Médium, el film que tuvo su estreno en la Berlinale de este año, versa sobre la multifacética Margarita Fernández, performer, pianista y actriz. No es un homenaje, no es una biografía, tampoco un testamento. Cozarinsky intenta captar sus conceptos sobre la música y el arte, así como su vínculo con los jóvenes y sus posibles enseñanzas, poniendo su vitalidad en movimiento a unos jóvenes 94 años.
El leit motiv musical que abre el film y lo atraviesa es la obra para piano de Johannes Brahms Intermezzo Opus 117 Nro. 3, que además muestra la filiación entre la pianista y el director cuando juntos fueron a Baden Baden en la década de los 70 para grabar una obra para la televisión alemana, donde, según cuenta el mismo Cozarinsky, “nos internamos en la Selva Negra para visitar la casa de Brahms. Allí hablamos del Intemezzo Opus 117 nro. 3, una música que nos intrigaba y nos ha perseguido toda la vida. Hoy, esa, es la columna vertebral del film”.
El plano inicial es toda una declaración: el sonido de las viejas hojas de la partitura del autor alemán discurriendo a través de las longevas manos de la pianista son el inicio de un rito; allí la pianista se transforma en interprete, es una médium que devuelve a los vivos al genial compositor en una escena hipnótica, de una intimación luminosa.
Una primera significación del título es “el pase del testigo”, es decir, cómo transferir la experiencia interpretativa musical a los jóvenes, cómo ser un puente entre una tradición y el futuro. Fernández explica a los jóvenes talentos la gestualidad intrínseca en cada compás musical en las obras de los grandes autores y vincula la creación a la actuación. Interpretar es ponerse en la piel de otro.
Otra significación del título hace mención a la hipótesis de Margarita según la cual entre la música y el teatro hay un espacio de intersección pero también una “tierra de nadie”, un lugar donde la música adquiere una singularidad donde se puede leer la vitalidad existencial de cada nota; espacio que la pianista quiere habitar.
Médium es la celebración minimalista y discreta de la relación entre Fernández y Cozarinsky, entre la performer y el director de culto, pero también es un acto de fe y afirmación de la amistad fundada en el participado amor por el arte.
Cozarinsky se interna en cada momento del film con planos frontales, simples, que no buscan distraernos con ángulos de extraños virtuosismo porque lo que realmente importa no es cómo se filma sino lo que se filma y lo que sentimos, esa emoción estética que nos haga percibir en cada nota la huella vital de lo humano en el arte.
Médium es un manifiesto por la afirmación de una sensibilidad poética integral que nos permita superar el arte efímero y veloz de nuestro tiempo, un lugar donde el dolor se sublima en pura creación, donde el espectador completa la obra, siendo arte y parte.
© Luis Alberto Zas, 2020 | @zasito
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(Argentina, 2020)
Dirección: Edgardo Cozarinsky. Duración: 70 minutos.