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CRÍTICAS - CINE

Faro

EXPLORACIÓN DE LA OSCURIDAD INTERNA

Faro, dirigida por Ángeles Hernández, es una película que navega entre el drama y el terror psicológico, presentando una historia de duelo, desesperación y redención en un entorno inhóspito y aislado. La sinopsis nos sitúa tras una tragedia en alta mar, luego de la que Pablo (Hugo Silva) y su hija Lidia (Zoé Arnao) buscan refugio en un antiguo faro familiar para enfrentar su dolor. Sin embargo, el faro, más que un lugar de refugio, se convierte en un escenario de tensiones crecientes que ponen a prueba la relación entre ambos.

Desde la llegada al nuevo hogar, Lidia comienza a experimentar pesadillas perturbadoras que gradualmente desestabilizan su percepción de la realidad. Pablo, atrapado en su propio dolor, encuentra cada vez más difícil conectar con su hija, lo que genera un ambiente de desconfianza y miedo. La trama se desarrolla en un constante crescendo de tensiones y alucinaciones que desafían la cordura de ambos personajes.

El marco escenográfico del faro, con su imponente estructura y su aislamiento del resto del mundo, aporta una atmósfera claustrofóbica que se siente casi tangible. Este entorno no solo sirve como un escenario físico, sino también como un reflejo de la erosión mental que sufren los personajes. La constante presencia del mar, el sonido del viento y el crujido de las olas contra la piedra acentúan la sensación de aislamiento y vulnerabilidad. La directora utiliza este escenario de manera efectiva para construir un ambiente de tensión que se siente auténtico y opresivo.

El uso de jump scares, aunque a veces puede parecer un recurso fácil, está bien equilibrado con momentos de tensión sostenida que mantienen al espectador en vilo. La combinación del diseño sonoro y la dirección de Hernández logra crear un ambiente en el que cada crujido y sombra contribuye a la creciente sensación de miedo y desconcierto. Estas técnicas, junto con el enfoque en los detalles del entorno, contribuyen a construir una atmósfera que resulta creíble y envolvente.

La película se apoya en gran medida en las actuaciones de Silva y Arnao. El primero transmite una profundidad de dolor y desesperación que añade una capa extra de tensión a la trama. Su lucha por mantener la cordura y proteger a su hija se convierte en un viaje angustioso que el actor interpreta con una intensidad contenida. Por su parte, Arnao ofrece una interpretación convincente de una niña atrapada entre el dolor de la pérdida y el terror de sus pesadillas, logrando transmitir una vulnerabilidad que resulta fundamental para la narrativa.

Una de las fortalezas de Faro es su capacidad para explorar los fantasmas internos de los personajes tanto como los externos. Las alucinaciones y las pesadillas de Lidia funcionan como metáforas de su trauma y su incapacidad para procesar la tragedia que ha vivido. A través de estos elementos, la película aborda temas profundos sobre el duelo, la culpa y la redención. La relación deteriorada entre Pablo y Lidia sirve como el núcleo emocional de la historia, y su lucha por recuperar la confianza mutua añade una dimensión conmovedora al relato.

El clímax de la película se construye con habilidad, utilizando el simbolismo y la purificación para cerrar el arco de los personajes de manera satisfactoria. La resolución de la historia proporciona un elemento necesario y útil para ese objetivo, ofreciendo un sentido de redención. La expiación de los pecados no solo marca el final de sus pesadillas, sino también el inicio de una posible reconciliación con el pasado y entre ellos mismos.

En términos de dirección, Hernández logra mantener un equilibrio delicado entre el drama y el terror, sin permitir que uno eclipse al otro. La dirección de fotografía juegan un papel crucial en la creación de la atmósfera de la película. Los juegos de sombras dentro del faro, la luz tenue de las velas y los destellos del faro en funcionamiento contribuyen a una sensación de inquietud constante. La estética visual de la película es una parte integral de su capacidad para mantener al espectador inmerso en la experiencia.

Por todo lo detallado creo que no se trata apenas de una película de terror, sino de una exploración profunda de la condición humana frente al dolor y el aislamiento. Su capacidad para mezclar elementos de drama psicológico con terror sobrenatural la convierte en una experiencia cinematográfica rica y matizada. Aunque recurre a algunos de los tropos del género de terror, lo hace de manera que sirve a la narrativa y a los personajes, en lugar de simplemente buscar sustos fáciles.

En conclusión, Faro ofrece una idea que, aunque enmarcada en el género del terror, va más allá para explorar los aspectos más oscuros de la psique humana. La película destaca por su capacidad para crear un ambiente de tensión y miedo, al mismo tiempo que profundiza en el dolor y la redención de sus personajes. Con actuaciones sólidas, una dirección cuidadosa y una atmósfera que involucra al espectador, se posiciona como una obra que merece atención tanto por su valor narrativo como por su ejecución técnica.

(España, 2023)

Dirección: Ángela Hernández. Guion: Ángela Hernández, Álvaro Urtizberea, José Perez. Elenco: Hugo Silva, Zoé Arnao, Sergio Castellanos, Irene Montalá. Producción: David Matamoros, ángeles Hernández, Álvaro Urtizberea. Duración: 98 minutos.

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