Cyberpunk berreta, sueño afro-futurista, delirio kung-fu y pesadilla kitsch: Jesus Shows You the Way to the Highway es la segunda película del español Miguel Llansó y merece ser un objeto de culto.
Por cómo está filmada, parece una reliquia olvidada de los 70s, con zooms y paneos melodramáticos, actuaciones exageradas, diálogos inverosímiles, doblaje (al inglés) asincrónico, tecnología retro y una trama delirante. Podemos comparar a Jesus Shows You… con Kung Fury, pero lo que hace Llansó es más sofisticado. No se queda en la parodia y en la ridiculez sino que construye un mundo insular, consistente e inmersivo.
De hecho, Jesus Shows You… se aleja de la línea nostálgica de Kung Fury o Sharknado, que solo pretenden reproducir (o burlarse de) el cine barato de artes marciales, futurismo, fantasía, robots y monstruos. En cambio, Llansó termina acercándose a la ciencia ficción absurdista de Kin-dza-dza! de Georgiy Daneliya, Alphaville de Jean-Luc Godard y (las menos cómicas) Until the End of the World de Wim Wenders y New Rose Hotel de Abel Ferrara.
Jesus Shows You… no alcanza las alturas de estos clásicos, pero como ellos es un híbrido que mezcla estética pop, sentido del humor y una seriedad subterránea, en la que todo chiste esconde algo de solemnidad y genuina reflexión filosófica.
Nuestros protagonistas son dos agentes de la CIA, el agente Gagano y Palmer Eldritch, que intentan descifrar el misterio de un virus informático soviético. Llevan a cabo su búsqueda en un universo de realidad virtual, el Psychobook. Y usan artefactos electrónicos hermosamente arcaicos: monitores CRTs, aparatosos cascos VR y televisores portátiles vintage. El universo virtual no tiene CGI y los personajes se mueven en stop-motion y llevan puestas caretas de papel plastificado con las semblanzas de Stalin, Richard Pryor y Robert Redford.
El nombre de Palmer Eldritch es una referencia directa a la novela de Philip K. Dick, “Los tres estigmas de Palmer Eldritch”. Y los puntos de conexión entre el libro y Jesus Shows You… son numerosos. En ambos, la realidad virtual es una droga, un viaje psicodélico, que termina devorándose a la realidad física. En la literatura de Dick, la percepción de lo real siempre es frágil y relativa. La virtualidad –vehiculizada por sueños, sustancias psicoactivas o tecnologías– es adictiva y más real que toda realidad. Los personajes nunca saben quiénes son, dónde están y a dónde van.
Llansó rescata algo de la paranoia existencial de Dick. Gagano muere en el Psychobook pero revive en otro universo virtual, Betta Ethiopia. Mientras tanto, en el mundo real, o lo que entendemos como tal, Gagano está en coma, inmovil sobre una camilla. (Como en The Matrix, la mente interpreta la muerte virtual como verdadera). Sin embargo, los límites entre lo real y virtual son inestables. Betta Ethiopia, donde reina un déspota llamado Batfro (un experto en artes marciales disfrazado de Batman), parece alternar entre grados de virtualidad y realidad hasta que la distinción deja de ser relevante. El archienemigo de Batfro es la versión cyberpunk de Jesús: un hippie pelilargo que guía a sus acólitos hacia la verdadera realidad, si es que existe.
La porosidad entre lo real, lo virtual y lo soñado no es una temática nueva. Ya la exploraron The Matrix, eXistenZ, The 13th Floor e Inception, entre otras películas. Lo que hace que Jesus Shows You… sea interesante es su exacerbado collage de referencias pop. En un mismo gesto se superponen la Guerra Fría, los héroes de DC Comics, el videojuego Mortal Kombat, Philip K. Dick y The Matrix, el género policial, la pornografía mainstream de los 70s, el cine hongkonés de artes marciales, la animación stop-motion, los creature features sobre insectos gigantes de los 50s y quién sabe cuántos elementos más.
Es un caleidoscopio estético que, más allá de su efervescencia posmoderna, refleja la inestabilidad (entre realidades y virtualidades) que navegan los personajes. Y que también refleja el paisaje híper-mediado en el que nosotros (como espectadores) nos movemos diariamente, rodeados de dispositivos, series de televisión, franquicias cinematográficas, videojuegos y redes sociales, un flujo de contenidos audiovisuales (de imágenes que remiten a otras imágenes) que es imposible de abarcar.
Jesus Shows You… no indaga profundamente en esto, es verdad. No tiene la potencia emocional de Dick, la ambición filosófica o poética de Until the End of the World o Alphaville, o la precisión alegórica de The Matrix.
Por otro lado, hay elecciones creativas en Jesus Shows You… que me resultan problemáticas. Si bien Gagano –interpretado por Daniel Tadesse, quien tiene enanismo– es una figura heroica, intuimos que la mirada de Llansó lo aprovecha para agregarle textura supuestamente “bizarra” a la ficción. Hay un ida y vuelta tenso entre inclusividad y estigmatización que nunca se resuelve. Y no estoy seguro que el guiño al cine exploitation sea coartada suficiente.
A pesar de sus traspiés y elecciones dudosas, Jesus Shows You… igual se impone como una rara avis, un objeto extraño y único dentro de la ciencia ficción y del circuito de festivales de cine. La clave de su éxito, quizás, radique en su respeto por los materiales, géneros y tradiciones que recopila y parodia. Prueba de ello son las secuencias de artes marciales: ridículas y graciosas, con un montaje desparejo y confuso, pero con coreografías competentes y atléticas. Es decir: las peleas, aunque sean un gag, están fundamentalmente bien hechas. Y en ese contraste hay magia.
© Guido Pellegrini, 2021 | @beaucine
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