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Heart Eyes

AMAR DUELE

Heart Eyes cuenta la historia de un asesino suelto por los Estados Unidos que se dedica a matar parejas el día de San Valentín. Estuvo activo los años anteriores a los sucesos narrados en el film, y la gente espera que ataque de nuevo. Como se puede advertir desde el póster, sucede. En este caso, el destino es Seattle, Washington, y los elegidos son Ally (Olivia Holt) y Jay (Mason Gooding), dos trabajadores de una empresa de marketing.

Christopher Landon, guionista y productor de Heart Eyes, es un director de películas de género que se destaca particularmente por fusionar la comedia, el terror y la fantasía. Lo supo hacer anteriormente con Feliz día de tu muerte (2017) y Freaky (2020). En la primera, se vuelve al concepto de un personaje atrapado en un día para el resto de la eternidad que presenta Hechizo del Tiempo (1993). En la segunda, se referencia (incluso desde el título) a Un viernes de locos (2003), originalmente Freaky Friday, en la idea de dos personajes diametralmente opuestos que, por un suceso mágico, intercambian sus cuerpos.

Lo esperable en una producción (e historia original) tan allegada a Christopher Landon es una mixtura entre géneros y películas en tono de comedia llena de sangre. Es el caso de Heart Eyes, que reúne la comedia romántica pura y el slasher cómico, derivado de Scream: vigila quién llama (1996). Hay una diferencia fundamental entre las películas de la factoría Landon y el film dirigido por Josh Ruben. Heart Eyes no se trata de “una de terror con chistes”, sino de una comedia romántica que convive equitativamente con su carácter de slasher. 

La protagonista de la historia, Ally, es dos arquetipos a la vez; no sólo podríamos entenderla como un derivado de la muchacha que transita su juventud en busca del amor romántico, encarnada en su máximo esplendor por Sally Albright (Meg Ryan) en Cuando Harry conoció a Sally (1989), sino también como una scream queen hecha y derecha, hija de Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) en Noche de brujas (1978).

Lo más interesante del film es el dinamismo que maneja para combinar dos géneros con un imaginario muy identitario. Tanto la romcom como el slasher son derivas genéricas repletas de reglas propias, verosímiles ya instalados en la cultura popular y clichés repetidos hasta el hartazgo. Sin embargo, al amalgamar los dos universos se encuentra una variante lo suficientemente fresca como para entretener durante todo el metraje. Es menester aclarar: sin ninguna sorpresa y, fiel a sus influencias, plagada de lugares comunes.

Es interesante pensar, en este sentido, que Heart Eyes se inscribe en una tendencia que estuvo brindando en los últimos años la producción de terror norteamericana. No se trata de algo más que la mixtura del terror con otro género, cualquiera sea. Tuvimos terror combinado con aventura en Nop! (2022), con ciencia ficción en El hombre invisible (2020), con policial en Longlegs: coleccionista de almas (2024), e incluso con el mal llamado cine arte europeo en In a Violent Nature (2024).

Una operación interesante que realiza Heart Eyes, relacionada a la asociación de géneros, es la de transformar determinados elementos de la iconografía asociada al romance occidental moderno en espacios habitables dentro del campo del terror y la comedia. Por ejemplo, las instancias en las que la pareja protagonista se conoce (y aprende a amar) se dan sucesivamente en una cafetería, una oficina, un restaurante, el departamento de Ally, un autocine y, finalmente, una iglesia. 

Es clara la progresión intencional que se desarrolla a partir de estos espacios. Comienza con un encuentro casual (el famoso meet cute, un arquetipo clásico de la comedia romántica), para continuar con una sucesión de cena, beso y llegada al departamento de la chica. Todo esto es intervenido con gags ligados al humor físico y asesinatos repletos de sangre. 

El clímax narrativo en el que se revela la identidad del asesino y, redoblando la apuesta, se explicita el deseo entre los amantes, se da en una iglesia plagada de estatuas de San Valentín y velas rojas (asociadas no solo al imaginario ocultista-terrorífico, sino a la pasión de los amantes). Es clara la alusión a la ceremonia de casamiento, instancia en la cual las parejas se comprometen más allá de la muerte. En este caso, la película subvierte con ironía este espacio para transformarlo en un templo de adoración a la sangre. 

Llevando este análisis un poco más lejos, Ally le tiene fobia a dos elementos clave: la sangre y al compromiso de pareja. En el clímax se resuelven sus dos conflictos a la vez con inteligencia narrativa: para sobrevivir debe apuñalar a los asesinos (y en consecuencia, bañarse en sangre de pies a cabeza) y, además, declarar el amor incondicional que tiene por Jay en una iglesia. En este sentido, más ligado a lo simbólico, resulta innecesario el epílogo en el que se explicita el compromiso marital de los personajes.

Heart Eyes termina por resultar una sólida propuesta de género, sin ningún tipo de culpa a la hora de presentarse como puro entretenimiento. Abundan los lugares comunes de las historias a las que referencia, pero a cambio brinda al espectador un espectáculo efectivo.

(Estados Unidos, Nueva Zelanda, 2025)

Dirección: Josh Ruben. Guion: Phillip Murphy, Christopher Landon, Michael Kennedy. Elenco: Alex Walker, Lauren O’Hara, Lathan Gaines, Gary Young. Producción: Greg Gilreath, Adam Hendricks, Christopher Landon. Duración: 97 minutos.

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