C’mon and ride me down easy, ride me down easy, friend
‘Cause tonight the western stars are shining bright again
LO VIEJO FUNCIONA
En estos tiempos post superheroicos, la figura del veterano -asociado a valores, estéticas y formas de hacer cine del pasado- parece estar de moda. Tal vez por la falta de auténticas estrellas de cine juveniles, por el estiramiento de la esperanza de vida o porque la memoria emotiva del espectador suele ser buena aliada pare generar dividendos, los nombres que estelarizan grandes producciones cruzan cómodos la barrera de los cincuenta: Tom Cruise, Brad Pitt, Hugh Jackman, Liam Nesson… A cambio del vigor del joven, la edad concede la vulnerabilidad, esa sensación de que algo se pone físicamente en juego tan necesaria para que el espectador se identifique. Toda una rareza, en estos tiempos saturados de cuerpos esculpidos en hialurónico.
Angel Studios -dedicada mayormente a la producción con temática cristiana, cuyo “sello de aprobación” ostenta esta película- parece haber acusado recibo de la tendencia. A menor escala, El último rodeo es una suerte de reescritura de Rocky Balboa -esa quinta secuela en la cual Stallone le devolvió al personaje el dramatismo que había perdido con las sucesivas entregas- situada en el mundo de los rodeos. Joe Wainwright (Neal McDonald, también guionista) es una otrora estrella del deporte que, a raíz de una lesión, se ha retirado. Viudo, alcohólico recuperado, padre y abuelo. Tan esquemática como efectiva, la caracterización nos prepara para lo que viene: su amado nieto padece un tumor, cuya operación cuesta varios miles de dólares. Como en cualquier país sin salud pública, gratuita y de calidad, Joe deberá regresar al rodeo, poniendo su vida en riesgo.
No está solo: lo acompaña Charlie (Mykelti Williamson), su fiel compañero de aventuras. La primera mitad de la película, una road movie de reconciliación, permite limar viejas asperezas entre los amigos. Aparecen el resentimiento, la ausencia y, como en todo contenido cristiano que se precie, la pérdida de la fe que abre el camino para su recuperación.
El resto del relato transcurre con tanta fluidez como falta de sobresaltos. Jon Avnet (que ostenta Tomates verdes fritos en su currículum) dirige con mano expeditiva y segura, demasiado atravesada por su vasta trayectoria en la televisión. Los toros, las praderas de Oklahoma, las extensas distancias en auto ofrecían un lienzo perfecto para ese difuso conglomerado de ideas llamado “western crepuscular”. Avnet se decanta por escenas en interiores, planos cortos y cierto esquematismo narrativo que reducen a la película a ser apenas lo que cuenta.
¿Oportunidad perdida? Tampoco había demasiado para empezar, especialmente cuando el asunto arranca bastante sanitizado. Pero con un ojo atento, sobriedad narrativa y ambición estética -dígase, la sensibilidad de un Clint Eastwood o un Jim Sheridan- este tipo de propuestas dan petróleo. No creo que falte oportunidad para que aparezca otra. Las estrellas del Oeste están brillando de nuevo.
(Estados Unidos, 2025)
Dirección: Jon Avnet. Guion: Jon Avnet, Neal McDonough, Derek Presley. Elenco: Neal McDonough, Mykelti Williamson, Sarah Jones, Christopher McDonald. Producción: Jon Avnet, Kip Konwiser, Neal McDonough, Ruvé McDonough, Darren Moorman, Stephen Preston. Duración: 116 minutos.