Gainsbourg-Vie héroïque (Francia 2010) de Joann Sfar.
(Crítica previamente publicada con motivo de exhibición en el 25º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata).
Aunque no lo parezca, hasta las nuevas generaciones saben quién es Serge Gainsbourg. Compositor, cantante, actor, cineasta, y, sobre todo, mujeriego. Su vida y su obra se volvieron legendarios, y la ópera prima de Joann Sfar los muestra de una manera fresca y novedosa.
La película comienza desde la niñez de Serge (Éric Elmosnino, igualito a S.G.), cuando todavía se llamaba Lucien Ginsburg y debía llevar una Estrella de David por ser judío en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y se extiende hasta su etapa conocida como Gainsbarre, cuando usaba barba, tomaba en exceso y se la pasaba de parranda en discotecas. Por supuesto, sus grandes hitos son plasmados en la pantalla: la creación de “Je t’aime” (tema que conoce casi todo el mundo), su polémica versión de la Marseillaise, en clave de reggae —Serge fue uno de los pioneros en experimentar con distintos géneros musciales en Europa—, la relación con sus hijos, y sus principales colaboradoras, amantes y musas: Juliette Greco (Anna Mouglalis), Brigitte Bardot (Laetitia Casta) y Jane Birkin (Lucy Gordon). Las tres, excelentemente caracterizadas. Las tres, pura belleza y sensualidad. También aparecen Élisabeth Levitzky (Deborah Grall), su primera esposa, y la por entonces cantante pop juvenil France Gall (Sara Forestier).
Es curioso ver a Claude Chabrol como el productor de Serge. Este film es el trabajo póstumo del prestigioso director, y también de Lucy Gordon, quien se suicidó el año pasado.
Sfar es un reconocido guionista y dibujante de comics, y inventiva convierte a lo que podría haber sido un biopic del montón en un fascinante delirio visual, en función de uno de los temas centrales del film: la cara, la peculiar cara de Gainsbourg, con la que tuvo un complejo desde niño. Por eso hay visiones de caras gigantes que lo persiguen (un ser parecido al hombrecito narigón de La Pantera Rosa) y hasta un alter ego demoníaco, alto, de nariz y orejas desproporcionadas, interpretado por Doug Jones, especialista en componer criaturas en películas como El Laberinto del Fauno y Hellboy. Este nivel de locura audiovisual tal vez se pueda comparar con Frida, de Julie Taymor, pero de todas maneras el trabajo de Sfar es audaz, imaginativo, alegre, peligroso, dramático, tierno, muy sexual, muy inspirador. Como Gainsbourg, bah.
Sin dudas, Gainsbourg-Vie héroïque es una de las obras maestras del cine francés, del cine europeo y del cine mundial en lo que va del siglo XXI.