una sociedad en constante crecimiento.
Teatro comercial vs. teatro independiente
Ante la pregunta de si ‘’el objetivo de un director debería ser siempre transportar a su público al valle del asombro’’, Peter Brook respondió: ‘’Sin dudas. Es lo que siempre he buscado, que la gente que va a ver mis obras no se encuentre con lugares comunes sino que vivan una experiencia sorprendente.’’ (1)
Hay un viejo dicho popular que reza: ‘’Hoy te reis pero mañana no se acuerda nadie’’. Es porque lo que caracteriza a la obra de arte es que entrega algo nuevo, aunque no sea en la originalidad de la sinopsis; algo distinto, algo que nos sorprende y nos deja pensando (en las posibilidades infinitas de casi todo), aunque sea por la realización de una escenografía con un suelo torcido –igual que la de la gran Esperando a Godot, en La Trastienda- como para que haya valido la pena su producción, los ensayos, la asistencia de los espectadores, la compra de entradas y las diversas ilusiones en juego.
Existen y existirán siempre espectáculos comerciales que no buscan más que la entretención del público. Y está bien que así sea. Sólo ellas no son parte del especial mundo del teatro independiente, porque el último tiene el foco puesto en la investigación – que es además su responsabilidad – y no en el espectáculo entendido como un negocio (un negocio válido.) Ambos son necesarios pero sus identidades y objetivos, diferentes.
Como si pasara algo…
Como si Pasara un Tren relata los procesos, sentimientos y emociones de una madre y un hijo con capacidades diferentes [según lo que con dificultad se puede deducir del trabajo corporal del actor, podría ser espástico (2)] que viven en un pueblito del interior, al que llega una prima de Buenos Aires con la educación y conceptos modernos que imperan en las grandes ciudades, y suelen contraponerse a los de los pueblos chicos. La sinopsis y también la dramaturgia son muy sencillas. Sin embargo, eso nunca es un problema si se logra que haya poesía. Incluso en la comedia. Ya sea en la manera ácida de relatar la vida cotidiana con un humor negro inteligente que permite reírnos de nosotros mismos, ya sea con esa gracia del clown que accede a las formas de la inocencia y la belleza humanas, o mediante una innovación en la comicidad.
Técnicamente la dramaturgia expone en el inicio elementos que son retomados, en su totalidad, durante el desarrollo y el desenlace. Esto es muy bueno, pero es necesario que el contenido de lo que se cuenta sea atractivo y que el modo de exponerlo (la forma), especialmente en comedia, sea sexy sin ser explícito. El texto de Como si Pasara un Tren abusa de los lugares comunes para no ponerse en riesgo, de las palabrotas para producir la risa fácil del espectador, e intenta dar golpes bajos que, si funcionaran, serían válidos pero para eso, entre otras cosas, debe aportar mucho el trabajo actoral. Guido Botto Fiora no consigue componer físicamente un personaje con un retraso madurativo creíble. Los movimientos de una espasticidad se mantienen sólo en los dedos, olvidando el actor el resto del cuerpo. Por momentos se acuerda y se vuelve a olvidar, lo que genera que su composición se caiga, impidiendo la verosimilitud.
Toda la obra termina sostenida casi en su totalidad por la actriz Silvia Villazur y su impactante organicidad, una buena presencia escénica, una voz alta y clara, y un divertido manejo de la máscara con el que hace sutiles morisquetas para representar su hastío o preocupación. Y por el sonido del tren de juguete, en donde si bien el elemento ‘’juguete’’ es un recurso bastante usado, funciona realizando también un trabajo sonoro muy bien articulado entre los textos.
La escenografía cuenta con cierto esfuerzo de producción y es estéticamente cuidada pero salvo el leve zigzagueo de los bordes de su piso, se inscribe en el diseño más clásico posible de una escenografía para un interior. Paredes y piso de madera, dos puertas para la entrada y salida de los personajes, mesa y dos sillas, sofá, mesita de luz con luz y mantita en el sofá. Era interesante que las paredes, al ser huecas, se transformen en un tren hacia el final pero la idea no es explotada a fondo, por ejemplo con un cambio de luz, ya sea titilante (para generar la impresión de movimiento del tren) o estático (para producir la sensación del cambio de una locación interior a una exterior).
Por último, la coreografía de un número musical a mitad de la obra – perteneciente a la estructura con fórmula más probada del teatro comercial – resulta en exceso edulcorada e interpretada desde una formalidad vacía.
El teatro comercial encubierto del off
Cuando Aristóteles escribió La Poética, introduciendo y definiendo con meticulosidad el concepto de ‘’catarsis’’, fue un genio visionario, pero fue un visionario más de 2000 años atrás. Desde esa fecha hasta hoy existieron grandes investigadores teatrales, dramaturgos y teatristas de todo el mundo, que abrieron nuevas puertas produciendo avances importantes para que el teatro y la cultura se desarrollen junto con la evolución humana. Esto no quiere decir que nunca más vayamos a montar una obra de Eurípides o Shakespeare, o incluso que un grupo perteneciente a una generación joven elija ser muy conservador. Pero una obra de arte no puede sostenerse únicamente en el concepto de catarsis. Y el teatro alternativo, que se ganó ese nombre por saber generar una alternativa al teatro comercial, no puede temerle al riesgo y utilizar sólo fórmulas probadas de trabajo. Ya que entonces estaríamos asistiendo a un teatro comercial encubierto.
- (1) Brook Peter, Entrevista por Alberto Ojeda para El Cultural, 17/10/2014, Ed. Impresa.
- (2) La espasticidad (del griego σπαστικός, derivado de σπᾶν, “arrancar”) es un trastorno motor del sistema nervioso en el que algunos músculos se mantienen permanentemente contraídos. Dicha contracción provoca la rigidez y acortamiento de los músculos e interfiere sus distintos movimientos y funciones: deambulación, manipulación, equilibrio, habla, deglución, etc.
Teatro: El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960)
Funciones: viernes, 20 y 22 hs; sábados, 20 y 22 hs.
Natasha Ivannova